Natalia Fernández vive en Bariloche desde el año 2000, es investigadora de CONICET, profesora en la Universidad del Comahue y tiene un fuerte vínculo con el pueblo ucraniano y su historia.

Sus abuelos maternos, Wiera Makarec y Basilio Antonuk, nacieron en Ucrania y el 16 de octubre de 1938 llegaron a Argentina. Hace cuatro años Natalia pudo viajar al país para encontrarse con parte de su familia que son los hijos y nietos de la hermana de su abuela que no pudo subirse al barco. 

Su familia vive en Kiev pero ahora está en zonas rurales. Son aldeas muy chicas. “El viernes nos escribimos y en un momento no pudimos seguir porque habían sonado las alarmas y tuvieron que ir a los refugios”, contó en el programa GPS de El Cordillerano Radio. Destacó que “es mentira que los ataques son en las zonas militares. Es contra todo. Ellos se despiertan a las 5 de la mañana por las explosiones a pocos kilómetros”. 

“Estás en todo momento esperando que le llegue el mensaje de WhatsApp. Lo tomás como una prueba de vida”, contó sobre las angustiosas emociones que se viven en este tiempo. Afortunadamente por el último contacto corroboró que no les falta agua, internet, “aunque están al salto constante”. 

Para Natalia esta dramática situación es muy angustiante. Primero “porque sé que desde acá no puedo hacer nada para ayudarlos. Esa impotencia es terrible. Te dicen que se van a meter en el refugio y no sabes si van a salir”. Además, se lamentó porque la guerra muestra que “volvemos a estar en el mismo punto de hace décadas. Eso es completamente angustiante”.

Su familia intentó escapar a Polonia pero resultó imposible. Las rutas estaban prácticamente intransitables y en el camino se enteraron de la decisión del gobierno de que los varones mayores de 18 años debían ponerse a disposición del servicio militar ucraniano. “Además, tenían miedo de ser blanco de bombardeos. Es meterse a donde pueden e intentar sobrevivir, incluso en las zonas rurales”. 

Creció con las historias que contaba su abuela que mantuvo el hábito -de los tiempos de guerra- de acumular paquetes de azúcar. "Lamentablemente nunca tuvo la oportunidad de volver a Ucrania", dijo. Natalia tuvo su infancia empapelada de un país que no conocía, pero que aprendió a querer.