Enrique Braunstein y Rubén Vargas revisitan “Lombrices”

La dramaturgia lleva la firma de Pablo Albarello, el mismo autor de “Celular”. No se trata de una coincidencia, porque el escritor es amigo personal de Juan Alari, director de la versión barilochense.

El viernes 22, se producirá el estreno de “Lombrices”, obra que reúne sobre el escenario al tándem Enrique Braunstein y Rubén Vargas, bajo la dirección del recientemente laureado Juan Alari. El trabajo se pondrá en escena en Multiespacio MOMA (Traful 210) desde las 21. La propuesta implica un desafío considerable para los dos actores, quienes deberán meterse en la piel de dos señoras mayores: Martirio y Consuelo.

“Es un trabajo que nos tiene muy movilizados”, confió Braunstein en El Cordillerano. “Empezamos hace unos seis meses aunque con algunos impasses porque Juan viaja mucho. Es una obra de un autor argentino: Pablo Albarello. Ya ganó varios premios y por ejemplo, esta semana (por la pasada) se estrenó en Madrid”, comentó. Su compañero añadió que “es una tragicomedia de humor negro, muy interesante”.

Según Vargas, “uno la puede ver de dos formas: el punto de vista de la comedia simple y mundana de temas normales o más profundamente, desde la relación que existe con las personas mayores, con nuestros abuelos… Básicamente, en la historia hay dos señoras mayores encerradas en su departamento hablando de su pasado, de su época de esplendor y sacándose un montón de información de sus épocas de gloria. Hay un incendio en el medio y tratan de matarse. Ese es el trasfondo de la obra, muy trabajada por dos personajes, que somos nosotros: Consuelo y Martirio”, indicó.

El origen del elenco parecería azaroso. “Un día Rubén me levantó a dedo y me dijo: ¿cuándo hacemos una obra de teatro? Más gallito todavía, le dije: cuando te animes, elegí la obra y decime… A los 15 minutos me la mandó y le dije: bueno, vamos… Sin leerla ni conocerla. Después la leí y me maté de risa, me pareció alucinante. Quedamos en empezar, a la semana siguiente me dijo: ya tenemos director. Encima, resulta que Juan es amigo personal del autor”, dio a conocer Braunstein.

Vuelta profunda

La de “Lombrices” es una dramaturgia muy visitada. “En el Provincial (Fiesta del Teatro de Río Negro) justo la había presentado otro grupo pero él (Alari) vino con un planteo muy interesante porque siento que le damos una vuelta profunda a la obra. La analizamos en profundidad y arrancamos a laburar sobre algo que no era en sí lo que estaba en los textos o en los personajes. No queremos spoilear mucho pero definitivamente, estoy contento con lo que estamos haciendo nosotros. Es un planteo más original”, sostuvo el actor, también conocido como Napoleón Criollo.

“Albarello es el mismo autor de ‘Celular’”, sumó su compañero. “Es la obra que está haciendo Juan (como actor) pero insisto en que hay dos formas de verla: voy al teatro, me divierto con algunas cosas y con otras no, o está esta vuelta de tuerca que permite ver qué está pasando puertas adentro de un departamento, en un lugar de una ciudad. Ese es el fondo que estamos sacando”, resaltó Vargas.

La relación con Alari se remonta a cuatro años atrás. “Lo conozco desde que vino a Bariloche”, señaló Braunstein. “Nos encontramos cuando fuimos a grabar a El Chocón para una serie. Me dijeron: se llama Juan y va con vos. Yo me subí al micro y dije: debe ser ese… La verdad, desde que está acá me resulta un motor, es un crack y como actor es súper bueno, con mucha versatilidad y como director, me sorprendió mucho”.

Según su dirigido, “es un tipo que tiene una amplia experiencia y una gran visión respecto del teatro, supo sacar cosas que no sé si alguna otra persona hubiera tenido la paciencia e iniciativa. Ahora, por ejemplo, obtuvo un Martín Fierro por Sandro de América, donde él es el profe de guitarra de Sandro. Está en todos lados pero más allá de que sea una cara visible, es un tipo que le pone alma y vida al teatro y eso está bueno, porque es el compromiso del grupo. Somos tres amantes del teatro”, sintetizó Criollo. Entonces, la base está.

Considerables desafíos

De larga trayectoria en diversas variantes del teatro barilochense, el recorrido de Enrique Braunstein es relativamente conocido. En cambio, el de Rubén Vargas es casi un debut. “Arranqué en Viedma en 2013 con Rosa Valsecchi, hicimos algunas obras allá y algunas giras. En 2015 estuvimos en Bariloche y me radiqué definitivamente acá hace dos años.

Retomé con Jorgelina Paravano en los talleres de la Biblioteca Sarmiento, porque me había quedado sin teatro y estoy acá, juntándome con gente maravillosa como Quique”.

“Lombrices” implica desafíos para los respectivos desempeños actorales. “Costó. No es fácil encarnar a una persona de otro sexo, de otra edad y de otra ideología”, admitió Braunstein. “Buscamos un poco eso, pero lo terminamos encontrando desde las versiones propias, por lo menos en mi caso. El personaje nunca se termina de pulir del todo pero hay un momento en el que estás colocado y encarnando. Eso nos pasó hace poco, cuando sentí la liberación de sentirme dentro del personaje”.

El constructo “es muy raro, porque impostamos voces, cuando yo siempre estuve muy en contra de la impostación”, admitió el actor. “Sin embargo, en esta obra, arranqué (en los ensayos) con una voz hasta que encontré una gastada después de inspirarme en la mamá de un amigo, me sentí cómodo y todo empezó a funcionar. Es difícil pero una vez que entrás en el zapato, caminás solo. ¡Qué buena frase!”, se auto-festejó.

Vargas añadió que “tanto Martirio que es ella, como Consuelo, que soy yo, tenemos dos formas distintas de ser y nos ayuda hasta el físico, porque él es alto y flaco y ella tiene una postura rígida. Si se pudiera hacer un paralelismo, es como si vieras a Don Quijote y Sancho Panza. Nada que ver, pero son dos personajes completamente distintos, uno da una idea y el otro, otra diferente. Trabajamos un estatus social, uno físico, otro de ropa, un montón de cosas”, precisó. Estreno a la vista.

Adrián Moyano