Todo este verano fueron mala noticia los sanitarios del paso Cardenal Samoré por su estado de abandono, desidia y suciedad. 

La diferencia con lo que sucede del lado chileno fue notoria, con baños clausurados, montañas de papel higiénico usado, falta de agua o, por el contrario, sectores con charcos, y carencias de todo tipo.

Sin embargo, en las últimas semanas, se han tomado cartas en el asunto y hay una persona a cargo de los baños, quien los mantiene limpios y ordenados.

Para que eso se mantenga así, se les sacaron los picaportes a las puertas de ambos baños (damas y caballeros) y las personas deben esperar para utilizarlos, además de pagar 300 pesos argentinos o 500 pesos chilenos, en el caso de los adultos. Los niños no abonan.

De esta manera, se apunta a ponerle fin a un problema que parecía no tener solución, ya que el personal que se desempeña en el paso fronterizo depende de organismos nacionales como Aduana, Migraciones o Gendarmería Nacional, pero no hay personas de otras dependencias que puedan hacer la labor de mantenimiento.

A las personas que por allí circulan no les cayó bien esta idea de pagar, pero lo cierto es que ahora los baños están limpios y ordenados. 

Esta práctica de tener que pagar para poder utilizar los sanitarios, es algo que sucede desde hace décadas en Chile, donde en diferentes lugares públicos, e incluso estaciones de servicio, las personas tienen que pagar una módica suma, para poder hacer sus necesidades.