La madrileña Soledad Oliart es una cirujana especialista en el aparato digestivo que destina parte de su tiempo en ser voluntaria en África operando a mujeres con fistula obstétrica. Esta es una herida provocada en partos o en abusos sexuales, generalmente en niñas entre 10 y 12 años o mujeres con pequeño desarrollo –a veces por desnutrición-, cuyas caderas aún no se han desarrollado. La desproporción pelvicefálica provoca esta patología que consiste en una comunicación anómala entre  el canal del parto con la vejiga o el recto, o entre los tres, provocando incontinencia urinaria o fecal de manera permanente. En algunos casos el feto no puede salir y muere, quedando en el vientre materno varios días por falta de atención médica. Las estadísticas son aterradoras: bajo estas condiciones cuatro de cada diez mujeres mueren en el parto, en ocasiones por septicemia por infección renal. 

Estas mujeres son a menudo rechazadas en la sociedad, aislándolas y afectando su salud emocional. La incontinencia es un verdadero estigma para ellas. La falta de compresas y material higiénico conllevan infecciones, lesiones cutáneas,  cicatrices y fibrosis complicando el cuadro. Los maridos las repudian, luego el grupo familiar, quedando abandonadas. Cada año se suman entre 50.000 y 100.000 casos, superando los dos millones en África.

La única manera para erradicar la fistula es con prevención (acceso a servicios integral de salud sexual y reproductiva), operaciones quirúrgicas y reinserción social, por ello las Naciones Unidas fijaron una meta de trabajo en el 2003 a la que adhirieron 55 países. Esto afecta a países de África subsahariana, Asia, Oriente Medio, América Latina y el Caribe. El avance fue más lento de lo esperado. 

La doctora Oliart trabaja en el Hospital de la Cruz Roja de Madrid y dedica al menos quince días al año al voluntariado. Lleva unas 60 intervenciones que les ha cambiado la vida a esas mujeres, las que fueron abandonadas.