SOMETIÓ A SU PROPIA HIJA DURANTE OCHO AÑOS

| 12/04/2019

Piden dieciséis años de prisión para un padre abusador

Mariano Colombo
Piden dieciséis años de prisión para un padre abusador

Un aberrante caso de abuso sexual ventilado en la justicia local llegó a su última instancia después de varias semanas de juicio oral. Un sujeto de unos 50 años se declaró culpable y ahora evalúan la pena que corresponde imponerle. La fiscalía reclamó una condena de dieciséis años de prisión, mientras que la defensa solicitó diez. El fallo se dará a conocer la próxima semana.

Los informes elaborados por profesionales que intervinieron en el marco del trámite de la causa judicial, revelan que la víctima sufrió un trauma intenso y que padece a consecuencia diversos trastornos que indican que pese a haber cesado los episodios de abusos a los que fue sometida, su vida sigue en peligro.

Es que su propio padre, un sujeto de actuales 50 años la sometió durante gran parte de su niñez y en el ingreso a la adolescencia. Según describió el fiscal Martín Govetto, los episodios de abuso sexual comenzaron cuando la niña tenía apenas cinco años de edad.

De forma reiterada y constante, el padre de la criatura la manoseaba y la amenazaba para procurar su impunidad. Esos hechos fueron encuadrados en la figura de abuso sexual simple reiterado doblemente agravado por la convivencia preexistente y por el vínculo.

Envalentonado por los años de impunidad, la intensidad de los abusos fue aumentando. A partir de los diez años de la niña, los manoseos se transformaron en violaciones, que siguieron siendo reiteradas y sistemáticas y generalmente acompañadas de amenazas, intimidaciones y un fuerte contenido de violencia verbal.

La fiscalía logró fijar con exactitud varias violaciones de las que fue víctima la niña, aunque aseguró que se trataba de hechos repetidos en el tiempo. Por esos episodios que culminaron promediando el año 2017, cuando la chica tenía 13 años, el fiscal Govetto adjudicó también al acusado el delito de abuso sexual reiterado calificado por el acceso carnal y doblemente agravado por la convivencia y el vínculo.

Pero además el fiscal le reprochó al acusado el delito de promoción y facilitación de la corrupción de menores, agravada por la violencia ejercida, las amenazas proferidas y la ascendencia que tenía el acusado sobre su hija.

Durante el juicio que duró más de un mes, el acusado se declaró culpable ante los jueces Héctor Leguizamón Pondal, Marcelo Barrutia y Bernardo Campana, que en definitiva lo declararon responsable por esos hechos. La fiscalía y la defensa no lograron llegar a un acuerdo en relación a la pena a imponer, por lo que realizado el juicio en el que fue declarado responsable , el caso tuvo continuidad con la audiencia de cesura, en la que se escucharon testigos y las partes pronunciaron sus pretensiones punitivas.

En su alegato, el fiscal Govetto remarcó que el concurso real de delitos que le atribuyeron tenía una escala penal que iba de los diez a los cincuenta años de prisión.

Explicó que el equipo fiscal que comanda había debatido mucho sobre el planteo a realizar y sentenció que había sido muy difícil arribar a una conclusión justa. "¿Qué pena le corresponde a un sujeto que abusa de su propia hjija desde los cinco años y la viola desde los diez?" se preguntó. Finalmente concluyó que reclamaba una pena de dieciséis años de prisión y además que se sostenga la prisión preventiva que pesa sobre el acusado hasta que la sentencia quede firme.

Al momento de evaluar las pautas para establecer la pena valoró la confesión del acusado y se apoyó en diversos informes elaborados por profesionales para intentar graficar todo el daño que sufrió la menor victimizada. En ese sentido explicó que la hoy adolescente padece algunas alteraciones congnitivas, falta de concentración, trastornos de sueño, pesadillas y otras situaciones de alarma en vistas a su futuro.

También evaluó que el acusado tenía entre 35 y 48 años mientras duraron sus ataque sexuales contra su propia hija, es decir que era un adulto pleno. En ese sentido desestimó los relatos de vecinos y amigos que lo señalaban como un buen padre o un buen vecino y destacó además que durante todos esos años de padecimiento, controlaba y celaba permanentemente a la niña, cuestionándole la forma en la que vestía o se maquillaba. Ejerció sobre su hija, concluyó Govetto, además de las situaciones de violencia sexual, otras tantas enmarcadas claramente en un contexto de violencia de género, con violencia verbal, psicológica y simbólica. Fue tanta la influencia que ejerció en la menor, que hasta logró convencerla de que "era su mujer", describió el fiscal.

Reconocida la culpabilidad por parte del acusado, la tarea del defensor oficial Juan Pablo Laurence se centró en marcar los atenuantes que encontraba en el caso para que los jueces evalúen aplicarle una pena menor a la reclamada por la fiscalía. En ese sentido subrayó el comportamiento del acusado durante el proceso judicial seguido en su contra, su reconocimiento expreso de los hechos que le atribuyeron y además que se trataba de una persona sin ningún antecedente penal.

En la sumatoria de atenuantes que describió el defensor, apuntó también que su asistido gozaba de buen concepto entre sus vecinos. El fragmento más polémico de su alegato fue cuando refirió que los hechos investigados no habían trascendido hacia la sociedad y que además la víctima había logrado regenerar sus vínculos tras los años de tormento. El defensor oficial reclamó el mínimo legal de condena para su asistido, diez años de prisión.

La identidad del acusado debe resguardarse con el objeto de proteger a las niñas victimizada. Rige al respecto la doble obligación legal de protegerla por la entidad de los delitos investigados y por su condición de minoridad.

LA PALABRA DEL ACUSADO

"Estoy muy triste con lo que está pasando en la familia"

Al momento de hacer uso de su derecho a pronunciar la última palabra del juicio, el acusado manifestó estar "muy triste con lo que está pasando en mi familia, pero me hice cargo" y apuntó contra la madre de la vícitma al decir que "indujo a las chicas para que digan lo que ella quería" y agregó "Ahora me quedé en la calle porque estando yo preso ella se quedó con mi casa y vendió todas mis pertenencias".

Sobre su situación dentro del Penal 3 en el que está detenido, el acusado señaló "La pasé muy mal ahí adentro. Estuve cuatro meses de rodillas llorando en un sótano" y describió "Es muy difícil estar ahí adentro, con gente drogándose todo el día, borrachos de pastillas, esquivando puñaladas o parándome de manos porque son ellos o yo".

Según su relato, otros internos del penal lo golpearon en reiteradas ocasiones y siempre evitó las peleas hasta que decidió enfrentarlas, aunque logró llevarlas a un plano "de hombres", sin la intervención de armas, "mano a mano".

Sobre el final de su expresión el acusado cargó contra la niña victimizada al señalar que "ella se fue de la casa porque le pintó la aventura" y remarcó dos veces que la chica tenía "otros novios".

*Si vos o alguna mujer que conocés sufre violencia de género comunicate al 144, es una línea telefónica nacional gratuita que brinda contención, información y asesoramiento.

Mariano Colombo

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