Este martes, se desarrolló en el Centro de Desarrollo Infantil (CDI) Eluney, del barrio Eva Perón, el acto oficial de inicio de clases, con la presencia de toda la comunidad escolar, las autoridades educativas, el intendente Walter Cortés y los referentes de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

El jefe comunal brindó unas palabras de apertura del ciclo lectivo, dando su respaldo a la labor que allí se realiza y trazó un horizonte de lo que será su año de trabajo y su acompañamiento a los trabajadores.

Por su parte, la organización religiosa hizo una importante donación, luego de un trabajo en conjunto entre la directora del CDI Eluney, Patricia Parra, y Matías Anfuso, referente de la Iglesia de Jesucristo.

De esta manera, el establecimiento recibió una cocina nueva de seis hornallas, un termotanque, una batidora planetaria, dos cambiadores de bebés, cuatro cochecitos cuna de bebé, una impresora todo en uno, juegos de diferente tipo resmas y cuantiosos materiales para realizar mejoras en el lugar, como pintura de varios colores, pinceles, rodillos, masilla y lijas.

“La ayuda nace desde una necesidad que surge a través de un miembro de la Iglesia que trabaja en el CDI, nos hizo el contacto con Patricia, la directora del CDI, e hicimos un relevamiento de sus necesidades. A partir de ahí, elevamos el pedido a las oficinas centrales de la iglesia en Buenos Aires y se aprobó exactamente lo que ellos pidieron, producto por producto, de acuerdo a las características y requerimientos realizados”, expuso Anfuso en diálogo con este diario.

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, realiza permanentemente este tipo de ayudas. El año pasado colaboró con el SPLIF, donando diferentes herramientas y elementos de trabajo, para que puedan desarrollar mejor su loable labor.

“Estas ayudas se llevan a cabo desde nuestro sentimiento de amor al prójimo, que es lo que aprendemos de Jesucristo, apuntamos a seguir su ejemplo, bendiciendo a los niños, a los enfermos y a los que más necesitan. Somos una organización que está en todo el mundo y que se administra de manera mundial. Por lo tanto, nos apoyamos entre todos, de acuerdo a las necesidades individuales de cada país”, describió Anfuso.

Los fondos salen de la propia Iglesia, de los aportes de sus miembros y las ayudas son aprobadas por el comité de la organización central que funciona en Buenos Aires, con la premisa de asistir a tres segmentos de la población: personas vulnerables, comunidades educativas y de la salud.