COLUMNA ABIERTA

| 17/06/2019

Cuidar nuestro mundo emocional 

Cuidar nuestro mundo emocional 

Ya sea que seamos conscientes o no, todos los seres humanos tenemos un mundo emocional que necesitamos cuidar para disfrutar de vidas sanas. Para lograr esto, es fundamental saber dónde debemos colocar nuestras emociones, nuestro afecto, y dónde no.

Te invito a considerar cinco áreas donde nunca deberíamos volcar nuestra emocionalidad:

1. Mi trabajo
Si bien la actividad a la que nos dedicamos ocupa la mayor parte de nuestro tiempo y pensamientos a lo largo del día, es importante recordar que el trabajo está basado en intercambios transaccionales. ¿Qué significa esto? Que no tenemos que pretender encontrar amigos allí (aunque podemos encontrarlos) y que hay que ponerle límites a la importancia que le atribuimos a todo lo que sucede en ese ámbito. Tampoco tenemos que esperar que nos reconozcan o nos den cariño. Hacemos lo que hacemos para superarnos a nosotros mismos.

2. Los desacuerdos con los demás
En toda relación interpersonal siempre existirá algún desacuerdo. No podemos gustarle a todo el mundo y es bueno saber que las discusiones son parte de la vida, que nos fortalecen y nos dejan lecciones. Es a través de los desacuerdos que aprendemos con quién tener intimidad emocional y con quién no (a quién podemos abrirle nuestro corazón).

3. Las personas complicadas
En algún momento de nuestra vida, ya sea que nos guste o no, tendremos que relacionarnos con personas difíciles que nos estresan. Lo ideal con ellas es evaluar lo que nos aportan para decidir si contribuye o no a nuestro crecimiento y avance. Cuando nos hacen o dicen algo que afecta nuestra estima y nos lastima, esa herida es una señal de que volcamos nuestras emociones en esa situación. Por eso, tengamos en cuenta con quienes nos relacionamos para no acabar sufriendo. Aprovechemos los intercambios con la gente complicada para convertirnos en mejores seres humanos pero, de ninguna manera tomemos nada como personal. ¿Cómo? Pensando fríamente y reaccionándonos menos desde lo emocional.

4. Mis memorias
Para cuidar las emociones es menester aprender a administrar el pasado. ¿Qué deberíamos hacer con nuestros recuerdos? Los que son agradables recordarlos y atesorarlos con afecto. Los que son desagradables recordarlos desde la razón y usarlos para aprender de lo que nos ocurrió y construir hacia adelante. La única forma de sanar un pasado triste es transformando el dolor emocional en aprendizaje, es decir, que lo malo vivido nos sirva para crecer.

5. Mi capacidad de ser solidario
Cuando ayudamos a alguien, siempre deberíamos hacerlo sin colocar afectividad en eso. Si una persona se cayó en arenas movedizas y deseamos ayudarla, tenemos que pararnos sobre la roca firme para tenderle una mano. De lo contrario, nos caeremos también nosotros y no seremos capaces de ayudar.

De este modo, estamos “blindando” nuestro mundo emocional, lo cual significa levantar un cerco de protección para cuidarnos y cuidar lo que nos hace bien, evitando todo aquello que nos roba energía y nos puede llegar a enfermar.

Por consultas, podés escribir a [email protected].

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