28/10/2018

Llevar hábitos alimenticios saludables a la escuela

Se denomina “comida chatarra” o “basura” al conjunto de alimentos que posee un alto contenido en azúcar y grasas. Como sus precios son relativamente bajos, son los más accesibles. Además, suelen comercializarse en los establecimientos de comida rápida, una de las adquisiciones culturales que más consecuencias tiene sobre la salud de los seres humanos contemporáneos.

Hay que tener en cuenta que aproximadamente 1.700 millones de personas presentan un alto riesgo de desarrollar enfermedades como diabetes y cardiopatías, ambas relacionadas con el exceso de peso. Sólo en la Unión Europea se registran cerca de 300.000 muertes por década en mayores de 25 años, atribuibles al exceso de peso. Se trata de casi el 8 por ciento del total de los fallecimientos.

Por ejemplo, en España, el 14,5 por ciento de la población adulta es obesa y el 38,5 por ciento sufre de sobrepeso. Entre la población infantil y juvenil (de 2 a 24 años), los porcentajes son del 13,9 por ciento y del 26,3 por ciento, respectivamente. Siempre entre los españoles, la tasa de obesidad de los niños que cuentan entre 6 y 12 años asciende al 16,1 por ciento. Es una de las más elevadas de Europa y se triplicó en una década.

Según dictaminaron tanto la Federación Internacional de Diabetes como la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sobrepeso y la obesidad que padecen los menores están cada vez más vinculados a la diabetes tipo 2. Hasta hace poco, esa variante era considerada diabetes de adulto porque requiere para su aparición, de un exceso de peso prolongado en el tiempo. Consecuencias de una civilización que día a día demuestra su carácter pernicioso…

El crecimiento de la obesidad y de las enfermedades que de ella derivan tiene que ver con el sedentarismo pero, sobre todo, con los malos hábitos alimentarios. Estas costumbres la generan no sólo la sobrealimentación, sino también el exceso de carnes, grasas, sal y azúcar, en detrimento de panes, pescado, legumbres, frutas y vegetales. Además, los alimentos frescos y que se cocinan en casa se sustituyen cada vez más por alimentos industriales y precocidos, que contienen conservantes y aditivos.

Obviar el desayuno, no comer frutas y verduras en forma diaria, tomar gaseosas en lugar de agua y comer golosinas más comida basura, se está revelando como un cóctel fatal. La OMS recomienda que, en una dieta de 2.000 calorías para un adulto, la proporción de azúcar no supere los 30 o 50 gramos diarios. Pero también debería enseñar esa entidad que una lata de gaseosa ya contiene 35 gramos de azúcar, es decir, supera por sí sola la dosis mínima.

El asunto es realmente grave en Estados Unidos. La Academia Americana de Pediatría alerta sobre el riesgo que implica el consumo de bebidas azucaradas. El organismo metaboliza hasta 100 gramos de azúcar en el hígado y otros 200 gramos en los músculos. El resto se transforma en grasa. Un estudio sobre la dieta de la población escolar en ese país demostró que una lata diaria de gaseosa incrementa el riesgo de obesidad infantil en un 60 por ciento.

Hay que prestar mucha atención con la alimentación de los chicos y las chicas en la escuela.

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