11/06/2016

Diversas maneras de abordar el arte textil

- EN BOSQUE NEON - De Bariloche exponen Viviana Dziewa e Ingrid Roddick. De otros sitios, Julieta Corrales , Florencia Lafuente , Dimas Melfi y Laura Mozzi . Desafíos al lenguaje que cada uno tenía como propio.

Diversas maneras de abordar el arte textil
La gente visita la muestra.
La gente visita la muestra.

La muestra lleva como título “Temporal: ejercicios textiles”. Pero aquí nada de aguayos, tapices u otras creaciones artesanales de las que alcanzaron difusión en los últimos años. Hay texturas, sí… Pero la propuesta es otra y tiene más que ver con la investigación, con ensayos de final incierto sin temor a los resultados. Se sumaron a las maniobras barilochenses y foráneos: Viviana Dziewa e Ingrid Roddick entre los primeras… Julieta Corrales (Buenos Aires), Florencia Lafuente (Córdoba), Dimas Melfi (Catamarca) y Laura Mozzi (Neuquén), entre los segundos.

Reciben a quienes ingresan a Bosque Neón los trabajos de Dziewa: un vestido breve y traslúcido que contiene mariposas y un armazón en el que brillan unas pequeñas perlitas. Ya sobre la pared, siguen cuadros de la misma artista: más perlitas sobre un fondo azul que pareciera acolchado, un barquito de papel que recibe una lluvia de hilos desde un cielo de cables hechos nubes… En tanto, Corrales pone a consideración creaciones abstractas mientras que Mozzi dialoga con la naturaleza: su medusa de tela aparece en un video, donde se deja mecer por los caprichos de olas marinas. El mismo objeto está presente en la galería, al tiempo que puede verse en fotografías.

Con Roddick dialogó este diario (ver más abajo), mientras que Melfi y Lafuente sorprenden con un diálogo simétrico entre dibujos que idea el primero para que la segunda los re-versione en formato de bordados. Sobresale con ternura el que está en el centro del conjunto: simpáticos animalitos toman el té en un entorno boscoso. El conjunto estará a disposición del público hasta el próximo 2 de julio, en el local 19 de la Galería Miyel.

“Cuando yo era adolescente no había todavía televisión en Bariloche, nos juntábamos y la calefacción era a leña. El gas era para cocinar y había una caldera gigante para el agua caliente, entonces nos juntábamos en la cocina alrededor de la radio, ahí aprendí yo a coser y bordar”, rememoró Ingrid. “Era un intercambio que identifico mucho con una situación muy barilochense”, definió.

Al parecer, no fue la única que asoció la idea de la muestra con situaciones del pasado. “En la inauguración salió esa charla: Bariloche tenía eso de sentarse a trabajar con las manos lo textil desde distintos lugares. Me parece que ese fue mi primer encuentro con el tema del bordado y el tejido, después durante muchos años no los hice como parte de mi obra artística pero hace un tiempo, mi mamá me dijo: si a vos te gusta, por qué no lo incorporás…” La sugerencia materna decidió el asunto.

Bordar papel

Confió Roddick que “ya venía curiosa con el tema de bordar papel, quería ver cómo funcionaba eso en vez de bordar tela u otro material textil. Desde entonces no paré de bordar papel: muchas veces mapas, que es mi tema recurrente y después, surgió esta serie Rosa a partir de unos papeles que tenía y unos hilos que me regalaron. Me metí en un mundo extraño para mí desde lo artístico, por el significado del rosa y qué se identifica con ese color”, inquirió.

En la inauguración se produjo una suerte de intercambio. “Lorraine Green contó que antes, el rosa se identificaba con los varones porque había una cuestión religiosa. No recuerdo cuándo, se ponía algo rojo entre la ropa del varón para ahuyentar los malos espíritus y algo azul entre las prendas de las nenas, porque se relacionaba con el manto azul de la Virgen María. Eso después se aclaró al celeste y al rosa y en algún momento se invirtió, hoy pasa lo contrario”, recordó.

Sucede que “ningún color tiene una connotación tan fuerte como el rosa al identificarlo con el género. Una chica puede ponerse (vestimenta) rosa o azul, pero si un varón se pone rosa a lo mejor está diciendo algo: que es muy macho y se la banca o lo que sea, pero enseguida hay una interpretación… Hay algo ahí que no pasa desapercibido. Me parece que no debería ser así, uno tiene que acercarse al color porque le gusta, porque le mueve algún sentimiento o alguna sensación”, especuló.

Su participación consiste en dos cuadros obviamente rosas, donde dispuso un conjunto de objetos en general minúsculos. Las obras “dialogan con los mapas (que caracterizan su trabajo), tienen el mismo recorrido interno. A lo mejor son más laberínticos y más de uno mismo, porque además en estas dos piezas me puse a buscar cosas rosas que yo tenía guardadas. Surgieron muchos recuerdos del pasado: las hojas de un libro, un boleto capicúa, escarabajos de cotillón color rosa… Hubo mucha conexión con mi historia anterior en las piecitas que están en estas cajas”. Conexiones insospechadas que demandaron los Ejercicios textiles… Plásticos y poéticos.

Conjugar diversión

Daniela Gineste, una de las galeristas de Bosque Neón, compartió el origen de muestra tan diferente. “Cuando hicimos la convocatoria el año pasado, entre todas las carpetas que llegaron estaban las de Ingrid, Viviana, Julieta, Dimas y de Laura. Todas coincidían en que de alguna forma, trabajaban con lo textil, entonces apenas las vimos dijimos: hagamos que estén todos juntos… La convocatoria no refería a lo textil pero todos estaban trabajando en el tema y de maneras diferentes, así que era interesante”, compartió.

Junto con su compañera, Nani Franzgrote, “armamos el grupo, los convocamos y todos dijeron que sí. Pudo venir Julieta Corrales, que es de Buenos Aires pero estuvo en la inauguración y Laura, que es de Neuquén, también estuvo. Estuvieron todos muy contentos de poder intercambiar porque además a todos les gustó mucho el trabajo del otro. También, vinieron muchos artistas de Bariloche, así que estuvo relindo”, sumó Gineste.

Montar tanta diversidad “fue divertido, igual las (exposiciones) colectivas siempre son las más complicadas porque tiene que quedar todo bien y de alguna forma, conjugarse. Lo de Ingrid fue uno de los desafíos más grandes (risas) porque es la primera vez que hace obra con iluminación dentro, así que tuvimos que agujerear las paredes (más risas). Tecnológicamente, estuvo un poco complicado”, admitió. Pero las anfitrionas salieron airosas del desafío.

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