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| 16/01/2023

Campito del Teleférico, el oasis breve

Campito del Teleférico, el oasis breve

Durante años ha sido utilizado por vecinos y deportistas. Humedales y aves componen un rico ecosistema. Durante años ha sido la plaza de todos. Y ese “todos” quizás fue demasiado.

Por Claudio Andrade

En el “campito” del Teleférico Cerro Otto se han visto equipos de rugby, fútbol, vecinos haciendo yoga o practicando el lanzamiento de pesca con mosca, parapentistas en pleno descenso desde la punta del cerro, caballos pastando y eventos dedicados a las habilidades de perros amestrados.

El “campito” es un oasis en la Avenida Pioneros. Un punto incluso secreto para muchos turistas que llegan hasta el kilómetro 5 para disfrutar de una visión distinta, como la que tendría un drone, aunque en persona.

Pero los vecinos del sector lo conocen y lo disfrutan. También otros pobladores de barrios más alejados se dejan caer por allí. O lo han hecho durante años.

Justo detrás del edificio del teleférico se observa el verde del enorme patio que le pertenece. Es más que un cuadrado verde, por supuesto. Hacia el fondo hay humedales y lo teros defienden su territorio con temperamento de barra brava. Algún perro los hostiga y una familia de patos, bebe agua, y se atreve curiosear en las ventanas de las casas circundantes.

Se trata de un ecosistema exquisito y se ubica justo entre Pinar del Lago y Melipal.

No está demás entender que debe ser preservado. Porque, como cuentan jóvenes consultados en un recorrido, ya otros sectores verdes y húmedos de los alrededores, han quedado cercados por proyectos inmobiliarios. Así se alimenta la paradoja del que ama la naturaleza y la interrumpe. Insiste sobre ella.

El “campito” es ideal para numerosos deportes, pero también para sentarse bajo alguno de sus hermosos árboles y ejercitar el arte, como dice León Gieco, de “pensar en nada”.

Los vecinos cuentan que han aparecido iniciativas de diverso tipo sin que ninguna sea realmente oficial. Dicen que alguna vez se comentó que el campito quedaría atravesado por una calle. En otra oportunidad el rumor fue que se cercaría todo el perímetro a fin de dejarlo aislado. Otro, que iban a rellenar el humedal y construir una suerte de “estacionamiento” de parapentistas.

Pero nada de esto ocurrió.

En la actualidad, unos carteles del lado de la calle María Furman advierten que están prohibidos los parapentes y los caballos.

No se han vuelto a ver a los osados practicantes del deporte de alturas y los caballos se sitúan en otro terreno aledaño junto al humedal.

Un cartel indica que están permitidas las actividades “recreativas”. Se refiere, tal vez, al deporte y los paseos. Otra costumbre establecida son las familias que pasan el rato con un sandiwch y una gaseosa.

En un verano muy poblado, con filas de gente queriendo subir al teleférico, abajo el campito se vuelve verde y parece esperar.

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