Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) en el último año, una de cada 6 personas mayores de 60 sufrieron algún tipo de abuso en entornos comunitarios. En las tasas de maltrato en instituciones como residencias de ancianos y centro de atención de larga duración, 2 de cada 3 trabajadores de dichas instituciones han infringido malos tratos en el último año. Las tasas de maltrato han aumentado durante la pandemia. La situación tiene consecuencias físicas graves y en prácticas prolongadas se prevé un aumento de la problemática debido al envejecimiento de la población en muchos países, porque la población mundial de mayores de 60 años se multiplicará con creces. De 900 millones en 2015 a 2000 millones en el 2025 (cifras internacionales). Este miércoles 16, a las 14 hs. se lleva a cabo en el Centro Cívico una reunión por del Día Internacional de la Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato al Adulto Mayor. 

La doctora María López Wortzman, gerontóloga, indicó que “los números de la OMS parten de un trabajo que está registrado en 2017, incluyó a más de 25 países de todo el mundo, además informaron que los propios empleados de las instituciones médicas son los que dijeron: ‘2 de cada 3 habían maltratado una vez como mínimo’ a las personas que habían recibido en esas casas”. 

A través del programa “Agenda” que se emite por El Cordillerano radio (93.7) que conducen Antonio Zidar y Daniela Lucero, dijo la médica que “sabemos que con la pandemia esos datos han recrudecido, la sensación que hay es muy triste. Vengo viendo abusos, también maltrato económico o material que no es algo menor. La idea es poner en agenda, que todo esto se hable. En la economía afectada por el Covid-19 se ha visto a muchos adultos mayores que han recibido en sus casas a los hijos que no han podido pagar más el alquiler o que han perdido el trabajo, entonces esa jubilación mínima fue repartida entre varios, entre nietitos también, eso de a poquito está volviendo a la normalidad. Todo eso creó problemas emocionales, mayor depresión en los adultos, porque han pasado de ingresos magros a tener un rol importante económico dentro del ámbito familiar. Afortunadamente, tenemos la cobertura de mas de 200 remedios en el PAMI, eso es algo muy importante”. 

En el mismo rumbo refirió que “ese problema económico impacta en la vejez, con más dolor, físico y emocional y hay desatención de los adultos mayores más frágiles cognitivamente o frágiles físicamente. Muchas veces esas personas no tienen el entorno familiar que los ayude. Los adultos necesitan soporte, necesitan ayuda de los hijos y si no hay hijos, del entorno familiar o de los vecinos”. 

Asimismo, la profesional fue consultada sobre los diferentes tipos de abuso y destrato hacia el adulto mayor. Formas de violencia graves donde el adulto mayor no puede poner límites, “es muy complejo -respondió-, ayer justamente vi a una paciente que está bien cognitivamente, pero muy limitada en lo mecánico, usaba un trípode para caminar, ahora la pasaremos, probablemente, a una silla de ruedas. Ella vive con un hijo soltero, el chico hace su vida, entonces aparece o desaparece y ella depende de él para ir, por ejemplo, al supermercado. La vez pasada me dijo: ‘doctora estuve comiendo fideos o polenta durante varios días porque era la único que tenía en mi casa y mi hijo no había aparecido’. Entonces cómo llamamos a eso, porque es una persona que depende de otro más joven, su hijo en este caso, para hacer las compras y encima con limitaciones económicas”. 

Consideró obviamente que “todos vamos a ser adultos mayores, vamos también a depender de otros, somos muy comunitarios, me encanta vivir en Argentina. Estuve en Alemania donde socialmente se le pagaba a una vecina, 230 euros por mes, para que acompañe todos los mediodías a una señora en sus almuerzos. Esas comidas las pagaba la mujer de 93 años, pero a esta vecina el Estado le abonaba para que cumpla ese rol de acompañamiento”. Agregó que “nosotros fomentamos la figura del cuidador, formal e informal, en los chicos serían las niñeras, pero cada vez más la gente se forma. Hay una vocación donde nosotros encontramos la carrera terciaria del cuidador domiciliario, siempre es difícil dejar a un ser querido con un desconocido”. 

Sobre el caso de abuelos cuidadores con respecto a sus nietos y desde el cariño que es mejor que un abuelo o abuela los asista, pero a veces en la realidad no es tan así. Señaló que “pasa también, hay experiencias hermosas. Hay que cuidar al cuidador y en este caso el cuidador sería ese abuelo o abuela que cuida esos nietos. Es importante el tiempo que lleva esos cuidados, almorzar, preparar una milanesa, si es un tiempo breve la carga no es tan importante, pero cuando los tiempos son mayores y son niños más dependientes todo eso también hay que tenerlo en cuenta. Siempre hay que ver las horas de cuidado para dividir la sobrecarga, evitar el maltrato del cuidador hacia el paciente, por eso es importante la cantidad de horas que trabaja el cuidador y su formación previa. Debe saber cómo actuar, porque a veces las personas con demencia pueden tener gestos de agresividad, contestar mal y el problema es cuando los cuidadores lo toman como algo personal. Esto sucede cuando no tienen las herramientas, se debe ir hablando que esa situación, no es algo personal con el cuidador”. 

La especialista explicó que “todo esto es una reflexión, cuando hicimos un trabajo en el 2009 en el Hospital Alemán sobre la variable del maltrato del cuidador al paciente, allí nosotros preguntamos si cobraban poco. Y la variable más importante fue la cantidad de horas que el cuidador compartía con la persona cuidada, y además la dependencia que tiene la persona a cuidar. La OMS se propuso que la década que sigue sea la ‘década del envejecimiento saludable’ y la premisa es evitar el ‘edadismo’, es evitar la discriminación por edad. Es como decir, ‘cuánto tenés, ya tenés determinada edad no te tomamos en este trabajo’, pero ahora afortunadamente está pasando otra modalidad en países sajones, esperemos que llegue a la Argentina. En esas naciones del extranjero se están buscando empleados senior, con 55 años o más, que ya no tienen niños que cuidar y tienen la experiencia y el compromiso laboral que a lo mejor no tiene una persona más joven, tampoco hay que desvalorizar a las personas más jóvenes, pero se debe revalorizar la experiencia”.