ENTREVISTA A UNA TRABAJADORA SOCIAL

| 13/08/2019

No se debe naturalizar la violencia intrafamiliar

Susana Alegría
No se debe naturalizar la violencia intrafamiliar
Círculo de violencia.
Círculo de violencia.

La violencia es lamentablemente, un común denominador en muchas familias y en cualquiera de sus variantes o derivados, perjudica no solo la calidad de las personas sino que también, su futuro. Marina Fissore es trabajadora social, y se desempeña como técnica en la Municipalidad de Dina Huapi, junto a Patricia Maizón y Luis Barragán.

La violencia en los hogares está basada en un patrón de conducta amenazante que siempre está combinado con una serie de maltratos físicos o emocionales. Asimismo hay un amplio abanico de situaciones a nivel social y educativo por lo que no son simples de detectar por quienes la rodean y mucho menos, de tomar la decisión de denunciar por parte de quienes la padecen.

En Dina Huapi al tratarse de una ciudad de pocos habitantes, la atención es más personalizada, “trabajamos con todas las situaciones relacionadas a la vulneración de derechos y con cuestiones intrafamiliares”.


Otro lugar donde pedir ayuda.

Fissore viene de Santa Fe donde estuvo cuatro años a cargo de la Secretaría de Acción Social en Chabás, un pequeño pueblo a 80 kilómetros de Rosario, con una dinámica totalmente diferente. “También era una comunidad chica pero la diferencia es que acá tenemos la posibilidad de articular con un montón de instituciones y sus áreas respectivas” detalló. De esta manera una vez detectada la situación funcionan como nexo con quienes corresponda para su resolución.

En el caso de los chicos actúan directamente con SENAF, la Secretaría de Estado de Niñez, Adolescencia y Familia, el órgano de protección de los derechos de los chicos y chicas, la que cuenta con un equipo territorial y una guardia de emergencia. Asimismo, cuentan con el SAT (Sistema de Abordaje Territorial), que interviene cuando el Juzgado de Familia lo solicita ante situaciones de violencia familiar. “Es necesario ir encontrando las herramientas para que la gente vaya resolviendo y modificando las situaciones de violencia, trabajamos con Dina Huapi y Ñirihuau” contó.

También trabajó algunos años en Arrecifes, provincia de Buenos Aires, “allá se utilizaba mucho el asistencialismo y acá lo que intentamos es que la gente haga cursos y talleres, participe de charlas, para que poco a poco se vayan empoderando”. Brindar herramientas para que la persona pueda salir delante de manera más permanente.

Violencia infantil

La mayoría de estas situaciones son detectadas por medio del jardín de infantes, la escuela o los centros de salud. “Cuando se trata de la violencia intrafamiliar es muy raro que se manifieste abiertamente porque si la sufre un menor, también llega al resto de los que conviven con él”.

Hoy por hoy los chicos dicen más lo que viven en sus hogares, “hay mayor difusión de lo que es abuso sexual infantil y están entendiendo que no es un secreto bueno de guardar”. Esto se ve reflejado en un video que hicieron en la escuela Nº 190 de Ñirihuau y que se puede ver ingresando al sitio https://www.youtube.com/watch?v=lYHPpBLeNDg. El mismo fue realizado por docentes y estudiantes para el Festival A Rodar Escuela 2017.

“Hay casos en los que esta violencia hacia los menores es conocida por la madre pero no denuncian por miedo a sufrir golpes, quedarse sin vivienda o un ingreso económico”, describió. Es por ello que es necesario que sobre todo los docentes, estén atentos a las señales que dan los niños en la escuela. Cuando en su casa no tienen alguien en quien confiar, “a veces en clase o juegos, estas situaciones se advierten”. 

Detalló “los chicos a determinada edad imitan mucho las conductas de los adultos pero lo hacen en otro ámbito, porque ese rol en su hogar ya está ocupado”.

Los disparadores de la violencia pueden ser muy amplios, “hay una cultura machista que tenemos arraigada hace muchos años, recién ahora se está modificando, hay muchas mujeres que siguen con esa idea, generaciones y generaciones criadas bajo esas creencias”, de allí la importancia de la difusión y del trabajo de instituciones, para que al reconocerse, se vea la manera de modificarlas.

“Antes una mujer que quería denunciar violencia de género si no iba con media cara rota no era escuchada, eso ha cambiado, ahora cuentan con un espacio donde ser escuchadas y atendidas y eso se tiene que saber”, valoró.

Cuando se habla de otras clases de violencia cuesta reconocerlas en un primer momento, “la que se da muy seguido es la económica, en la que el hombre es el único que trabaja y no permite el acceso de su pareja al dinero que gana, una manera de controlar y marcar su poder, eso también es violencia” aclaró. Eso también se puede denunciar y no es menos grave que la violencia física.

“Hay que tener en cuenta que eso solo no se da, siempre viene acompañado de otras situaciones, aislarla de sus amigos, controlarle el celular o las salidas”. Pedir que cambie la persona violenta es muy difícil, por eso ese cambio lo debe hacer quien está padeciendo la agresión, si poco a poco se va empoderando y levantando su autoestima, en muchos casos, el victimario es el que decide tomar distancia porque ya no puede manejarla a su antojo.

Hay que destacar que también se dan casos en que esa violencia la sufren los hombres pero en menor grado, según las estadísticas, y también son escasas las denuncias de este tipo.

“Otros casos muy comunes son los de tipo filio-parental, es decir cuando los hijos ejercen distintas clases de violencia hacia sus padres, sobre todo se da en los adultos mayores”. Estas situaciones son muy difíciles de aceptar por parte de las víctimas y rara vez lo hacen público o denuncian porque se responsabilizan por lo que está sucediendo.

El primer paso para salir de una situación de violencia es reconocerla, “eso se logra con mucha difusión y charlas, cuesta porque tiene que ver con cuestiones culturales arraigadas pero se puede encontrar una salida”.

Es necesario que las personas sepan que hay otras formas más sanas de relacionarse y es a eso a lo que deben apuntar contando con la ayuda que diversas instituciones pueden brindarles.

Como parte del trabajo articulado con la Comisaría de la Familia, están brindando una serie de charlas mensuales, en las que abarcan diferentes temáticas relacionadas con la violencia: Abuso infantil, intrafamiliar y adicciones y tecnología, la próxima será para adultos sobre grooming, y luego será para niños. “Lo que se trata en esos encuentros son temas difíciles y por lo tanto, no es simple que los vecinos se acerquen de forma masiva, lo importante es el contenido y se aprende mucho ya que estén involucrados o no de forma directa”.

Indicadores de maltrato infantil

Hay una serie de manifestaciones emocionales o en la conducta del niño o niña que está sufriendo situaciones de violencia. Algunos de estos indicadores son, pánico, angustia, retraimiento, pasividad o inmovilidad, trastornos alimenticios o del sueño, poco contacto visual, conductas provocativas o vengativas, escasa comunicación, retardo en el desarrollo físico, emocional e intelectual, fobias, baja autoestima o conducta agresiva.

Para denunciar

Los casos de violencia intrafamiliar se tienen que denunciar en la Comisaría de la Familia, tel: 4423697 o personalmente en calle Vilcapugio 931, que está abierta las 24 horas los 365 días del año. Esas denuncias tomadas en el marco de la Ley 3.040 van a los juzgados de Paz y de Familia.

Por abuso sexual infantil se puede denunciar en cualquier comisaría o en la Fiscalía de Género Nº 1 que queda en calle Anasagasti al 700.

Susana Alegría

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