Orlando Carriqueo decidió que, a partir del próximo Füta Trawn (gran encuentro) de comunidades indígenas que se realizará en Ingeniero Jacobacci del 24 al 26 de marzo, ya no será werken (vocero) de la Coordinadora del Parlamento Mapuche-Tehuelche de Río Negro.

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“No puedo estar más orgulloso de que las comunidades me hayan elegido en algún momento como un referente”, dice, pero, por más que esas palabras suenen a una especie de despedida, el adiós es sólo a un rol, porque su intención es continuar en la organización de pueblos originarios de la provincia, manteniéndose como una voz que refuerce la línea política, e incluso aprovechar los lazos que en los últimos tiempos trazó con personas del exterior para obtener fondos destinados a vigorizar a la agrupación.

–¿Su deseo es seguir en el Parlamento Mapuche-Tehuelche de Río Negro?

–Como werken, no. Pero continuaré en la organización, porque la idea es poder abocarnos a buscar recursos internacionales, ya que el Estado no los va a brindar, con la intención de volcarlos a la producción de las comunidades, al fortalecimiento comunicacional, a un trabajo territorial en el que, en vista de la situación actual, debemos trabajar fuertemente.

–¿Qué tipo de recursos se buscaría en el exterior?

–Recursos económicos.

–¿En qué sitios?

–Por ejemplo, en la Unión Europea, en organizaciones indígenas de Latinoamérica… 

–¿Pero esas organizaciones están en condiciones de colaborar con los pueblos originarios de Argentina?

–Tienen fortaleza. En otros países hay organizaciones muy fuertes. Acá, por otra parte, el CoDeCI (Consejo de Desarrollo de Comunidades Indígenas) está totalmente desfinanciado. Tiene una caja de cincuenta mil pesos, y con eso se supone que debe aportar al desarrollo de ciento sesenta y cuatro comunidades… No alcanza ni para comprarles papel higiénico. Esa es la política del Estado en la provincia de Río Negro. La realidad es que nosotros tenemos un organismo de cogestión que nació en base a la discusión, pero contamos con una sola camioneta; desde hace años nos prometen otra, para poder acompañar los problemas territoriales, que no sólo son cuestiones de límites, es decir, inconvenientes internos entre comunidades. También hay, por ejemplo, un trabajo que se desarrolla en cuanto a las violencias.

–¿Violencias de qué tipo?

–De género.

–¿Se refiere a situaciones entre los propios integrantes de las comunidades?

–Sí. Hay mucho trabajo para hacer, pero contamos con pocos recursos, porque, aunque el Estado está obligado a colaborar, no lo hace. Esas son las tensiones. Leer la Ley 2287 de Río Negro (integral indígena) supone un recurso mucho más importante. ¿Por qué los gobiernos no lo ponen? Porque, justamente, la conducción del CoDeCI no le corresponde al Estado, sino a las comunidades. Llevan adelante una actitud racista y, a la vez, paternalista. Nos miran como si no tuviésemos idea sobre lo que hay que hacer en el territorio.

–Dice que no seguirá como werken, pero sí en la organización, y plantea la necesidad de conseguir respaldo económico en el exterior ante la falta de apoyo interno. ¿Usted se dedicaría a buscar esos recursos?

–Sí. Pero todo esto hay que evaluarlo en el parlamento.

–Pero esa es su idea...

–Así es. Ya hemos conseguido algún recurso de una fundación para destinarlo a abogados, lo que estamos ejecutando ahora para poder acompañar los procesos en contra del extractivismo en el territorio.

–¿Se trata de una fundación del exterior?

–Sí, de Holanda, y sirve para sostener durante este año un pago simbólico a los abogados.

–Usted ingresó como werken en 2017…

–El 26 de septiembre de ese año. Salimos de aquel parlamento y asistimos a una marcha por la Ley 26160 (de relevamiento territorial indígena) en Buenos Aires. Fue dos meses antes del asesinato de Rafael Nahuel.

–Desde ese entonces, hasta ahora, se dio algo que antes no se producía tanto, y si pasaba no tenía tanta difusión, que es el contacto de la organización mapuche con el exterior. Usted viajó varias veces afuera y, a la inversa, el relator especial sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas, José Francisco Calí Tzay, vino a la provincia, concretamente a Bariloche, en agosto de 2022. ¿Considera que, durante su vocería, se incrementó en otros países el conocimiento sobre las comunidades de Río Negro?

–Creo que hubo un proceso de fortalecimiento colectivo dado por las posiciones políticas, la discusión, el acompañamiento a las comunidades autónomas y el trabajo en la espiritualidad, que resulta algo muy importante para nosotros, porque es lo que nos permite vigorizar la discusión frente al extractivismo. Se trata de volver a esa relación con el territorio que para Occidente es incomprensible, pero, para nosotros, tiene una relevancia fundamental.

