INVITAN A PADRES Y MADRES A SUMARSE

| 14/02/2019

Corazones en el Cielo: Compartir el dolor para sobrellevar la muerte de un hijo y darse fuerzas para continuar

Susana Alegría
Corazones en el Cielo: Compartir el dolor para sobrellevar la muerte de un hijo y darse fuerzas para continuar
El hijo de María Rosa, por él creó el grupo de autoayuda.
El hijo de María Rosa, por él creó el grupo de autoayuda.

Corazones en el Cielo es un grupo de madres y padres que comparten un mismo dolor, una herida que con el tiempo puede llegar a incorporarse a lo cotidiano pero que no cerrara jamás, la pérdida de un hijo.

Se reúnen cada jueves a las 18 horas en Cre-Arte, Quaglia 540, lloran, ríen, cuentan anécdotas de sus seres queridos, se abrazan y se acompañan sabiendo lo que siente el otro, porque les falta un pedacito de corazón.

Para esta cronista, que tiene 24 años trabajando en el medio, cada una de las situaciones lamentables ha sido noticia en un determinado momento, pero ahora toman dimensiones inimaginables al abrazar a esas madres que aún no comprenden el por qué. Entonces lo que para muchos fue una información más, para ellas y sus familias marcó un antes y un después en sus vidas.

Mabel es la mamá de Richard Inostroza, quien había ido al almacén del barrio a comprar y se vio en el medio de un enfrentamiento entre dos bandos que, con piedras y tiros, se atacaban entre sí. Una bala dio directo en el corazón del jovencito que tenía tan solo 14 años. Era el mayor de los hermanos y el 9 de noviembre se cumplen 13 años de aquel terrible momento.

“Murió en el acto me dijo la doctora, hubo varios demorados y al final quedó uno solo detenido pero mi presentimiento de madre me dice que no fue él” afirmó.

“Una justicia a medias porque estuvo fugado cuatro años y cuando lo encontraron le dieron diez años de prisión de los cuales cumplió cinco en total”. Mabel recuerda que durante mucho tiempo fue todos los días a Tribunales y se sentaba a llorar en soledad.

Magdalena de Zambrano no olvidará jamás el 26 de junio de 1994. “Ese día Fernandito salió para ir a la casa de sus amigos y no llegó”. El 27 lo encontraron violado y asesinado, tenía 9 años, “quedó un implicado, porque todos los demás eran discapacitados, yo no creo en la Justicia porque lo ayudaron en todo, primero lo llevaron a Caleta Olivia y después volvió a vivir a dos cuadras de mi casa”. Reconoce que la Policía fue la única que los ayudó, “hacían recorridas por mi casa porque sabían que nosotros trabajábamos y mi nena quedaba sola” dijo agradecida.

“Siempre me pregunto qué habría pedido para esa Navidad, me culpo de no haberle comprado un jueguito que me pedía para usar con la tele” dijo apenada.

Hermelinda perdió a Fernando y confiesa que le cuesta mucho recuperarse, “tenía 19 años y nos dejó un vacío muy grande, era mi regalón” dijo llorando. “Había ido en moto a visitar a su hermana que se había mudado hacía poquito al San Francisco, amaba a sus sobrinos y se quedó a comer un asado con ellos, se vino tarde, yo lo estaba esperando en casa, pero no llegó”.

“Mi hija dice que cuando salió no le dijo chau, solo le guiñó un ojo y se vino, tomó una calle que estaba en construcción, pero no había carteles, bajó por la tierra, debajo había fierros de punta y voló”.

“Mi hija más chiquita no lo recuerda a su hermano, pero nos dice Fernando quiere que estemos bien porque nos ama, otro de sus hermanos sueña siempre que lo reta cuando no se porta bien” dijo Hermelinda. “Me siento muy sola en todo, le hicimos juicio a la empresa y ganamos, pero nadie nos va a devolver a nuestro hijo, yo escucho en las noticias la muerte de un chico o un joven y me llega muy de cerca”.

María Rosa es la mamá de Matías, quien trabajando en un puesto de Prefectura en Futalaufquen falleció de hantavirus el 17 de agosto de 2016. “Tenía 25 años y era mi rey, llevaba cinco años en la fuerza, se contagió por negligencia porque en el lugar donde vivían había ratas” afirmó. Era papá de una beba de un año y ocho meses en el momento que partió.

Matías era el mayor y el sostén emocional de cada mañana, su muerte es todavía muy reciente y su mamá no puede impedir desbordar en llanto al mencionarlo. “A pesar de tener a mi marido y mi hija sentí que me dejaron completamente sola, de sus amigos, de sus hermanos del corazón nos quedó solo Toti, el padrino de su hijita”.

Matías llevaba una vida muy sociable, jugaba al fútbol en varios equipos, “siempre estaba para los que lo necesitaban”.

“La felicidad está hecha de pequeñas cosas, pero nosotros éramos una familia feliz, me separé cuando mis hijos eran chiquititos y me costó mucho sacarlos adelante y cuando siento que la vida me sonríe, Matías con una carrera y una familia formada, nos pasó esto”, lamentó.

Era compañero, le contaba todo lo que hacía y ella le daba consejos, una amistad enorme entre madre e hijo.

En soledad

Cuando sucede la desgracia de perder a un hijo, mucha gente acompaña a la familia en un primer momento, pero tiempo después, casi todos se alejan, incluso los amigos, y es precisamente cuando más se los necesita. “Ya nadie quiere hablar de lo que pasó, incluso te miran con lástima” aseguraron las mujeres. “Eso no ayuda, todo lo contrario, te aísla aún más, sé que no lo hacen por maldad, solo que no saben cómo acercarse”.

