El lunes, Eduardo Padilla fue a una farmacia de Ramos Mejía, partido de La Matanza, para comprar ibuprofeno para su hijo de 7 años. En su lugar, le vendieron viagra y el menor terminó internado.

“Se puso rojo y empezó a vomitar”, detalló el hombre, que agregó que también tuvo taquicardia y presión alta. El nene había consumido dos dosis del medicamento. Alertados por sus síntomas, el padre y su esposa buscaron información sobre el fármaco por Internet: Viripotens-M-50 Sildenafil, sabor frutilla.

Allí se dieron cuenta que se trataba de un medicamento para la disfunción eréctil. Fue así que acudieron de urgencia a la clínica Trinidad, donde el nene quedó en observación hasta el martes por la tarde.

Padilla, venezolano que desde hace cinco años reside en la Argentina, ingresó una denuncia contra el comercio en la Comisaría 2° de Ramos Mejía. “Ahora estamos esperando que avance la investigación”, indicó.  

Al ser confrontada por el hombre, la empleada de la farmacia atribuyó lo ocurrido a una confusión. Ella pensó que él le había pedido “en clave” un medicamento para la disfunción eréctil. En el sector farmacéutico se argumenta que, muchas veces por pudor, los clientes lo piden así.

“No me dijiste que querías un remedio para niños”, se excusó, como se advierte en un video que grabó el propio Padilla. “Pudiste haber matado a mi hijo y ni te enteras. ¿Entiendes la gravedad del asunto?”, reprochó el papá a la empleada que lo atendió. La joven insistió en que él no le había aclarado que quería un remedio pediátrico.

Además, la farmacia se negó a responder por qué, más allá del error que puso en riesgo la vida de un nene, vendió un medicamento para la disfunción eréctil sin receta, algo que está penado por ley.