2019-07-27

17 DE FEBRERO DE 1883

El día en que se enfrentaron a muerte destacamentos chilenos y argentinos

Al oeste de la cordillera, el Ejército trasandino culminaba la Ocupación de la Araucanía y al oriente, el de Buenos Aires hacía otro tanto en las actuales provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut.

Los nuevos límites no estaban claros y las interpretaciones de los oficiales que operaban en el terreno, terminaron en víctimas fatales.

En las últimas fases de la Ocupación de la Araucanía y la Campaña al Desierto se produjeron algunos incidentes entre los ejércitos chileno y argentino, que tuvieron su momento culminante al producirse un combate. El enfrentamiento tuvo gran repercusión en los medios de la época, tanto en Santiago como en Buenos Aires y por momentos, hizo temer una conflagración general. Aunque hubo muertos en ambos bandos, finalmente las cosas no pasaron a mayores.

En forma previa, el coronel chileno Gregorio Urrutia y el general uruguayo del Ejército argentino, Conrado Villegas, habían intercambiado varias misivas, con la finalidad de superar la tensión que había surgido ante otros episodios similares. Cabe recordar que los dos países habían firmado en 1881 un tratado por el cual se repartían el territorio mapuche y tehuelche hasta entonces libre, pero todavía restaba la exacta delimitación de las dos jurisdicciones.

Los sucesos tuvieron lugar no muy lejos de la laguna Galletué, 228 kilómetros al noreste de Temuco. El espejo de agua se sitúa a 1.350 metros sobre el nivel del mar y se considera nacimiento del histórico Biobío. Apenas 20 kilómetros la separan de la frontera entre los dos países, en particular, del Paso de Icalma, departamento Aluminé de la provincia de Neuquén. Pero por entonces, para los oficiales que operaban sobre el terreno, no estaba tan claro dónde terminaba una jurisdicción y dónde arrancaba otra.

“Después de las notas transcritas del Coronel Urrutia y contestación de los jefes argentinos, en que se demostraba que estos frecuentes casos de invasión eran debidos únicamente a la falta de demarcación en el terreno, era de esperar que todo hubiera terminado en la forma amigable que tales comunicaciones expresaban”, afirmó en su libro Leandro Navarro Rojas, militar trasandino que participó de las operaciones de su Ejército en el territorio mapuche. El volumen lleva como título “Crónica militar de la conquista y pacificación de la Araucanía desde el año 1859 hasta su completa incorporación al territorio nacional” y se reeditó en 2008.

Laguna Galletué, en Chile.

Relaciones tirantes

Sin embargo, “los hechos vinieron a revelar un incidente bastante trascendental, que casi compromete la armonía de los dos países, en circunstancias que las relaciones diplomáticas se encontraban un poco tirantes a causa de la captura del buque mercante Jeane Amelie por la corbeta Magallanes en el puerto Santa Cruz de la Patagonia y cuando se creía que ésta fuera chilena”. En efecto, durante unos años la Marina chilena actuó como si la geografía de su país se extendiera hacia el Atlántico y al sur del río Santa Cruz. En esta inteligencia, capturó al navío guanero, que contaba con autorización de Buenos Aires pero no de Santiago.

Así las cosas, en la cordillera “reclamaciones de indígenas hacen saber al Comandante del fuerte Lincura el día 16 de febrero, que a las inmediaciones de la laguna de Galletué se encontraban acampadas tropas argentinas, arrebatando algunas familias del Cacique Quipo y que éste, con cien mocetones se aprestaba para repelerlo y defenderse”. Transcurría 1883. Muy probablemente Navarro Rojas se refiriera al lonco Queupu, quien había traspuesto las montañas para poner distancia de las tropas argentinas.

La posición chilena se había levantado el mes anterior. “El Teniente don Domingo A. Rodríguez, Comandante del expresado fuerte, temiendo un conflicto entre los indios y la tropa argentina en territorio chileno y en vista de la orden dejada por el Comandante Drouilly de que, cuando se presentaran tropas argentinas debiera pedir su retiro y ser acompañadas por un oficial hasta fuera de la línea, mandó alistar treinta individuos de tropa y un oficial, y en las primeras horas del 17, partió en dirección al lugar, donde se decía, estaba la tropa argentina, con el objeto de intimarle la orden que tenía de hacerla retirar a la mayor brevedad o saber los motivos que lo inducían a venir a esos lugares”, dice el texto del oficial chileno.

Tropas chilenas del coronel Urrutia durante la ocupación de Villarrica.

Bandera blanca

“Después de haber andado cuatro o cinco leguas (aproximadamente 20 kilómetros) por la ribera del Bío-Bío, en dirección Galletué, divisaron la tropa en número de treinta y cinco a cuarenta que venían en marcha hacia el Este”, continúa el relato. “El Teniente Rodríguez hizo alto con la suya y la formó como a media cuadra, mandando en seguida al Alférez Norambuena para que, en calidad de parlamentario, fuera a conferenciar con el Jefe de la tropa argentina”.

