EL BOOM DE LOS MUÑECOS

| 30/05/2023

Aquellas figuras que ayer no pudimos tener hoy las hacen creadores barilochenses

Aquellas figuras que ayer no pudimos tener hoy las hacen creadores barilochenses
Fotos: Facundo Pardo.
Fotos: Facundo Pardo.

Para aquellos que cargamos con cierta edad, los recuerdos de las visitas a la juguetería, en busca de muñecos de nuestras películas o series animadas favoritas, guardan el encantamiento de las remembranzas relacionadas con la niñez, pero, también es cierto, aquellas aventuras solían rozar el desencanto.

¿Las razones?

Los juguetes de ese tipo, en su mayoría, llegaban del exterior a cuentagotas y a precios desorbitantes (había algunos nacionales, de una calidad que solía ser menor y mayoritariamente referían solo a programas “criollos”).

Por ejemplo, conseguir una nave de Star Wars, además de una epopeya, equivalía a un desembolso monetario a la par de un sueldo.

En la actualidad, en realidad, en algunos casos suele pasar lo mismo -en cuanto a los costos, digo-, pero resulta más fácil conseguir lo que se desea.

Incluso, si no está en la juguetería, con un click en Internet aparecen opciones que, en otros tiempos, resultaban inimaginables.

A esas posibilidades se suman creaciones de artistas que están a la vuelta de la esquina, casi todos con otras profesiones, pero que despuntan su inventiva a su manera, creando figuras que parecen salidas de una fábrica de Yanquilandia pariente del Disney más elaborado, aunque, en realidad, trabajan en sus hogares, a partir de una imaginación que puede estar relacionada con la originalidad de las impresoras 3D -es el caso de Jeremía “Jerry” Álvarez– o bien con el modelado en porcelana fría –donde resalta claramente Julio César Miño–, por ejemplo.

Estos artífices barriales nos conceden el sueño de tener en nuestra casa aquella figura que, de chicos, nunca pudimos comprar.

Porque es verdad que los nenes suelen adquirir algunas de estas creaciones, pero, mayormente, son los adultos los que desembolsan unos morlacos para darse el gusto de, por un ratito, jugar a ser pequeños.  

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