EN EL SCUM, “BARILOCHE TAMBIÉN ES MÚSICA”

| 29/01/2019

Lanfré y Chehébar abrieron la semana

Adrián Moyano
Lanfré y Chehébar abrieron la semana
Buena sociedad. Lanfré y Chehébar.
Buena sociedad. Lanfré y Chehébar.

El cantautor y el vientista pusieron primera en un ciclo que resultará familiar: busca acercar los sonidos que aquí se hacen a la afluencia turística. Entrada gratis, salida a la gorra y gran camaradería.

La atmósfera era familiar pero no porque la gente se conociera. Más bien, la familiaridad tenía que ver con la repetición de la experiencia, aunque hacía rato que no se recreaba. Hasta el domingo estará en curso “Bariloche también es música”, una propuesta que sitúa en el SCUM de Moreno y Villegas a varios los exponentes más activos del quehacer, con ubicación sobre todo en el ámbito del folklore.

Como el reducto es un espacio de exposiciones, hace poco menos de 20 años que Claudio Chehébar y Roberto Navarro pedían fecha al área de Cultura, como si se tratara de una muestra plástica. Pero en lugar de colgar cuadros, instalaban apenas el sonido necesario para que su propuesta pudiera escucharse y además, abrían el escenario a colegas. En invierno y en verano, para que los sonidos locales también pudieran llegar a las y los turistas que arriban a la ciudad.

Todavía se extraña al “Flaco”, luego de su temprana partida en tierras alemanas. Pero su compañero de tantas décadas retomó la idea y con nuevos y no tan nuevos cofrades, ideó una semana de música. La propuesta se inauguró el último lunes, con la dupla que integraron el vientista y Edgardo Lanfré. En la primera jornada también fueron de la partida Marcelo Piñeiro (voz y guitarra) y Daniel Sánchez (teclados), quienes llegaron desde Neuquén para concretar su aporte.

Con la familiaridad, vino de la mano la informalidad. A nadie molestó que el grupo vocal El Rocío (Cipolletti), terminara de ajustarse cuando ya había público en las butacas. Es más, la gente saludó el ensayo con aplausos. Pero en rigor, las cosas comenzaron con el dúo barilochense, que arrancó su faena con climas que invitaban a la introspección y la serenidad. Jóvenes con mochila ingresaban al SCUM para ver de qué se trataba y el que firma pensó que no solo con tremendos despliegues del tipo Culturica Festival se pueden aunar turismo y cultura.

Guitarra y siku para el comienzo. Chehébar explicaría después que se trataba de una canción de cuna de Uña Ramos, quien fuera gran exponente en la interpretación de instrumentos que un tanto académicamente, se denominan aerófonos. El ineludible sabor telúrico de la propuesta se instaló decididamente en el norte gracias a otra obra de Ramos, en este caso más movediza y festiva que la primera.

La piel de América

La sucesión de música adoptó vocación sudamericana cuando después de un simpático huayno de Jorge Cumbo –“Huayno T”-, Lanfré y Chehébar se introdujeron en sonoridades venezolanas. Fue a través de “Fronda”, para cuya ejecución el vientista tomó una flauta traversa. Mientras hurgaba en su estuche, el cronista escuchó detrás suyo: “quenas, sikus, flautas… Toca de todo”. En efecto, el arsenal del músico es inagotable. Y eso que no había traído las dulces que interpreta cuando integra Barrocos al Sur.

Fue recién de varios temas que tomó la palabra Lanfré para aportar su reflexión campera, siempre con matices de buen humor. El primer tema de su autoría que compartió fue “Andar por andar nomás”, que integrará su próximo álbum. Un homenaje a los caminos, al peregrinar inagotable, al caminar por el hecho de hacerlo. Poesía simple pero significativa, para que los sures se hicieran presentes en “Bariloche también es música”.

A continuación, no ahorró el columnista de El Cordillerano cuestionamientos al “folklore que está patas para arriba”, al “pop vestido de gaucho” de finalidades exclusivamente comerciales. Deslizó esos comentarios para objetar la costumbre de re-versionar viejas gemas, con el solo ánimo de hacerlas digeribles para los requerimientos del mercado. Pero el cantautor quiso rescatar una pieza de antaño, “pasarle el plumero para traerla a este tiempo”.

Ofreció entonces una bellísima versión de “Zamba para decir adiós”, de Argentino Luna.

Después de un breve “estado deliberativo” retornaron las atmósferas norteñas, con la presentación de un tema de Markama y otra composición que demandó que Chehébar se valiera de dos sikus de considerables proporciones al unísono. La gente saludó “Vuelo de gaviota”, cuando en el exterior del SCUM el sol todavía no se ponía y el viento no soplaba con tanta intensidad como ayer o el domingo.

Para el fin del segmento, Lanfré “cortó” de “Patagonia camino y tiempo”, un tema cuya letra goza de absoluta actualidad. “Madre Tierra” reflexiona desde la región sobre el estropicio que la actividad económica humana provoca sobre el conjunto de la naturaleza. “Lloró, lloró y nadie la escuchó”, lamenta la canción del cantautor, aunque exhorta al renacimiento. Cuando el dúo finalizó su faena, una turista tucumana pidió al cronista de El Cordillerano que por favor, le tomara una foto con el músico. Y sí, “Bariloche también es música”.

Plástica presente

La propuesta de “Bariloche también es música” cuenta con respaldo plástico desde los paneles del SCUM. Están presentes a través de sus obras Natalia Eggui, Alicia Galván, Patricia González, Patricia Aragón, Irena Zuzek, Viviana Dziewa, Romina Romero, Olga Mamani y Lili Saurin. Lenguajes múltiples que permiten que el espectador pase de la recreación de motivos naturales a intensas miradas, abstracciones, vitrales y hasta esculturas.

El ciclo se extenderá hasta el próximo domingo y la música comenzará siempre alrededor de las 19.30. Se previó la participación de Leopoldo Caracoche, Maia Bogner, Jeanine Martin, Facundo Fuentes e Iván Piombi. En tanto, en la tardecita de este martes, al cierre de esta edición de El Cordillerano, tenían su momento Damián Ortega en primer lugar y luego, Kawell, el trío que lidera Fran Lanfré.

 

Adrián Moyano

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