Una de las pancartas que destacó durante la marcha por el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, fue la que equiparaba lo que sucedió a partir de la Conquista del Desierto con lo que se vivió durante la última dictadura.

Si bien ya se había visto en otras ocasiones, dado el “tono mapuche” que se le ha dado a las últimas movilizaciones, el letrero redimensionó la intención de exponer el punto de vista indígena sobre la necesidad de que, “oficialmente”, se reconozca lo que sucedió con los pueblos originarios como un genocidio que operó como fundacional para el Estado argentino.

La bandera, justamente, rezaba “Nunca más genocidios”, e incluía las fechas que enmarcaron el proceso militar (1976-1983), pero también el año 1879 seguido de puntos suspensivos, en alusión al comienzo de la campaña de conquista emprendida por Julio Argentino Roca.

Los puntos suspensivos apuntaban a que, en consideración del pueblo mapuche, la persecución continúa hasta hoy. Es decir, creen que todavía se pretende aniquilarlos.

Y si aquí se afirma que las últimas movilizaciones han tenido un marcado acento indígena es porque, tanto en la del Día de la Mujer como en la de la Memoria, hubo columnas que partieron de la ruka (casa mapuche) de Bariloche, donde cursan su prisión preventiva domiciliaria cuatro mujeres pertenecientes a la lof Lafken Winkul Mapu, entre ellas la considerada machi, o sea, autoridad espiritual, Betiana Colhuan.

Esa comunidad fue desalojada de Villa Mascardi en octubre de 2022, tras permanecer cinco años en el lugar, donde abundaron, por parte de los propietarios de predios en el paraje, denuncias que exponían todo tipo de violencia.

Cabe recordar que, a aquellas mujeres, recientemente se les denegó la excarcelación, y la mesa de diálogo, iniciada a partir de un pedido presidencial, está estancada, ya que debería haberse producido un encuentro, según lo anunciado por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, hace poco más de un mes (se había puesto como fecha tentativa el 24 de febrero), pero no hubo novedades al respecto.

Así, desde la Coordinadora del Parlamento Mapuche-Tehuelche de Bariloche, se indicó que incluso estaba la posibilidad de optar por salir de esa instancia por la falta de respuestas.

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Quizá, ahora, antes de tomar esa decisión drástica, decidan aguardar un poco, a ver si en las jornadas siguientes se producen novedades, ya que lo último que supieron de la cuestión, a través de una conversación “al paso” que, en el III Foro Mundial de Derechos Humanos que se realizó la semana pasada en Buenos Aires, mantuvo Orlando Carriqueo, miembro de la organización indígena, con el director de Gestión de Casos de Violencia Institucional, Emiliano Quinteros, fue que en el Gobierno se trabajaba en un acuerdo para, en los próximos días, contactarlos con una propuesta completa.

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Pero Carriqueo advirtió que “a Seguro se lo llevaron preso”, dando a entender, con ese dicho, que todavía no hay nada en concreto, así que la posibilidad de la ruptura de diálogo todavía existe.

Por el lado de los dueños de viviendas en Mascardi, igualmente, reina la incertidumbre, porque ellos también deberían haberse reunido con los funcionarios nacionales el 24 de febrero, cosa que tampoco sucedió.

Jornadas atrás, decidieron expresar su perplejidad y bronca a través de un comunicado, donde hicieron responsable principal de la situación a la Administración Parques Nacionales, lo que pudo leerse como una presión ante esa área –dependiente del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible– y un intento por correr del tema a la Secretaría de Derechos Humanos, que consideran que favorece la posición de la lof Lafken Winkul Mapu.

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Los vecinos no quieren saber nada con que los integrantes de esa comunidad regresen a Mascardi y, ante el principio de acuerdo del que se había hablado entre el Gobierno y los referentes indígenas, para que la machi y sus seres cercanos retornaran, puntualmente, al predio de Parques Nacionales donde se encuentra el rewe (sitio sagrado), y que el resto de la lof pudiera asentarse en tierras fuera del perímetro del paraje, pero no muy lejanas (se comentó que sería en la zona del lago Guillelmo), se han sentido más que perjudicados. Por eso, entre ellos, prevalece la preocupación.

En cuanto a las últimas movilizaciones (del 8M y el 24M), si bien es cierto que solo una fracción de los manifestantes partieron de la ruka de Bariloche, luego, en el Centro Cívico, que fue el punto de llegada, las voces que se escucharon a modo de discursos respaldaron el pedido de libertad de las detenidas mapuches.

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Aunque también es verdad que hubo distinciones entre una marcha y la otra.

En el Día de la Mujer se apreció una diferenciación clara entre los convocados, que se tradujo en un distanciamiento de las columnas: estaban quienes apoyaban el pedido mapuche, pero también personas que gritaban a favor de Cristina Kirchner, como, asimismo, quienes puntualizaban sus cánticos en las causas históricas de la movilización del 8 de Marzo. Además, se notó que gran cantidad de gente no se quedó en el Cívico para escuchar los alegatos a favor de las integrantes de la Lafken Winkul Mapu.

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El 24, en cambio, por más que los movilizados partieron desde puntos distintos, se percibió una unidad general, incluso en la solicitud por la libertad de las mapuches.

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En tanto, la Coordinadora del Parlamento Mapuche-Tehuelche de Río Negro emitió un comunicado en el que hizo hincapié en la necesidad de que se reconozca la matanza de indígenas como un primer genocidio en la Argentina, y las detenidas, antes de que la columna que partió desde la ruka se retirara rumbo al Centro Cívico, en alusión al aniversario del golpe y a la situación de los descendientes de desaparecidos, marcaron un paralelismo al sostener: “Somos las nietas nunca recobradas”.

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