Micky Ruffa.

Su nombre siempre deparó comentarios diversos.

Es un rompe esquemas.

Nació en Buenos Aires, y desde el 2000 Bariloche es “su” ciudad.

De muy joven, protagonizó la noche cultural porteña más salvaje de los últimos ochenta y primeros noventa.

Para él, boliches como el Parakultural, Ave Porco, Morocco o El Dorado no son citas al paso, sino escenarios de una existencia vivida al máximo.

De adolescente, en su viaje de egresados a Bariloche, se prometió: “Algún día me quedaré aquí”.

Y en el siglo XXI recaló en la localidad para quedarse.

Su propuesta rupturista, con el transformismo como leitmotiv de su deambular artístico, más allá de que, en principio, quizá sonara extraña para una ciudad que nunca perdió su alma de pueblo, caló hondo, sobre todo a partir de una personalidad entradora que, a través de los shows por escenarios diversos, y luego a partir de su irrupción en la televisión, se hizo carne para los locales.

Además, un perfil solidario, especialmente hacia la gente con discapacidad (su hijo Santiago nació con parálisis cerebral), lo acercó más a los barilochenses.

Incluso, fue designado al frente de la Dirección de Gestión de Personas con Discapacidad, cargo que ocupó a inicios de 2020.

Tal vez por eso, un video que se difundió en abril, donde se lo veía en una perfumería del shopping, agarrando y guardando en su mochila algunos elementos, causó tanto estupor.

El caso llegó a la Justicia.

Pero este jueves se arribó a un arreglo, a partir del cual Ruffa intenta recuperar cierta tranquilidad.

“La fiscal llegó a un acuerdo con mi abogada, para hacer una suspensión del juicio”, cuenta.

“Estaré un año a prueba por buena conducta”, señala, a lo que suma: “Ofrecí sesenta horas de trabajo para asesorar a personas con discapacidad; gratuitamente, por supuesto”.

“Voy a estar en el CAAT 9 y en una fundación del barrio Hueney, de forma presencial, pero también atendiendo por teléfono lo que se precise”, informa.

En cuanto al hecho que derivó en todo esto, expresa: “No termino de entender…”.

“Cuando le pregunté al juez quién me acusaba, me dijo que se actuó de oficio, que nadie me había acusado de nada. La dueña de la perfumería solo declaró, nunca me acusó, no quiere resarcimiento económico, ni se ha sentido lastimada por nada”, apunta.

“A mí, primero, me escracharon en las redes sociales, y al tiempo llegó la fiscal…”, suelta.

“Yo ya conocía la existencia de ese video, pero nunca le di importancia, porque sabía perfectamente que no había hecho nada”, continúa, para luego sostener: “En ningún momento se me declaró culpable”.

Cuando se le consulta por la jornada que quedó registrada en las cámaras del local, comienza a contar: “El 5 de abril fui a ver un perfume para mi novia. Estaba el de Hernán Drago, y le pregunté a la chica que atendía, a la que no conocía muy bien, si no quería que lo promocionara. Me contestó que no estaba autorizada para decirme ni sí ni no. Le dije: ‘Llamala a la encargada y preguntale’. A ese lugar iba siempre, y solían darme cosas de regalo, pero no tenía ningún acuerdo publicitario con ellos”.

“Impulsivamente, en chiste, agarré un perfume de Cher, y como la música que pongo en mi programa es de ella, dije: ‘Voy a decir que lo hizo para la tele’…”, sigue.

“Entonces agarré y me lo guardé… Eran probadores. Incluso uno sin querer se me cayó al piso y se rompió; lo quise pagar, porque tenía miedo de que después le hicieran lío a la chica, pero me dijo que no hacía falta”, relata.

“Ella me aclaró que no me podía llevar nada, porque no estaba autorizada a dármelo. Yo le dije: ‘Después te lo devuelvo’. Que sí, que no… Me lo guardé, porque yo soy así, impulsivo. Está mal lo que hice, lo reconozco y lo reconocí siempre. Fue un exabrupto, porque pasé por encima de ella”, desarrolla.

Más allá de los dos tester, hubo un frasco cerrado: “Me lo dio en la mano y me dijo: ‘Guardá todo, porque si se te rompe va a ser un problema’, y me dio una bolsita”, sigue. 

“Le dejé mi teléfono para que me avisara si querían realizar algo”, dice.

“Al otro día, la chica me llamó y me dijo: ‘Micky, no vamos a hacer ningún tipo de promoción, porque a la dueña no le interesa’”.

“Entonces, le mandé los tres perfumes por un remise. Devolví exactamente lo mismo que me llevé”, puntualiza.

Micky indica que, en la jornada que siguió a la devolución de los productos, la propietaria se comunicó con él. “Me mandó un video y me preguntó: ‘¿Me podés explicar esto?’”.

“Eso hice. Le dije que había sido un atrevimiento mío, y que ya lo había devuelto, que se quedara tranquila”, sostiene.

“Si vos robás, no devolvés. Y si alguien me hubiera visto en una actitud rara, le hubiese contado a la vendedora y, en el medio del shopping, me habría parado ella o la gente de seguridad”, observa.

“Luego de varios días, un periodista amigo me dijo que había un video donde estaba yo, en el que no quedaba en claro qué pasaba”, expone. 

