06/06/2019

Ante las noticias falsas, más y mejor periodismo

En abril último se llevó a cabo el Primer Encuentro Latinoamericano sobre Regulación en Comunicaciones y Nuevas Tecnologías, con la organización de ADEPA (Asociación de Entidades Periodísticas) y la Comisión de Comunicación de la Cámara de Diputados de la Nación. Durante su desarrollo, se discutió sobre el rol que cumplen las redes sociales y WhatsApp en la proliferación de noticias falsas o “fake news”, auténtico flagelo del periodismo contemporáneo.

Un ejecutivo de Facebook confió durante las exposiciones que solo en el primer trimestre del año, la empresa había eliminado 764 millones de cuentas falsas, casi todas antes de que fueran reportadas por los usuarios. En la red social existen 2.230 millones de cuentas abiertas a escala mundial. Facebook también asume la tarea de borrar contenidos “que puedan poner el riesgo la integridad de la plataforma”.
Guillermo Oliva, gerente de Políticas Públicas de Facebook, hizo entonces una exhortación: “necesitamos ciudadanos digitales responsables, crear conciencia, educar y tener pensamiento crítico”. Pero Alexandre Peyrrile, director de AFP para la Argentina y Paraguay, definió a las redes sociales como “la plaga” del periodismo. La agencia francesa sostiene a 40 periodistas en 19 países y 7 idiomas para chequear información a partir de “señales” que convierten en sospechosa una noticia.

El hombre de la veterana agencia se jactó de haber detectado la falsedad de unas fotos que ilustraban un supuesto desembarco de Estados Unidos en Caracas y de otras que testificaban la presencia del presidente argentino en el casamiento de dos personajes de la farándula. Peyrrile dio a conocer que “un trabajo de fact checking (verificación de hechos) puede bajar el 80 por ciento la visibilidad del post en las redes”.

Para el responsable de AFP en la región, “los adolescentes tienen más problemas en detectar informaciones falsas”. Añadió que 2016 quedará en la memoria de los medios de comunicación como un año clave, a raíz de la proliferación de noticias falsas. Según recordó, éstas tuvieron incidencia en la decisión británica de optar por el Brexit y también influyeron decisivamente en la elección que consagró al actual presidente estadounidense.

A la visión sobre la adolescencia hay que complementarla. Laura Zommer, directora de un sitio informativo, introdujo un matiz: “no estoy de acuerdo en que los adolescentes son los más vulnerables. Las personas de 60 años son las víctimas más usuales de las noticias falsas, que se orientan para apoyarse en sus sesgos de confirmación, que a esa edad están muy afianzados”. Habría que comparar qué incidencia tienen las redes sociales en una y otra franja etaria…

En la Argentina, existe la Asociación de Periodismo Digital. Su presidente, Ignacio Fidanza, aportó durante el cónclave que la mayoría de las “noticias falsas” no se originan en los medios de comunicación, sino en las redes sociales. Pero avisó que al regular habrá que tomar precauciones para que con la excusa de combatirlas, no se avance hacia mecanismos de censura que impliquen mordazas a la libertad de prensa.

El director de la APD diferenció con claridad: cuando se habla de “noticias falsas” suele perderse de vista “que en su enorme mayoría circulan por las redes sociales y ahora sobre todo por WhatsApp, lo que hace aún más difícil su detección. El problema no está en los medios que tienen directores, editores y periodistas identificables y en todo caso pueden ser desmentidos de inmediato y están, como siempre, regulados por las sanciones que dispone el derecho civil y penal”. Clarísimo.

El abogado Marcelo Leguizamón se considera palabra autorizada porque desde 2006 batalla judicialmente con éxito frente a Google. Durante el foro en cuestión, trazó una diferencia entre medios tradicionales, los “que pueden informar bien o mal” y las redes sociales o motores de búsqueda. “Construir una imagen cuesta una vida y puede destruirse en segundos”. Propuso aplicar fuertes multas, como ocurre en Alemania o en la Unión Europea.

Leguizamón fustigó tanto a los buscadores como a las redes sociales: “ninguno de ellos protege la libertad de expresión, porque no producen contenidos sino que se dedican a publicar el trabajo de otros”, agregó. Por su parte, el presidente de la Comisión de Libertad de Prensa de ADEPA, estableció que las noticias falsas circulan a mayor velocidad y radicalizan a la audiencia al generar “sesgos de confirmación” o “burbujas de sentidos” entre los usuarios.

Según Daniel Dessein, “la demagogia es parecida a la mentira. El fact-checking es un antídoto, pero el principal es el periodismo puro. Esto se soluciona con más periodismo, no con menos”, proclamó. Completamente de acuerdo, aunque con la concentración empresarial en vigencia, no se contribuye a solucionar la falta de credibilidad que en su conjunto, castiga socialmente al periodismo. En tiempos de La Gaceta de Buenos Aires, estas cosas no pasaban.

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