Por eso este grupo de autoayuda es tan importante en sus vidas, porque si ven a una llorando esperan a que se desahogue porque saben lo que está sintiendo y al momento de ayudarla y acompañarla, sobran los argumentos para poder hacerlo.

“Uno no quiere dar lástima, entonces se aleja y así vamos quedando solas porque no hay consuelo, cada fecha duele, las fiestas de Fin de Año y Navidad, los cumpleaños, los aniversarios”, coincidieron.

Van imaginando cómo serían físicamente a la edad que tendrían ahora, se cuestionan cosas que no pudieron hacer cuando los tenían con ellas, pero nada de esto tiene una respuesta que llene ese vacío que llevarán eternamente.

El grupo

El 17 de agosto del 2018 al cumplirse dos años del fallecimiento de Matías, María Rosa dio a conocer el grupo y se juntaron el 26 de ese mes. “Cuando estaba llegando el segundo aniversario sentí la necesidad de hacer algo con todo lo que siento, entonces surgió la idea de invitar a mamás y papás que estén pasando por lo mismo, poder sentarnos a compartir y sobrellevar una carga tan grande”.

Compartir el dolor es la invitación, “es sanador y todas esperamos cada jueves porque es el día más importante de la semana, donde nos encontramos y los mantenemos presentes a nuestros hijos”. De eso se trata en realidad, nuestros seres queridos mueren solo si se quedan en el olvido.

“Armamos un grupo de diez personas fijas, otros se suman y se van” dijo. Gracias a un amigo consiguieron el salón de Cre-Arte donde se reúnen cada jueves. Ese primer día llegaron 16 personas, “te puedo asegurar que alivia recibir un abrazo de otra mamá que está pasando por lo mismo”.

Hablan inevitablemente de la muerte de sus hijos pero además, de sus vidas, de lo que cada uno de ellos dejó en sus corazones, de anécdotas de pequeños, de situaciones que de pronto, las encuentran riéndose a carcajadas, pero con los ojos llenos de lágrimas, como casi siempre.

Comparten sus fotos, cuándo fue tomada cada una y así, entre mate y mate, las horas se hacen más llevaderas. Cuentan con el asesoramiento gratuito y desinteresado de Marcela, una psicóloga que cada jueves las acompaña.

Mensajes

Todas después de un tiempo, recuerdan momentos en los cuales sus hijos, les dieron un mensaje de despedida. Magdalena, la mamá de Fernandito, recuerda que un día saliendo de su dormitorio fue hasta ella y le dio un abrazo muy muy fuerte, “me dijo que me iba a preguntar algo pero que quería que le dijera la verdad, me preguntó qué haría yo si él se muriera, me largué a llorar y le dije que me moriría con él, han pasado 25 años y acá sigo, muerta en vida”.

Hermelinda también dio su testimonio, “una semana antes estábamos los tres con mi marido, me preguntó qué le iba a dejar cuando me muriera, le contesté que le dejaba mi anillo pero que era para que comprara una cadena y lo usara en su cuello, que no se la regalara nunca a su mujer” comentó riendo, porque todavía no estaba en pareja, una suegra anticipada pero celosa.

Después Fernando le preguntó lo mismo a su papá, el que le respondió que le dejaría su guitarra y el acordeón y al llegar el turno de lo que él dejaría a sus padres si muriera, les dijo: “voy a dejar toda mi plata a mi mamita”.

No tenía dinero, entonces esa charla terminó en bromas.

Ahora ella encontró sentido a esa charla, recibieron el dinero del juicio que ganaron a la empresa por la muerte de su hijo, de parte de él, le llegó lo prometido. “No quiero tocar un solo peso de lo que nos dieron, solo quisiera tenerlo a él conmigo” dijo. El resto de las mujeres intentaron convencerla, en la charla, de que utilice ese dinero para hacer algo que hubiera puesto muy feliz a su hijo, como ocuparse de ella por ejemplo o comprarse eso que siempre fue relegando por otras prioridades.

Enojos

Han pasado por momentos de enojo con Dios y con la vida, “si hay un Dios cómo no escuchó los gritos de mi nene cuando lo estaban atacando” dijo Magdalena. Son sentimientos pasajeros inevitables, pero saben que la única manera de continuar, es retomar el camino del perdón y del amor.

Visitas

Todas en algún momento han sido y son visitadas en sueños por sus hijos cuando están atravesando situaciones complicadas o cuando la necesidad de abrazarlos les parte el alma. María Rosa pasó por una incertidumbre con respecto a su estado de salud, luego de un estudio muy doloroso llegó a su hogar, tomó un analgésico y se recostó a mirar televisión. “Me quedé dormida y él vino, preguntó cómo estaba y me dijo que él estaba muy bien, me dijo que esté tranquila que todo va a salir bien y me abrazó, esa energía de sus brazos la sentí durante muchas horas al despertarme”. En su sueño ella sabía que él estaba muerto por eso lo llenó de besos a más no poder. Los resultados de los estudios salieron todos bien.

Solo quien ha pasado por situaciones similares, sabe que cuando suceden estos hechos, de ser visitados por un ser querido en los sueños, no siempre se habla del pasado, en muchas ocasiones les traen consuelo o respuestas a problemas actuales. Algo simplemente inexplicable pero que llena el corazón al menos, por unos días.

Contacto

Para realizar consultas pueden comunicarse con Ivana al 2944812873 o con María Rosa al 2944 601793. Las reuniones son totalmente gratuitas.

Susana Alegría

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