Si lo tuyo es encender el horno el fin de semana (o entre semana) para inundar la casa de ese hogareño aroma de bizcochuelo, has llegado al lugar indicado. Aquí te vamos a contar cómo hacer un bizcochuelo de yogur con cacao, extraordinariamente fácil de hacer y súper rico y esponjoso. Si nunca lo has hecho no pierdas más tiempo sin probarlo. Y si eres principiante en la cocina esta receta es ideal para introducirte en el mundo de los bizcochuelos.

Para merendar, para desayunar o de postre. Este bizcochuelo te va a sorprender por lo esponjoso y suave que queda. No es nada complicado, verás que no se diferencia mucho del típico bizcocho de yogur que es tan sencillo y tan resultón para cualquier ocasión. En esta ocasión añadimos cacao y nueces, dos ingredientes que le vana a dar un sabor espectacular.

Acompáñalo con una taza de té o un vaso de leche y tendrás la merienda perfecta para compartir con amigas. El cacao tiene muchas propiedades beneficiosas para el organismo, así que no dudes en incorporarlo a tus recetas, dulces o saladas. Y las nueces son súper saludables sobre todo para regular los niveles de colesterol, y añaden el toque crunchy al bizcochuelo.

Ingredientes (Para 4 personas):

- 200 g de harina

- 200 g de azúcar

- 100 g de cacao en polvo

- 3 huevos

- 1 sobre de levadura en polvo

- 80 g de nueces

- 1 yogur natural

- 90 g de aceite de oliva virgen extra

Preparación:

Batir los huevos con el azúcar hasta que estén bien ligados. Añadir el yogur natural y el aceite de oliva y seguir batiendo. Tamizar la levadura, la harina y el cacao sobre la masa y batir bien hasta conseguir una textura homogénea.

Pelar y cortar las nueces en trozos pequeños y enharinarlas ligeramente para que no se bajen al fondo. Añadirlas a la masa.

Precalentar el horno a 180º C. Embadurnar con mantequilla o aceite un molde para bizcocho de unos 24 centímetros de diámetro y un poco alto y verter la preparación anterior. Meter al horno durante 30-35 minutos aproximadamente. Sacar del horno, dejar templar y desmoldar sobre una rejilla para que se enfríe. Espolvorear con azúcar glas a la hora de servir.