UNA SOCIEDAD RESQUEBRAJADA QUE NECESITA SANAR

| 04/06/2023

De pintadas, reclamos y algo más…

De pintadas, reclamos y algo más…

Tiempos convulsionados se viven en cuanto a las protestas que efectúan diversas agrupaciones y sectores sociales, donde las consignas se mezclan e intercambian, y temas de actualidad se combinan con reclamos de vieja data.

Tras la marcha del movimiento Ni Una Menos, el Centro Cívico quedó nuevamente con “huellas” de consignas.

Esta vez, las estampas aludieron a cuestiones vinculadas al conflicto de Villa Mascardi más el añadido de una referencia al punto sobre el que más se hace hincapié en las críticas a la Iglesia Católica: la existencia de sacerdotes pederastas que, en el parecer de muchos, suelen ser tratados con una vara distinta al resto de ese tipo de criminales. Así, en una pintada sobre la pared de piedra, junto a las puertas del municipio, escribieron “cárcel a curas pedófilos”.

Arriba de esa expresión, pintaron: “Libertad a las presas ka pu pichikeche” (la parte en mapudungún hace referencia a los hijos que están junto a las mujeres que se encuentran con detención preventiva domiciliaria por la causa de usurpación de Villa Mascardi).

En cuanto a las puertas del edificio comunal, quedaron estampadas las frases “Basta de profanación al rewe” y “Rafael Nahuel presente”. Lo último alude al joven que murió por una bala perteneciente a un prefecto del grupo Albatros en 2017, sobre lo que se abrió una causa que llegará a juicio en agosto. En relación a ese tema, más allá del dolor por el fallecimiento, en las partes querellantes (la Secretaría de Derechos Humanos, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y los padres del muchacho fallecido) existe malestar porque la acción judicial se desarrollará en General Roca en lugar de Bariloche.

En cuanto al rewe, la referencia apunta al sitio que, desde la comunidad Lafken Winkul Mapu, desalojada de Villa Mascardi en 2022, consideran sagrado. Allí hay una figura de madera, central dentro de las ceremonias que efectúan los pueblos originarios, que hace unos días apareció, según una foto que se difundió, con pintura fluorescente y diversas anotaciones, lo que fue denunciado públicamente por la propia lof.

Justamente, el jueves, es decir, un día antes de la marcha de Ni Una Menos en Bariloche, hubo una reunión en Buenos Aires, enmarcada en la mesa de diálogo por el conflicto, entre funcionarios nacionales y referentes mapuches, donde se acordó que la machi (autoridad espiritual) Betiana Colhuan, en la actualidad con prisión preventiva domiciliaria, podrá retornar al rewe.

En aquella jornada, antes que se rubricara el pacto, se produjo una concentración frente a las puertas de la Intendencia del Parque Nacional Nahuel Huapi, en San Martín y Morales, que luego se trasladó al Centro Cívico. Algo más de cuarenta personas se manifestaron pacíficamente, en pedido que el convenio se rubricara.

La sede de Parques, en tanto, el viernes fue objeto de grafitis similares a los que se observaron en las puertas del municipio.

Y el monumento a Julio Argentino Roca resultó igualmente intervenido.

Según trascendió, el municipio habría radicado una denuncia por la vandalización del palacio comunal.

Pero, de acuerdo a lo que se supo, las capturas de las cámaras solo habrían mostrado una persona con el rostro cubierto haciendo las inscripciones.

Ante la falta de, al menos hasta el momento, certezas sobre la cuestión, surge otro interrogante: ¿lo que sucedió tuvo que ver con el movimiento Ni Una Menos o bien fue consecuencia de una acción individual?

Es posible cuestionarse si quien hizo o quienes hicieron las pintadas procedió o procedieron por una voluntad conjunta o solo por ideales particulares, no asociados a la organización de la marcha. 

A la vez, cabría preguntarse si este tipo de hechos resalta lo que se reclama o, más bien, lo ensucia.

Es decir, si con esas intervenciones se plasma un reclamo o si lo único que se consigue es que se identifique a un movimiento como alborotador.

En ocasiones, sucede que una manifestación que persigue un fin conjunto se ve afectada por la intervención errónea de alguien.

Por lo pronto, lo que sucedió en las puertas del edificio municipal lleva a otros interrogantes. ¿No podrían evitarse esas intervenciones con una vigilancia mínima en el lugar? Sobre todo, teniendo en cuenta que el sitio se ubica a pocos metros de la Unidad Regional Tercera de Policía. ¿O la presencia policial podría verse como un signo hostil ante los manifestantes?

También: el proyecto de retirar la estatua ecuestre de Roca y las pintadas de pañuelos del sector donde se encuentran en la actualidad, en pos de un supuesto sentimiento reconciliatorio, ¿conseguiría ese objetivo?, ¿o lo único que lograría es que los actos vandálicos se corrieran de lugar? Porque las puertas del municipio no son Roca, y sin embargo…

Por otra parte, cabe mencionar que el viernes, cuando se produjo la marcha bajo el lema Ni una menos, la integrante de la Lafken Winkul Mapu que permanecía con detención preventiva domiciliaria en Carmen de Patagones, María Celeste Ardaiz Guenumil, obtuvo su libertad. Pero las mujeres que están junto a sus hijos en la ruka (casa mapuche) de Bariloche, entre ellas, la machi Betiana Colhuan, aún no consiguieron ese objetivo. Es más, desde la Gremial de Abogados, asociación defensora de las tres mapuches que siguen detenidas, se aclaró que es probable que la libertad no sea inmediata, más allá de la firma del acuerdo. De ahí que, desde diversos grupos, aún se realicen proclamas para ejercer presión sobre el tema.

Desde la vereda opuesta, o sea, los integrantes de la junta vecinal de Mascardi, así como agrupaciones que los acompañan, procuran que la rúbrica de aquel convenio no se traduzca en el regreso de la machi y demás integrantes de la comunidad al paraje ni a la zona cercana.

En tal sentido, apuestan a que, en la instancia judicial, se rechace la homologación del acuerdo.

Ese mismo sector realizó diversas movilizaciones, la última de ellas el 25 de mayo, en pos de evitar que la Lafken Winkul Mapu retorne a Villa Mascardi, donde, desde su llegada en 2017, abundaron las denuncias por hechos violentos.

Incluso desde el Sindicato de Guardaparques Nacionales de la República Argentina (SIGUNARA) se manifestaron en contra de la entrega de tierras a la Lafken Winkul Mapu.

El asunto es que la problemática no parece encontrar una solución.

Cuando el 4 de octubre de 2022 se hizo el desalojo de la comunidad, muchos consideraron que el tema se cerraba ahí.

Ahora, desde el otro lado, ante la firma del acuerdo entre representantes gubernamentales y referentes indígenas, están quienes piensan que la cuestión se zanjó a su favor y el problema cesó.

Lo cierto es que todo parece indicar que, al menos por ahora, esto está lejos de llegar a un final.

Más allá de sonar a pájaro de mal agüero, dadas las circunstancias, es difícil imaginar que pronto se pueda hablar de un restablecimiento de la paz (como palabra totalizadora), cuando las posiciones siguen firmes en su antítesis. 

La soga de a ratos tira más para un lado que al otro y nada parece definido. Todo es una incógnita.

Las pintadas en el Centro Cívico son solo un botón de muestra de las rupturas existentes en la sociedad barilochense. Las curitas brillan por su ausencia.

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