Los jueces Carlos Mussi, Adrián Zimmermann y Miguel Ángel Cardella, rechazaron de plano los argumentos defensivos de un empleado policial rionegrino que fue condenado a la pena de diez años de prisión, tras ser declarado culpable por dos hechos de abuso sexual agravado, contra una niña de diez años.

En diciembre pasado, los jueces Romina Martini, Bernardo Campana y Juan Martín Arroyo lo habían encontrado culpable y luego le impusieron una pena de diez años. Además, como se acreditó en el juicio que la víctima intentó denunciar los hechos en comisarías y no quisieron tomarle las denuncias, se emitió un tirón de orejas a las autoridades. Ahora el Tribunal de Impugnación de la provincia rechazó el recurso ordinario que intentó la defensa.

El sujeto fue identificado en la sentencia a la que tuvo acceso El Cordillerano con las iniciales S.C.A. y fue encontrado culpable por dos hechos de abuso sexual con acceso carnal y corrupción de menores, hechos que cometió en perjuicio de una niña de diez años al momento de los hechos, ocurridos en El Bolsón.

La fiscalía acusó al hombre por dos hechos, uno de ellos ocurrido en el verano del año 2014, en el interior de un vehículo Volkswagen Gol del acusado, cuando trasladaba a la niña en el rodado y se detuvo en un terreno de su propiedad para acometer a la víctima. El otro, ocurrió en el interior de la vivienda en el que vivía la niña con sus hermanos y madre, cuando el acusado la sorprendió en la cama mientras dormía y la violó nuevamente.

Los jueces deliberaron sobre los elementos de prueba incorporados al debate y señalaron que “las agresiones sexuales existieron”, toda vez que el testimonio de la víctima reunió “los requisitos exigidos para considerar válida” la declaración de la víctima y afirmaron que “nada, absolutamente nada permite poner en crisis la veracidad de la versión narrada. Más bien todo lo contrario”, dijeron.

Agregaron los jueces: “En nada opaca la credibilidad de la víctima, el hecho que hubiese tardado años en denunciar. Repárese que a los pocos meses de ocurridos los hechos, se los pudo contar a su madre. Pero ésta no le creyó, al punto que la echó de su casa. De modo que no es cierto que no denunció. Lo hizo, frente a quien cabe esperar máxima protección: su madre”.