21/03/2019

Acceder al agua es uno de los derechos humanos

No está de más afirmar que el agua es un elemento esencial para el desarrollo sostenible. Los recursos hídricos y su utilización por parte de la humanidad juegan un papel clave en la reducción de la pobreza, el crecimiento económico y la sostenibilidad ambiental. Además, de propiciar el bienestar de la población y el crecimiento inclusivo, tienen un impacto positivo en la vida de miles de millones de personas.

El agua incide en cuestiones que afectan a la seguridad alimentaria y energética, a la salud humana y al medio ambiente. La consigna para hoy, Día Mundial del Agua, es “No dejar a nadie atrás”. Se trata en realidad de una adaptación de la promesa central de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: todos y todas deben beneficiarse del progreso que supone el desarrollo sostenible. En particular, una de las metas del Objetivo 6 (ODS 6) consiste en garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos y todas, de aquí a 2030. Quiere decir: no dejar nadie atrás.

La meta, el Objetivo y la consigna son pertinentes porque en la actualidad, todavía son millones las personas que viven sin acceder al agua potable, ya sea en el hogar, en la escuela, en sus lugares de trabajo o en sus granjas.

A partir de esa carencia, se pone más cuesta arriba la lucha por sobrevivir y prosperar. En particular, sufren la postergación grupos que quedan al margen del desarrollo, tales como mujeres, niños, refugiados, pueblos indígenas, personas con discapacidad y muchos otros.

También se ponen en funcionamiento prácticas discriminatorias cuando intentan conseguir y gestionar el agua potable que necesitan. Cuando se habla de agua potable, el concepto refiere al “servicio de abastecimiento gestionado de manera segura”, es decir, agua a la que se pueda acceder en las viviendas cuando se necesita y que no esté contaminada. Nueve años atrás, las Naciones Unidas reconocieron que “el derecho al agua potable y el saneamiento es un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos”.

Hay que especificar que por el derecho humano al agua se entiende “el derecho de toda persona, sin discriminación, a disponer de agua suficiente, segura, aceptable, accesible y asequible para uso personal y doméstico, y comprende el agua para el consumo, el saneamiento, la colada (limpieza de la vestimenta), la preparación de alimentos y la higiene personal y doméstica”, según el criterio de la entidad internacional.

Los “motivos de discriminación” por los cuales algunas personas resultan especialmente desfavorecidas en relación al acceso al agua son el sexo y el género; la raza, la etnia, la religión, la condición de nacimiento, la casta, el idioma y la nacionalidad; la discapacidad, la edad y el estado de salud; la tenencia de bienes, el lugar de residencia y la situación económica y social. La ONU también apuntó en el listado de factores la degradación del medioambiente, el cambio climático, el crecimiento demográfico, los conflictos, los flujos de migración y los desplazamientos forzosos.

En consecuencia, para no dejar a nadie atrás, gobiernos, sociedades civiles y comunidad internacional deben concentrar esfuerzos en incluir a las personas que fueron marginadas o ignoradas. Los servicios de abastecimiento de agua deben satisfacer las necesidades de todos los grupos y sus voces se deben tener en cuenta en los procesos de adopción de decisiones. En los marcos normativos y jurídicos debe reconocerse el derecho de todas y todos al agua. Debe proporcionarse financiación suficiente, de forma equitativa y efectiva, para los sectores que más la necesitan. No es solo un asunto de mercado, como quiere el gobierno nacional.

En términos globales, 2.100 millones de personas viven sin agua potable en sus hogares. Una de cada cuatro escuelas primarias carece de abastecimiento y los alumnos consumen agua de fuentes no protegidas o pasan sed.

Podrá comprenderse entonces que más de 700 niños menores de 5 años mueren todos los días de diarrea, a causa del agua insalubre o un saneamiento deficiente. El 80 por ciento de las personas que se ven forzadas a usar fuentes de agua no seguras o no protegidas, vive en las zonas rurales.

En ocho de cada 10 hogares de los que carecen de agua, las mujeres y niñas son las encargadas de recogerla. Más de 68 millones de personas que se vieron obligadas a huir de sus hogares, tienen problemas para acceder al abastecimiento de agua potable. Además, aproximadamente 159 millones de personas recogen el agua potable desde fuentes de agua superficial, como estanques y arroyos. Cerca de 4.000 millones de personas -casi dos tercios de la población mundial- padecen escasez grave de agua durante al menos, un mes al año. Datos tremendos.

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