Vecinos del barrio Anasagasti aguardaban el mejoramiento de la situación sanitaria para festejar el primer aniversario de una zanja profunda y peligrosa, a cielo abierto, que todos parecen haber olvidado. No obstante, con los resguardos sanitarios correspondientes, celebrarán pronto el primer cumpleaños del agujero que lluvia tras lluvia se agranda.

“Estarán esperando que pase algo que todos debamos lamentar”, comentó un vecino del lugar ante la consulta periodística. Otro se sinceró señalando que “si no hay presencia e insistencia permanente de la Junta Vecinal, el arreglo seguirá sin concretarse”. Otro de los consultados fue más directo: “Pusieron de excusa la pandemia y no vinieron nunca más”. Aunque las observaciones son distintas según quien las pronuncie, todos coinciden. “Un año hace ya”.

Lo real y concreto es que algunos vecinos del barrio Anasagasti, ya comenzaron a contactarse y organizar el festejo del primer cumpleaños del gigante zanjón abierto por cuadrillas del municipio local y tapado apenas con algunas vallas plásticas o metálicas, algunas tiras de cintas de peligro y algunas ramas, para acompañar a unos cada vez más desparramados montículos de tierra.

Según los comentarios recolectados en el lugar, un enorme caño metálico de pluviales, dañado por el paso del tiempo, comenzó a descalzarse y socavó todo el terreno a su alrededor. Eso provocó la apertura de cráteres en la vereda de un frentista, a medida que el agua iba horadando todo.

Ante los reclamos del frentista, que vio tambalear y hasta desaparecer parcialmente la entrada para su garaje, el municipio tomó cartas en el asunto y con maquinaria pesada, trabajó en el lugar, reemplazó un tramo del caño y volvió a construir el ingreso a la cochera mencionada.

No obstante, el trabajo no fue concluido y casi llegando a la esquina de las calles Ruíz Moreno y Albarracín, la zanja quedó abierta, con el faltante de uno o más tramos de caños y el agua siguió haciendo lo suyo. Como corolario el acceso a una cochera quedó inhabilitado desde entonces.

Basta con acercarse a pocos metros del lugar para observar cómo el agua ha ido comiendo los laterales del zanjón, dejando el asfalto y la vereda, a ambos lados del agujero, prácticamente en el aire. Inclusive se observan desmoronamientos que podrían ser recientes.

Con todas las dudas a cuestas y el temor por la situación sanitaria, ahora que las autoridades habilitaron las reuniones al aire libre de más de veinte personas, los vecinos volvieron a comunicarse con intenciones de concretar el festejo aplazado del primer aniversario de esta zanja que afortunadamente todavía no provocó ninguna tragedia. ¿Faltará mucho?, se preguntan los vecinos.