EL PROYECTO QUE OBTUVO EL SEGUNDO LUGAR EN EL IB50K

| 28/11/2021

La innovación en los alimentos de base vegetal encontró eco en el Instituto Balseiro

La innovación en los alimentos de base vegetal encontró eco en el Instituto Balseiro

En el último tiempo comenzó a sonar fuerte el término plant-based, en referencia a cierto tipo de alimentos.

¿De qué se trata?

Basta con seguir la traducción del inglés al español para percatarse de que hablamos de productos a base de plantas. Tal distinción no hace que necesariamente se apunte a los vegetarianos o veganos.

Por el contrario, es algo que buscan muchas personas que consumen manufacturas de origen animal y simplemente quieren reducir el hábito, sin eliminarlo. Incluso, a esos consumidores se les dio una denominación: flexitarianos, es decir flexibles con los alimentos.

Además, se estudió su rango etario, ya que, según el marketing –muy presente en la cuestión–, se habla de que entre quienes optan por comprar esos productos prevalecen las personas de entre dieciocho y treinta años.

En los últimos días, la temática recaló –sin demasiado aspaviento– en Bariloche, ya que un proyecto que tiene que ver con este tema fue partícipe importante del concurso IB50K. Se trata de la propuesta Food4You, impulsada por una salteña y un porteño.

Ella es Antonieta Rodríguez de Olmos, biotecnóloga y doctora en ciencias biológicas; él, Francisco Gil Garbagnoli, bioingeniero.

Francisco, justamente, explica: “Los alimentos plant-based, en la actualidad, tienen distintas limitaciones, como pueden ser el sabor, la textura o aspectos nutricionales y nosotros creemos que las bacterias que desarrollamos, cuando fermentan, conforman un compuesto de interés que los mejoran”.

“Le agregan mejor textura, sabor o incluso pueden añadir alguna vitamina o antioxidante”, suma.

Antonieta ejemplifica: “Hay bebidas de soja, de almendras, de castañas de cajú, arroz… una gran diversidad que quiere simular a la leche, pero no tiene la calidad nutricional de aquella. Falta todavía desarrollar eso en toda la rama de los productos fermentados, como los yogures y los quesos, para poder diversificar el mercado; y nosotros proponemos trabajar con estos microorganismos que, precisamente, llevan adelante ese proceso de fermentación de manera personalizada y específica para cada matriz, porque son todas distintas entre sí”.

Francisco apunta: "Antonieta había estudiado estas bacterias que producen los compuestos en su tesis doctoral y juntos armamos un modelo de negocio y empresa”.

“Estamos en un estadio de investigación y desarrollo, validando los resultados que tuvimos en el laboratorio, pasando a una escala un poco mayor”, cuenta Antonieta, al referirse al momento por el que atraviesa la propuesta.

En ese sentido, detalla: “En el ámbito de la biotecnología, uno ensaya a escala de laboratorio y después hay que ir a un plano más productivo”.

“Ese salto que hay que realizar, por lo general, no lo hacen los institutos de investigación y nosotros lo queremos efectuar, validando el mercado y la propuesta con potenciales clientes”, añade.

“Yo vengo del lado académico y tecnológico, de emprendimientos más científicos y sabía de los concursos del IB50K. A partir de este año, con la constitución de la empresa (de apenas seis meses de vida), tuvimos una inversión de un fondo de una aceleradora de empresas y decidimos apostar a que la propuesta era buena y podíamos enmarcar dentro de lo que buscaba el IB50K como emprendedores de base científico-tecnológica”, señala Antonieta.

Y no se equivocaron.

Llegaron como uno de los cinco finalistas del certamen (donde los tres primeros lugares se repartieron más de cincuenta mil dólares) y, en la ceremonia realizada el viernes en el Instituto Balseiro, obtuvieron el segundo puesto.

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