Recluída desde hace un tiempo largo tras su separación del conductor, la empresaria escogió la tranquilidad oriental para recomenzar.

Las historias de amor algunas veces no terminan bien y cuando se cae una carta, se cae todo un castillo de ilusiones y felicidad. Así parecía ser la vida que llevaba Silvia D' Auro mientras estuvo casada con Jorge Rial y con quien adoptó dos ñiñas, sus hijas Morena y Rocío Rial.

La separación de Jorge fue sin dudas que un antes y un después en su vida, dado que perdía esa especie de anonimato o protección que le daba ser la mujer del chimentero más importante de la Argentina y con quien nadie se animaba a meterse.

Una vez consumada la ruptura y conociéndose las andanzas de Jorge con otras mujeres, Silvia quedó expuesta y su reacción no se hizo esperar con un fin de matrimonio tumultuoso y entre abogados para zanjar diferencias en lo económico, porque lo afectivo estaba totalmente roto.

Lo que no esperaba Silvia era que una de sus hijas la defenestrara en los medios y la denunciara públicamente de maltratos y hasta violencia familiar. Por esta razón, Silvia, según su círculo íntimo, estaría viendo la posibilidad de meterle un bozal legal Morena,  su hija mayor.

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Toda esta atmósfera de violencia verbal, de peleas entre padre e hija, madre e hija, hija con quien se le cruce, hizo que la empresaria eligiera emigrar a Uruguay para buscar una tranquilidad que claramente en Argentina no iba a tener por la exposición de su hija y su exmarido.

Silvia ahora vive en Punta del Este en un departamento que tenía la pareja para vacacionar y que al parecer quedó en propiedad de ella en la división de bienes. Su día a día registra pocos movimientos, según expresaron medios uruguayos que están al día con la actividad de D'Auro y su sostén económico son las rentas que obtiene por alquileres de propiedades en su posesión.

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Gustavo Descalzi, periodista uruguayo, indicó que la propiedad en donde vive la ex de Rial es un departamento que está situado en una torre que tiene un valor de los 100 millones dólares, inaugurada en 2010 y con vista al mar. Además posee en su interior un teatro propio, cancha de fútbol y de tenis.

El mismo periodista aseguró que en la rutina de Silvia hay poco que contar y reina el hermetismo: “Tiene un pequeño circuito de conocidos y de amigos que frecuenta, pero no la vemos en restaurantes normalmente”.