“Le pregunté de qué se trataba, y me contestó que era algo en una perfumería. Yo le dije que no sabía cuál sería, porque voy a varias”, asevera.

“Cuando me lo envió, ya estaba en todas las redes sociales. Si sos el dueño de un negocio, y creés que te robé, no vas a mandar el video a las redes veinte días después. Me denunciás en el momento”, plantea

“Por eso siempre supe que ahí hubo una mano negra”, reflexiona.

–¿Tenías antecedentes de algún tipo?

–No, nada… Jamás.

–¿Por qué creés que ese material llegó a las redes?

–No tengo la menor idea. Esa pregunta me la voy a hacer hasta que algún día alguien me la pueda contestar. Pasó el 5 de abril, y el 21 apareció en las redes.

–¿Sabés quién lo subió?

–No, pero calculo que habrá sido la misma perfumería. ¿Quién tiene ingreso a una cámara privada? O el shopping o la perfumería, pero no quiero decir algo que, en realidad, no sé.

–Siempre te has caracterizado por poseer una buena comunicación con las personas. Después de esto, ¿cómo siguió la relación con la gente?

–Perfectamente. Hubo un montón de trolls que salieron a matarme, pero jamás he tenido una situación desagradable de ningún tipo. Sigo con mis shows, y trabajando en el programa de televisión, con la misma audiencia y los auspiciantes de siempre.

En cuanto a lo que sucedió con su puesto en el municipio, afirma que sintió presiones. “Por una cuestión de honor, preferí presentar la renuncia”, cuenta.

“Jamás toqué dinero de las arcas municipales”, afirma

“Si contara todo lo que hice por la gente… Creo que en un año y medio se habló más de discapacidad que de cualquier otra cosa”, reflexiona.

–¿Te parece que la situación respondió a que te querían ver afuera de la Municipalidad?

–Se mezcló todo, y me quedó la sensación de que me querían sacar. ¿Quién? No lo sé. Si uno lo empieza a pensar fríamente… Mientras estuve trabajando en el Municipio, me prendieron fuego el auto. Se supo quién lo hizo. Primero, fueron a buscar a esa persona, pero no encontraban dónde vivía, y cuando la hallaron se declaró inimputable. Mientras tanto, yo perdí un coche… Y no era lo primero que sucedía. Me amenazaban con cosas…

–¿Por ejemplo?

–Con mentiras, como que iban a mostrar grabaciones donde hacía tratos con políticos… O me decían que sacara las fotos del Facebook con algunos personajes porque, si no, iba a tener problemas… 

–Para que se comprenda mejor, te pidieron que sacaras fotos de tus redes sociales en las que estabas junto a…

–Martín Soria (ministro de Justicia y Derechos Humanos), por ejemplo.

–¿Alguien más?

Magdalena Odarda (titular del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas), Silvina García Larraburu (senadora)… Amigos míos desde hace años, más allá de lo partidario. Para mí, por ejemplo, los Soria son familia. Yo cuidé a la prima del fallecido Carlos hasta el último día de su vida. Estaba en casa de una pariente de mi exmujer, y la iba a ver jornada por medio. Una vez que Carlos vino a Bariloche, me agradeció y empezamos a tener una relación muy buena.

–Sería bueno que aclararas lo que pensás acerca de lo que puede haber pasado, sobre todo si considerás que esto puede formar parte de algo preparado, donde te quisieron “enganchar”…

–Yo tengo esa sensación… Y no se trata solo de una percepción mía, mucha gente que me rodea cree que hubo una mano negra. 

–Esas “sugerencias” que te hacían, ¿venían de gente del propio Gobierno municipal?

–Eran presiones que recibía desde distintos lugares, a veces por llamados anónimos. Si dijera quién era, mentiría. También es cierto que, a mí, se me abrieron las puertas para trabajar en lo quería, y ayudé a un montón de gente. Yo estoy acostumbrado a no morderle la mano al que me da de comer… Pero es cierto que, desde que no estoy, se pararon varios proyectos de mucha plata… Quedó todo en la nada.

–¿Gustavo Gennuso te solicitó que renunciaras?

–No, jamás. Él me dijo que mientras esto no se aclarase yo no podía retornar a la Municipalidad, y que cuando todo se explicase iba a regresar (durante un tiempo, Micky permaneció con licencia sin goce de sueldo). Ahora dejaré pasar un tiempo, y, en algún momento, volveré a pensar en la posibilidad de trabajar con las personas con discapacidad desde un sitio así.

–¿Pensás que resultabas molesto para alguna gente alrededor del intendente?

–Seguramente. Creo que yo representaba un rompepelotas que presionaba para que se laburase, y a lo mejor no era la idea… 

Cuando la conversación está llegando a su fin, este hombre que supo trabajar en una película (“Cabecita rubia”) junto al reconocido actor español Eusebio Poncela, y que alguna vez soñó con cruzar el charco para probar suerte en España (con la ilusión de formar parte del mundo Almodóvar), vuelve a la cuestión “perfumería” y apunta: “Llegamos a un acuerdo, y esto ya se terminó; lo que pasó ya quedó atrás…”.

“Yo no quiero mostrarme como si fuera Heidi. Me mandé una cagada, no me tendría que haber llevado algo sin permiso, más cuando me decían que no tenían autorización para dármelo, pero de  ahí a haberme hecho ese escrache… Ensuciaron mi nombre…”, concluye, en un final con puntos suspensivos.