COLUMNA ABIERTA

| 22/04/2019

Qué hacer después de una pérdida

Qué hacer después de una pérdida

Todos en algún momento tendremos que enfrentar algún tipo de pérdida. ¿Qué hacer cuando un ser querido parte de este mundo, o cuando una pareja de años se quiebra, o cuando de pronto nos encontramos sin trabajo? Debemos comenzar por aceptarlo. La reacción más común es negar lo ocurrido e intentar pelear contra eso en nuestras emociones, lo cual solo nos provoca sufrimiento.

El dolor emocional por la pérdida no es algo que se supera sino algo que se transforma y nos transforma. Dentro de nosotros reside una capacidad que solo damos a luz cuando atravesamos épocas dolorosas. Es por ello que después de una pérdida deberíamos mirar hacia adentro y preguntarnos qué cosas cambiaron en nuestra vida. Seguramente nuestras prioridades comenzarán a ser otras.

El dolor, cuando nos determinamos a aceptarlo sin negarlo ni intentar taparlo, puede ser para nosotros un “motor de cambio”. Frente a la pérdida, sea del tipo que sea, por lo general todo cambia su sentido y la vida nunca vuelve a ser como antes. Te invito a considerar a continuación tres actitudes que colaboran a transitar el proceso de la pérdida y a manejar el dolor emocional que esta nos genera:

1. Tengo que ser amable conmigo mismo

Cuando sufrimos, es fundamental tratarnos con amabilidad. Esto quiere decir no criticarnos ni reprocharnos por nada. Cada dolor es personal y nadie jamás puede entendernos completamente, por mucho que lo intente (porque es “mi proceso”, no el de ellos). Hay ciertas pérdidas que, de alguna forma, nos liberan, pero hay otras que nos atraviesan el alma y nos derriban durante algún tiempo.

2. Tengo que ver cómo crece en mi vida la semilla sembrada por la pérdida

Siempre lo que perdemos, ya sea que se trate de alguien o de algo que ayer teníamos y hoy ya no tenemos, nos deja una semilla sembrada. Porque todo lo que pasa por nuestras vidas nos deja alguna enseñanza y ya no somos los mismos después de eso. Y esa semilla sembrada en uno seguirá creciendo. Por eso, a pesar del dolor emocional, tenemos que enfocarnos en lo que continúa aquí en el presente.

3. Tengo que disponerme a atravesar el dolor de manera “sana”

Esto implica que uno no se culpa a sí mismo ni se mortifica por la pérdida experimentada. La forma quizás más sana de atravesar una pérdida es valorar a quien, o lo que, partió y convertir el sufrimiento en un don para ayudar a otros. El dolor emocional siempre nos conduce a aprender a relacionarnos con el mundo de otra manera, a crecer y a valorar todo aquello que antes no valorábamos.

Y después del dolor, ¿qué?

El dolor es una parte ineludible de la vida. Pero todos tenemos la posibilidad de escoger ser felices, aunque debamos sufrir por algún tiempo. Es posible experimentar sufrimiento y, a la vez, felicidad. Esto lo logramos solo cuando en medio del dolor emocional tenemos la valentía de preguntarnos: “¿Qué puedo aprender de esta situación negativa que tanto me duele?”. Si nos negamos a aprender, muy probablemente la vida nos vuelva a enfrentar con las mismas circunstancias…

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