"Los asiáticos , los africanos se han sumado a la vieja costumbre latinoamericana y europea de jugar al fútbol. Eso tiene un lado bueno y un lado malo. El lado malo es que, cuando te quieras acordar, tarde o temprano, tu selección nacional se va a comer una derrota jugando contra Mozambique o Camboya. No sucederá mañana, no sucederá pasado, pero tarde o temprano te la van a mandar a guardar, acordate lo que te digo" escribía Eduardo Sacheri en la revista El Gráfico hace casi una década. Y nos pasó nomás.

Es que el fútbol es cada vez más parejo, en definitiva son once contra once, y una pelota que repartir o esconderla cerca del banderín mirando pasar los minutos del reloj. Hoy le tocó a la Argentina de Messi y compañía sufrir una derrota durísima, de esas que te sacuden por completo, o reaccionas o te vas. Y los fantasmas de Rusia 2018 comienzan a alimentarse del discurso de aquellos que tienen la intención de hacer daño a un grupo que hace unas cuantas horas marcaba la identidad de un país entero, no somos ni mejores ni peores que hoy a las 7 de la mañana.

Pasaron 32 años de la última vez que la albiceleste caía en el debut de un Mundial, ocho Mundiales, dos subcampeonatos y muchas cosas más. Si, también teníamos al mejor del planeta con la 10 en la espalda dentro del campo y veníamos de ser campeones, del Mundo.

Aquella vez era el primer compromiso de Italia 90, la defensora del título se medía ante una casi inexperta Camerún. La selección rival solo había disputado los tres partidos de la fase de grupos en España 1982, anotando un solo gol en la competencia. Pero ahí estaban once contra once, y se dio lo que se dio. Gol de Francois Omam-Biyik y la Argentina tuvo que batallar de atrás para seguir en carrera. Los que estuvieron dirán que se pegó de más, que fue un partido atípico, que lo jugás 10 veces más y no lo perdés. Pero el tiempo pasa y no hay vuelta atrás, el marcador se congeló en el tiempo con ese cero a uno.

Lo que pasó después es historia conocida. Argentina batalló y llegó a la final dejando a los locales eliminados en semifinales, el gol del Diego, los penales del “Goyco” y la fatídica final frente a Alemania. El arbitraje de Codesal y la desazón de los nuestros.

Hoy el panorama es parecido, un golpe duro, ante el rival que a priori parecía el más accesible. Borrón y cuenta nueva que todavía estamos en marcha. A veces una derrota te hace re-significar todo aquello que parecía tan normal en el triunfo, en las buenas. Es momento de tomar impulso para corregir lo que estuvo mal y pensar que aun quedan seis partidos más.