La muerte de Pablo Rivera generó consternación en su ámbito familiar. El hombre de 34 años, oriundo del barrio Arrayanes, murió de puñaladas certeras, luego de una violenta discusión con cuchillos con otro sujeto que después del ataque se dio a la fuga.

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Sin embargo, desde el entorno de la víctima sostienen que el detenido (y liberado luego de la rueda de reconocimiento) “no es el único involucrado” y arriesgan que otro sospechoso está en libertad, prófugo de la Justicia.

Los testimonios que recabaron los investigadores en el lugar del hecho serían confusos, producto de la avanzada ingesta alcohólica de los consultados. Por eso desde el círculo cercano de Rivera sostienen que la autoría no se focalizaría en el detenido.

El enfrentamiento ocurrió cuando algunos comercios de la zona aún estaban abiertos e incluso en calle Onelli el tránsito era fluido. Por eso el tumulto no pasó desapercibido a los ojos de varios curiosos, alguno de los cuales corrió a avisarle a un efectivo policial, que estaba a una cuadra, sobre lo que estaba ocurriendo.

Sin embargo, más allá del aporte de los testigos oculares, se trata de un espacio donde funcionan varias cámaras de seguridad: una casa de electrodomésticos, el centro administrativo y otros comercios más pequeños contarían con registros fílmicos.

El fallecido era conocido en el ámbito del delito y los disturbios. Pasó en reiteradas ocasiones por la unidad penitenciaria local y por los calabozos de distintas dependencias por protagonizar distintos hechos delictivos.

La última detención se produjo durante el mes de mayo cuando, junto a otros cómplices, agredió a un efectivo policial en inmediaciones de un establecimiento bancario ubicado cerca de donde este miércoles encontró la muerte. En esa ocasión también estaba alcoholizado.