“Mensajes al poblador rural”, un libro entrañable

Tiene como autor al fotógrafo Jorge Piccini. Durante 15 años se consagró a rastrear los pequeños papelitos para fotografiarlos y luego, rastrear a sus autores o destinatarios. Retazos de historia viva.

Están los que provocan hilaridad y que adquirieron notoriedad más allá de los directamente involucrados: “Se comunica a Adela Muñoz y a Carolina Morales de Pichi Leufu que mañana viernes va Carlos. Que lo esperen con la yegua de su hermana en el río” (21 de diciembre de 1995). También los que esconden dramas: “La señora Orfelina Marín de 55 años, hija de Celestino Marín y Rudecinda Peralta busca a sus hermanos (Aurora, Anastasio, Carlos Segundo, Rudecinda Esther, Raúl, Alicia Haydée y Mario) a quienes no ve desde los 11 años, momento en que marchó a Buenos Aires con la familia Canossa”. O los que expresan quejas: “Se comunica a Evaristo Lincopan de Laguna Blanca que Viviana no pudo viajar de ninguna manera. Los mineros tuvieron muy mala voluntad para llevarla hasta la casa. Espere nuevo aviso”. Y los que avisan de resistencias: “Sería importante lonco que usted informe a los presentes que vamos a tomar el lugar y necesitamos apoyo y organizar para que combine con Matilde Curipan, que tiene un 350. Peuqueyal (sic). Muñoz. Werken”.

Es posible pasar por todos los estados de ánimo al detenerse en “Mensajes al poblador rural. Más de 70 años en el aire de la Patagonia”, una joyita hecha libro que alumbró recientemente Jorge Piccini, fotógrafo y editor. En sus páginas se hacen cuerpos jirones de la historia regional y gracias al diálogo que establecen los textos de los avisos y las fotos del autor, se escapan del éter aquellas angustias, alegrías, ansiedades y desazones, para conmover una y otra vez.

En la Redacción de El Cordillerano, Piccini compartió los pormenores que condujeron a su criatura. “Vine de Santa Fe a Bariloche en 2002. Andando a dedo de mochilero, escuchaba en los camiones el Mensaje al poblador rural por toda la Patagonia. Una vez asentado, en 2003 empecé este trabajo fotográfico pensando en el mensaje, entonces iba a los lugares alejados y me metía donde se escuchan los mensajes. Primero, me interesó mucho ver cómo llega la radio a la gente y tratar de reflejar eso fotográficamente: la importancia de la radio en los parajes, los pueblos alejados y en el campo. Fue lo que enfoqué”, definió.

Quince años

Para su autor, “Mensajes el poblador rural” tiene sabor a misión cumplida. “La idea siempre fue un libro y me llevó 15 años. Salió hace un mes, lo veo plasmado y es como que cerré el círculo de todos estos años, en los que estuve yendo a diferentes lugares, no solo acá sino también por Línea Sur, por Patagonia más abajo y bueno, la satisfacción es ahora cuando estoy entregando algunos libros a la gente que he fotografiado. Hace poco estuve en Pichi Leufu y en Ñirihuau Arriba entregándolo a los personajes que participaron. Es el cierre del trabajo”, insistió.

El trabajo de Piccini tuvo una faceta detectivesca. “Cuando empecé, llamaba a todas las radios y pedía los mensajes, pero me los pasaban en computadora, como los están leyendo hoy en día. Hasta que me encontré con una coleccionista, Dorita Duré, que trabajó mucho años en Radio Nacional Bariloche. Ella guardó los mensajes, los coleccionó y ahí dije: acá está el alma de todo. En Radio Nacional Esquel también guardaban los mensajes pero en las otras, no los conseguí”.

A partir de ese auténtico patrimonio histórico, “quise hacer una selección. Traté de hacer una edición en base a mis fotos y meter un poco de cada cosa: mensajes que buscan familias, alguno que será buscado por la Justicia… La verdad, hay de todo. Está el famoso aquel de la yegua de su hermana, que debe ser el más conocido, pero traté de ver cómo con mis fotos, podía reflejar el alma de lo que viví en el campo. Lo que quise mostrar en el libro es la importancia que tiene la radio, si bien ahora tenemos mucha tecnología con los celulares, redes sociales y etcétera, la radio sigue siendo muy importante para la gente que vive alejada de la ciudad”, definió el fotógrafo.

La búsqueda de Piccini continuó hasta dar con los autores y autoras de algunas de aquellas comunicaciones. “Cuando empecé a leer los mensajes, a algunos los conocía. Pero había mensajes de los años 72, 75, de los 80, de todas las épocas. En algunos casos, intenté relacionarlos y otros quedaron anónimos, pero traté de ir al lugar de donde venía el mensaje. Entonces, en algunos casos relacioné a la fotografía con el mensaje y en otros no”.

Más allá de que hubiera fortuna o no, “el alma del libro es darle la importancia que tiene la radio en la comunicación, por eso cierro con cómo se reciben hoy los mensajes: WhatsApp, Facebook, teléfono… No quiero que queden solo los recuerdos de cómo se mandaban los mensajes hace años, sino que quede reflejado que el servicio se sigue usando y creo que se va a seguir usando por muchos años más”, profetizó. Y sí, ya es una institución. 

Próxima presentación

No deja de llamar la atención que un hombre que se expresa a través de la imagen, quisiera retratar expresiones inasibles. “Como fotógrafo, me gustan los pequeños universos, aunque no sé si llamarlos así”, señaló el fotógrafo. “Siempre encaro un trabajo como ensayo, a largo plazo. El tema fueron los mensajes, así que era bastante abstracto en cuanto a la imagen, tenía que ir al lugar y fotografiarlo. Pero me llamaron mucho la atención como oyente de radio y me enfoqué específicamente en el mensaje al poblador rural”, historió Jorge Piccini.

Después, “viviendo en Bariloche, me dije: el tema está cerca mío, quiero trabajarlo y como no soy escritor, lo abordé desde la imagen. La verdad, estoy muy contento de cómo quedó, me llena de satisfacción el recibimiento de la gente. Hace poco estuve en Esquel y el 16 (de julio) lo voy a presentar en la Biblioteca Sarmiento, porque se están abriendo puertas. Me sorprende que a la gente que conoce, le interese tanto este tema”. Cómo no, si es historia viva.

Adrián Moyano