UNA HOMENAJEADA "COLATERAL" A CUARENTA AÑOS DEL RETORNO DE LA DEMOCRACIA

| 06/11/2023

Camila, inteligencia y conciencia por el prójimo

Camila, inteligencia y conciencia por el prójimo
Fotos: Matías Garay.
Fotos: Matías Garay.

Camila Ovejero nació en Buenos Aires y viene de familia jujeña. Llegó a Bariloche acompañando a su marido, Carlos Solivérez, que se transformó en un investigador importante del Centro Atómico.

Él luego intervino en política activa y llegó a ser presidente del Concejo Municipal barilochense.

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En un acto que realizaron los concejales por los cuarenta años del retorno de la democracia en la Argentina, Solivérez, que falleció en 2018, fue uno de los homenajeados.

Para recibir el reconocimiento, en su nombre, acudió Camila.

Pero ella es mucho más que la mujer que estuvo al lado de un político.

Comprometida desde lo social, se desempeñó como supervisora en Bariloche y la Línea Sur del Programa Alimentario Nacional (PAN) que surgió con la gestión alfonsinista.

Así, cuando tuvo que organizar el reparto de alimentos, para eludir la intervención de punteros políticos, siempre atentos para ver cómo utilizar para sus propios intereses una acción dirigida a mejorar un tejido social que ya en aquel entonces daba muestras de que se estaba deshilachando, optó por zanjar cualquier inconveniente recurriendo a los conscriptos, que fueron los encargados de hacer llegar la ayuda a gente humilde que vivía en sitios de difícil acceso, donde ni siquiera se apreciaba algún trazado de calles.

Camila, luego, intervino en Desarrollo Social municipal. En todas sus labores, destacó.

Sin embargo, de alguna manera, permanecía a la sombra de la actividad política de su esposo. Pero quienes conocen del tema saben que, tanto por la rectitud de Solivérez como por el buen trabajo desarrollado por Camila, ahí no había acomodo. La mujer participaba en esas áreas porque quería ayudar y tenía habilidad para hacerlo.

Sin embargo, quizá para evitar cualquiera comentario, cuando su marido asumió como presidente del Concejo, en 1991, ella dio un paso al costado en lo referente a acciones que se vincularan con la política, y retomó la universidad.

Ya como licenciada en Letras, fue profesora de secundaria y bibliotecaria.

Gran lectora, escribe muy bien, aunque es raro que dé a leer sus poemas.

“Siempre fue muy capaz”, señala Álvaro, uno de sus hijos.

En cierto sentido, el merecido reconocimiento para Carlos Solivérez, cuando Camila asistió hace unos días al Concejo Municipal para recibirlo en su nombre, también fue una forma de valorar la obra de una mujer que, en una de las tantas etapas difíciles de la Argentina, en momentos donde se venía de una dictadura sangrienta, puso su grano de arena para tratar de reparar las injusticias sociales que comenzaron a aparecer al correr una alfombra que buscaba tapar todo. Era un país que salía de una ruina moral y una penuria económica de la que aún se sufren ecos (que van en aumento).

Sirvan estas líneas, entonces, como homenaje a una mujer que, en una etapa avanzada de la vida, mantiene encendida la llama por aprender, mientras hace lo posible para disfrutar de la existencia, siempre teniendo en cuenta al prójimo.

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