Las cosas no terminarían bien. Según la versión de Navarro Rojas, el alférez en cuestión, “viendo que aquellos tomaban una actitud bélica elevó una bandera blanca y se dirigió a cumplir su misión, mas, apenas se había desprendido unos veinte o treinta metros de la fila, cuando los argentinos izaron una bandera lacre y dispararon sobre el oficial chileno. Viendo esto el Teniente Rodríguez y notando que en la primera descarga le mataron dos soldados, rompió también el fuego y se trabó el combate”.

A continuación, “la tropa argentina se parapetó en una sinuosidad del terreno, poniendo la caballada a retaguardia y disparó a mansalva sobre la nuestra que iba por un arenal a pecho descubierto y sin tener dónde guarecerse”.

Mientras los dos destacamentos intercambiaban descargas, “varios grupos de indios armados de lanza estaban a los flancos de los combatientes, esperando, que terminara el combate para hacerse cargo de los despojos”, interpretó el oficial – historiador chileno.

El asunto había arrancado mal y terminó peor. “El Teniente Rodríguez hizo armar bayonetas para irse a la carga, mas, notando que esto habría sido infructuoso por la superioridad del terreno y la fuerza de los argentinos, y habiendo perdido ya cerca de una tercera parte de su tropa, no pudiendo hacer lo mismo con la enemiga, se vio en la precisión de ordenar la retirada, la que se ejecutó ordenadamente”.

Tuvo que lamentar la fuerza chilena las muertes del cabo primero Vicente Merino, del cabo segundo Benito Muñoz y de los soldados Jenaro Leiva, José de la Cruz Araneda, Juan de Dios Campos y José Mercedes Oliva. Además, contabilizó tres heridos. Siempre según la versión trasandina, su contrincante argentino perdió un oficial y dos soldados. “También perdieron todos sus caballos, de los cuales, once quedaron muertos y de los demás, se apoderaron los indios”.

Finaliza la reconstrucción de Navarro: “Profunda sensación causó este hecho en ambas Repúblicas. La prensa argentina, por su parte, decía que se calumniaba a su Ejército, protestaba que se calificara de traidor y todavía de cobarde, diciendo que sus soldados habían huido”. En Chile, “en consejo de Ministro, se acordó entablar una reclamación diplomática por conducto del Ministro Villegas. El buen criterio que predominó en ambos gobiernos, para no ver otra cosa en este desgraciado asunto, que la falta de demarcación en el terreno de la línea divisoria que separa a ambas naciones, dio felizmente por terminado este enojo incidente”, celebró el militar chileno. Como sabemos, las tensiones entre ambos países continuaron por espacio de un siglo y solo terminaron de resolverse recientemente.

Lago Aluminé, en la Argentina.

La versión argentina

Las fuentes argentinas sitúan en cercanías del lago Aluminé el episodio que las chilenas ubican más al oeste. Lideraba las tropas de Buenos Aires el teniente coronel Juan Díaz, quien estaba “al mando de un destacamento” que operaba “un reconocimiento en busca de indios”, según la reconstrucción que hiciera Juan Carlos Walther en “La Conquista del Desierto”, libro que data de 1948.

Díaz entendió los sucesos de una manera distinta a la de su colega chileno. Según su parte, pudo caer rodeado “por 100 o 150 indios que en grupo de 20 o 30 iban saliendo detrás de las lomas; haciendo acollarar las mulas tomé posesión de un médano, pues temía ser cargado por los indios, mas éstos se limitaron a hacerme algunos tiros. En vista de no ser atacado retrocedí buscando puntos estratégicos para mi defensa hasta que lograron sacarme a un valle”.

Mientras Díaz y sus hombres maniobraran para evitar la hipotética carga mapuche, “se presentó a mi flanco izquierdo un infante del ejército chileno con bandera de parlamento, mandé no hacer fuego, mas como viera que detrás de él venía una compañía de infantería en guerrilla y ocultándose, y que la indiada me atacaba por retaguardia y teniendo en cuenta lo sucedido a otras comisiones, mandé romper el fuego, siendo yo el primero en efectuarlo”, informó después, el teniente coronel a sus superiores.

“Desde ese momento se trabó un encarnizado combate cargándonos por último los enemigos a la bayoneta, hasta cuarenta pasos de nuestra débil posición, donde dejaron 7 muertos y algunos heridos que fueron recogidos por los indios poniéndose en retirada al trote”. De lado argentino, perdieron la vida los soldados Esteban Godoy, Pedro Leal y Domingo Ríos, del Batallón 2 de Línea. Díaz interpretó que el fortín chileno de Lincura o Lien-Curá, estaba del lado argentino. Jornadas más tarde, Villegas respaldó su accionar.

Adrián Moyano

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