01/06/2019

EMOCIONES ENCONTRADAS: Juntos saldremos del paso

EMOCIONES ENCONTRADAS:  Juntos saldremos del paso

En el año 95, hubo una nevada grande, de esas que se recuerdan, como la del 44 o la del 84. Como suele suceder, ese maravilloso espectáculo que nos brinda la nieve, trae consigo la contradicción de alegrar a muchos y entristecer a tantos. Esa “plata que cae del cielo”, como se suele decir, también es desventura. Las humildes casitas de la barriada, con pisos de tierra, nylon por paredes y chapas de cartón o vaya a saber que otros materiales utilizados para “vivir bajo techo”. A todo ello se agrega la falta de gas, cañerías congeladas y calles intransitables. Ni que hablar de los crianceros de la Línea sur, que ven morir sus animales tapados por la nieve o de hambre, por no encontrar pastos para comer.

Aquel año 95 había azotado con fuerza a la ciudad. La Pampa de Huenuleo, en el Alto, se hallaba cubierta de nieve. Días de nevada y helada habían hecho casi imposible el desplazamiento por las calles y rutas. Se habían realizado varias campañas solidarias y se estaba evacuando gente a las escuelas y gimnasios. Ya sus precarias viviendas no resistían y corría serio riesgo la vida de quienes las habitaban. Recuerdo haber estado frente al televisor, viendo el panorama local de noticias, cuando vi una imagen que me conmovió. Se trataba de una familia a la que estaban evacuando en una camioneta. La joven madre, apretaba una criatura de meses contra su pecho, mientras el padre subía a los más grandecitos. Esa mujer lloraba y miraba hacia su casa, como negándose a dejarla. Como haría cualquiera de nosotros con lo que le pertenece y ha luchado por ello.

Había un debate muy grande sobre si debía o no realizarse la Fiesta de la Nieve de ese año. Esa tremenda nevada había dejado a las montañas a pedir de esquiadores y turistas que disfrutaban de ella, sin saber lo que sucedía en los alrededores. Finalmente se decidió hacerla y fui convocado por la comisión organizadora para tomar parte de ella.

De aquella imagen que vi en la televisión surgió una canción, que por esos días llevaba poco de compuesta y me atreví a cantarla, dedicándosela a todos los barrios altos, que seguían la transmisión por televisión. Cuando comencé a hablar, para presentar lo que iba a cantar, recuerdo haber percibido el aire tenso que recorría la platea del gimnasio de Bomberos, sin saber qué efecto iba a causar aquella interpretación. Finalmente la canté y fue muy aplaudida. Entendí que en ello estaba el abrazo a aquella gente que la estaba pasando mal. A los pocos días, las juntas vecinales del Alto publicaron en este medio una carta de agradecimiento hacia mi persona, por haberlos llevado por un instante con mi canción a la Fiesta y haberlos visibilizado.

Sería bueno que esa plata que trae la nieve y que pasa por los circuitos turísticos y la falda de los cerros, goteé, como el agua entre los humildes techos, y llegue a esa gente que tanto necesita un “mimo” de la industria turística.

Juntos saldremos del paso

Carguemos un atao de pilchas ya junté algunos cacharros
no llores mi negra, no aflojes, cargá el bebé entre tus brazos.
Estamos cubiertos de nieve, el techo ya no está aguantando.
Vamos que abrieron la huella, viene la chata a buscarnos.

Dicen que allá en el pueblo en una escuela han juntado,
a algunos otros del barrio que sacaron hoy temprano.
Habrá calor pa´los chicos, no tiene sentido quedarnos.
Dale que ya se hace tarde, viene la noche llegando.

Da bronca por ahí el destino, a veces nos viene tan bravo,
pensar que aquí cerca en el monte se pudren los troncos tirados;
rodeaos de madera vivimos y tener cartón por rancho.
Hay si me arde la sangre da bronca solo pensarlo.

Pa´colmo este año tan malo a mí me agarró sin trabajo,
ya hace unos meses que ando y ni una changa he sacado.
No tenemos ni pa´los vicios ni algo con que calentarnos,
dale que ya se hace tarde y ya sopla el viento blanco.

Mi negra no suelte el llanto, juntos saldremos del paso,
todavía hay gente buena que está dispuesta a ayudarnos.
Hoy le he pedido a la Virgen ella nos dará una mano,
cuando sea la primavera hasta la gruta iré rezando.
Mi negra no suelte el llanto, juntos saldremos del paso.

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