–¿Qué lo motivó a decidir no continuar como werken de la Coordinadora del Parlamento?

–He tenido otros lugares de participación y siempre pensé que el recambio es necesario para que las organizaciones crezcan. La idea de que exista una sola cara no es buena. Las construcciones colectivas se tienen que fortalecer con recambios. No es que me vaya a ir de la organización, sino que cumpliré otro rol de formación política, también de acompañamiento a quien tendrá que tomar la vocería, que esperemos que sea una mujer. Además, pensamos plantear modificaciones en cuanto a lo comunicacional. Son cuestiones que hay que discutir. 

–Le gustaría que lo suceda una mujer…

–Sí. Lo hablamos con algunos referentes y la idea es que sea una mujer quien ocupe la vocería de la Coordinadora. Ya hemos conversado con algunas lamuen (hermanas)... Tiene que ser alguien joven, con conocimiento de la espiritualidad de nuestro pueblo. Eso es importante. 

–¿Qué evaluación hace de los cinco años y medio como werken de la Coordinadora del Parlamento?

–Creo que tuvimos un avance bastante importante en la línea política, la cual queremos sostener. Hicimos más parlamentos y reuniones provinciales que cualquier otra gestión, porque entendimos que eran los pasos hacia el fortalecimiento. Llevamos adelante muchas actividades: en los momentos más difíciles, conferencias de prensa explicando las diversas situaciones; jornadas de protesta, también encuentros en las universidades; trajimos a gente del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales), a referentes de derechos humanos y a funcionarios nacionales; acompañamos con leña a las comunidades en 2020, con toda la problemática que había en ese tiempo, y ahora estamos ayudándolas en el proceso legal. Todo eso no sólo lo hizo la organización, sino el pueblo mapuche en general, porque hay una cohesión firme, a pesar de las diferencias. Existe un proceso identitario y cada vez está más fuerte en los barrios. Ser mapuche ya no es una vergüenza, sino todo lo contrario; sentirse parte de la tierra y llevar adelante una discusión de lo que somos resulta un orgullo. Además, por primera vez en muchísimo tiempo, llegamos a hablar con un presidente de Argentina, aunque se trata de un diálogo muy desigual, porque se hace mientras hay gente encarcelada (en referencia a las integrantes de la lof Lafken Winkul Mapu que se encuentran con detención preventiva domiciliaria).

–Al comienzo de esta charla expresó que su objetivo es buscar fondos en el exterior para la organización, pero, a la vez, se refirió a continuar con un papel político. ¿Eso hay que tomarlo como una referencia a seguir como una especie de referente del Parlamento o a una intención de participar en algún partido?

–A seguir actuando dentro de la organización. Si después, como otras organizaciones indígenas, se resuelve dar el salto a la arena de representación política, será otra decisión. No será ahora, pero luego el camino puede ser ese, porque no creo que ninguno de los representantes y candidatos hable del extractivismo como lo hacemos nosotros.

–Se trataría, entonces, no de participar en un partido, sino de crear uno…

–Eso es algo que ahora no está en discusión, porque no es una prioridad… Pero construir herramientas políticas de representación, como lo hemos hablado en algún momento, si el proceso se consolida, va a ser inevitable.

–Para quede claro, su intención no es formar parte de un partido ya existente…

–De ninguna manera, a pesar de, en otro tiempo, haber militado. Este proceso de consolidación y de conocimiento me lleva a creer que, si en algún momento existe la posibilidad de que la organización se plantee firmemente una decisión de construir herramientas políticas de representación, será bajo el eje del Parlamento. Pero la idea del buen vivir y el pensamiento del kvme felen (en la cosmovisión mapuche, estar en equilibrio con uno mismo y con las fuerzas y energías de la naturaleza y los antepasados) tendrían que estar presentes, porque hay que abrevar en eso.

–En el pasado, ¿en qué espacios militó?

–En el Movimiento Evita, en ATE (Asociación Trabajadores del Estado), en la CTA (Central de Trabajadores de la Argentina), fui presidente de un centro de estudiantes a los dieciocho años…

–¿La suya era una inclinación sólo hacia el peronismo o también a agrupaciones ligadas a la izquierda?

–Al peronismo, pero de izquierda, porque el peronismo es muy amplio. Creo, igualmente, que jamás podría volver a esos espacios.

–¿Por qué motivo?

–Por decisión propia. Siento que hemos construido bastante para dilapidarlo yendo a participar en organizaciones que pueden ser aliadas pero no representan la idea cabal de un pueblo.

–Desde que fue designado werken, ¿le ofrecieron alguna candidatura?

–No.

–¿Seguro?

–Nunca. Nadie quiere a un mapuche que tiene un discurso muy contestatario hacia el Estado, porque, en definitiva, esos partidos terminan defendiendo un status quo, y construir un Estado plurinacional y pluricultural necesita de otras herramientas.

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