01/05/2019

La incertidumbre es incomprensible

A tres meses y días de las PASO, la incertidumbre es el único dato sólido que pueda ofrecer el panorama argentino. El actual presidente llegó a la Casa Rosada en diciembre de 2015 porque la mayoría de los votantes creyó en su discurso mercantilista, pero en su último año de gobierno el escenario es bastante peor que cuatro años atrás: la inflación se duplicó, la pobreza creció y la actividad económica se derrumbó, en línea con la pérdida del poder adquisitivo de los salarios.

El deterioro sin fin consolida la incertidumbre de cara a las presidenciales del 27 de octubre. Después de las elecciones de renovación parlamentaria parecía que Macri se encaminaba sin sobresaltos hacia la reelección, pero el malhumor imperante ya hizo su arribo a las encuestas y a comienzos de mayo, es imposible predecir quién se sentará en el Sillón de Rivadavia a partir del 10 de diciembre. En 2018 el PBI se contrajo un 2,6 por ciento y el oficialismo se cansó de bramar que ya estaba, que aquel era el fondo. Pero en 2019, la caída alcanzará nuevas profundidades.

A pesar del parche que significan los Precios Esenciales, la herida inflacionaria se expande día a día. Los datos no dan respiro: se duplicó la cantidad de créditos bancarios impagos y el consumo de carne vacuna perforó el piso de 50 kilos por año por habitante, por primera vez en varias décadas. Se trata de un atentado contra la costumbre alimentaria argentina más inveterada, que evidencia la magnitud de la crisis.

Es difícil precisar cuánta de la gente que votó a Cambiemos es partidaria del neoliberalismo. Probablemente, sea minoría. Más bien, aquellas grandes performances electorales del oficialismo se explican por el rechazo a la expresidenta, que había gobernado entre 2007 y precisamente, 2015. Hay que recordar que en 2011, Cristina Fernández había sido reelecta por un aplastante 54 por ciento.

Es verdad que cuatro años después, la economía “populista” ya no crecía. Pero sobre todo, fueron las múltiples denuncias por corrupción las que incidieron en la consideración de los votantes, no solo hacia ella si no hacia buena parte de sus funcionarios. Hasta el momento, son 11 los procesamientos que acumula en otras tantas causas. En cinco, afronta solicitudes de prisión preventiva pero sus fueros como senadora la protegen.

La estrategia que eligió la expresidenta está dando resultados: casi no habla públicamente y al momento de redactar estas líneas, nada se sabe de su postulación. Sin embargo, crece en las encuestas y según esos relevamientos, tiene serias chances de ganar en las generales de octubre. Ante esa perspectiva, el gobierno se corrió un tanto de la ortodoxia monetarista que siempre impone el FMI y anunció una serie de medidas en cuya eficacia, nadie cree.

Ya las enumeramos aquí: el congelamiento provisorio de 60 alimentos que integran la Canasta Básica, más frenos en los incrementos de la telefonía celular y las tarifas de los servicios públicos, cuyos valores crecieron en promedio un 800 por ciento desde 2016. En la patria chica del presidente, se postergó otro incremento del 10 por ciento en el subte… Más allá de la estructura oligopólica del “mercado” argentino alimentario, fue el gobierno el principal fogonero de la inflación con su ridícula política de recomposición tarifaria.

Casi nadie escucha la letanía “lo peor ya pasó” porque mientras siga vigente la meta de bajar el gasto público in extremis y de ausentar las regulaciones estatales del ámbito económico, los resultados pésimos continuarán. La capacidad de consumo está hecha añicos: solo en enero cerraron 2.536 negocios en Buenos Aires y alrededores, según la cuenta que lleva la ONG Defendamos Buenos Aires.

La pobreza pasó en un año del 25 por ciento al 32 por ciento de la población, cuando el actual gobierno tuvo el tupé de hablar de Pobreza Cero en su campaña electoral. Se trata de 13 millones de personas, cuando la población total se estima en 44 millones. En tanto, casi tres millones de argentinos y argentinas se debaten en la indigencia. Se volvieron a registrar fenómenos que hacía más de 20 años que no se advertían: gente que va a dormir a las guardias de los hospitales porque se quedó sin vivienda.

El rechazo a la gestión del presidente alcanza al 59 por ciento de la sociedad e incluye a algunos de los poderosos: una de las gigantes de la alimentación que emplea a más de 20 mil personas, perdió 25 millones de dólares en 2018 por la caída de las ventas y la devaluación del 100 por ciento que sufrió el peso. El panorama es tan inapelable que la consabida incertidumbre, es un dato incomprensible que debería desvelar a los politólogos.

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