Por Damián Torres

Instagram y Twitter: @datorresok

Las estafas virtuales han venido a ser un flagelo que no conoce de clases sociales, nivel de estudios, edades. Todos podemos ser víctimas de este nuevo sistema delictual organizado que, si no se toman medidas importantes a nivel nacional, seguirá creciendo cada vez más, en función de la expansión del consumo por medio de la tecnología.

El ingenio de estos delincuentes (que muchos se encuentran alojados en distintos penales del país) es que van mutando constantemente. Esto implica que, para cuando uno puede identificar una modalidad sistemática, la misma ya varió.

Al principio fueron estafas haciéndose pasar por empleados bancarios y de Anses pidiendo datos de tus cuentas y vaciándolas. También muchos hombres fueron estafados luego de tener contacto con mujeres en redes sociales y luego los llamaba un “supuesto abogado” de la familia de una joven menor de edad para decir que si no abonaban un dinero, harían denuncias por grooming o abuso. Hoy están de moda los robos de cuentas de Instagram y WhatsApp y venta de dólares a un precio más bajo que el mercado, lo que lleva a que miles de personas sean estafadas diariamente. Como estas modalidades existen muchísimas variables más.

Es increíble cómo han logrado armar un sistema completo, organizado, donde poseén cantidad de chips telefónicos, cuentas bancarias que abren y cierran, equipos de “trabajo”, entre otros elementos. Donde obtienen el dinero, tienen luego la habilidad de proceder a ir desviándolo de una cuenta a otra, perdiéndose así el registro y no pudiendo ser rastreados.  

Ahora bien, ¿cómo evitar caer en esta trampa? La respuesta no es sencilla. Pero lo primero que debo decirte es que la clave para que caigas es ganarse tu confianza. Primero dan algunos datos reales, porque te han estudiado bien, lo que llevará a que pienses que todo es normal. Es necesario que cada vez que estés efectuando una operación o ante una situación de esta naturaleza reine en vos la desconfianza como primer mecanismo de defensa.

En segundo lugar, es necesario que chequeés la información por otro medio. Por ejemplo, si en Instagram un contacto conocido vende dólares, cambiá el canal de diálogo de manera intempestiva. Andá a WhatsApp, o llamá y escuchá su voz, chequeá muy bien el nombre de la cuenta. Es decir, tomá medidas que hagan que corrobores que la persona es tal. Con empresas lo mismo, pedí su CUIT, investigá en internet si existe, mirá si está registrada, revisá si tiene página de internet, redes sociales, localización. La clave está en que no te quedes quieto. Corroborá toda la info antes de hacer cualquier operación.  

En tercer lugar, tomate un tiempo para pensar, no actúes de manera apresurada. No dejes que los estafadores te apresuren a tomar decisiones. Si analizás detenidamente vas a darte cuenta de las grietas. Desde infundirte temor en algunos casos, hasta hacerte creer que estás haciendo un gran negocio, el punto en común es que cuanto menos pienses, más efectivos pueden ser.

Por último, interrogá a la persona, si hablamos de contacto directo. Hacele preguntas que lo saquen de su libreto original. Por ejemplo, si se hace pasar por un abogado pedile matrícula, dónde está colegiado. Si es un vendedor o empleado del banco, cuándo ingresó, número de sucursal. Es decir, efectuale preguntas que lo lleven a salirse del libreto armado, que te permitan ver sus reacciones.   

Si a pesar de utilizar estos filtros (aclaro que no son únicos), ocurre que sos víctima de un hecho así, es muy importante denunciar y exponer la modalidad, para que otros no caigan en la misma trampa. No tengas miedo en contarlo, al menos quizás ayudes a que otros no sean estafados.

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