Clarisa Figueroa, la mujer acusada de secuestrar y asesinar brutalmente a una joven embarazada para robarle a su bebé hace casi cinco años en Chicago (EE.UU.), fue condenada este martes a pasar cincuenta años en prisión luego de aceptar su culpabilidad. Figueroa, de 51 años, enfrentaba más de una docena de cargos que incluían homicidio en primer grado, secuestro agravado, agresión agravada contra un menor y desmembramiento de un cuerpo.

El macabro crimen ocurrió el 23 de abril de 2019, cuando Figueroa contactó a Marlen Ochoa López por las redes sociales ofreciéndole ropa y un cochecito gratis para su hijo por nacer. Sin embargo, su objetivo era otro. Con la ayuda de su hija Desiree, Figueroa estranguló a la joven embarazada de nueve meses con un cable, para luego abrirle el abdomen y sacar al bebé del útero.

Tras el atroz acto, Figueroa llamó a emergencias para reportar que había dado a luz en su casa pero que el niño no respiraba. Vecinos atestiguaron haber visto a la mujer ensangrentada, con un bebé envuelto en una toalla, pidiendo ayuda desesperadamente porque el supuesto hijo estaba pálido y azul.

El esposo de Ochoa López denunció la desaparición de su esposa el mismo día, pero no fue hasta el 7 de mayo que los detectives vincularon el caso con Figueroa después de que amigos de la joven revelaran que había interactuado en un grupo de Facebook para mujeres embarazadas. Tres semanas después, los investigadores encontraron el cuerpo descuartizado de Ochoa en un contenedor de basura y un análisis de ADN confirmó que el bebé era su hijo.

El bebé, a quien Ochoa López había planeado llamar Yovanny Jadiel López, murió el 14 de junio después de pasar siete semanas en el hospital con respirador artificial debido a los daños cerebrales sufridos durante el ataque. El médico forense dictaminó su muerte como homicidio.

Sentada en una silla de ruedas, Figueroa aceptó su responsabilidad en el asesinato y fue condenada a cincuenta años de prisión sin opción a libertad condicional. La jueza Peggy Chiampas le señaló que esperaba que cada día pensara en la familia de sus víctimas y en el daño irreparable que había causado.