“Hasta el día de hoy, no podemos entender todo lo que pasó”, se sincera la abuela de Lucas Caro, Rebeca Kedikian.

“Con mi marido dormíamos, y nos despertaron para decirnos que mi nieto había tenido un accidente; pensábamos que estaba en el hospital”, cuenta.

“Los chicos (Agustina y Santiago, hermanos menores de Lucas) vinieron con nosotros. Teníamos que cuidarlos. Y cuando nos llamaron para decirnos que había muerto, debíamos contenerlos”, suspira.

Rebeca señala que un día, antes de Semana Santa, la esposa y la madre de Matías Vázquez, quien atropelló y mató a su nieto, aparecieron por el terreno donde tienen sus casas tanto ella como sus hijas Verónica y Alejandra, mamá y tía de Lucas, respectivamente.

“Era sábado. Las atendí con respeto. Dijeron que nos acompañaban en el dolor, y yo les contesté que no tenían idea acerca de lo que estábamos pasando”, revela.

“Entregaron una carta, para que le diera a mi hija y el papá de Lucas”, indica.

Primero tuvo dudas de recibirla, pero finalmente la tomó. “Por una cuestión de educación; fuimos y seguimos siendo respetuosos”, apunta.

Cuando Verónica y su marido, Luis, que no se encontraban en ese momento, regresaron, Rebeca les entregó la misiva.

No la leyeron.

“No se trata de una venganza ni nada por el estilo, pero deseo que Matías Vázquez pague. Él mató a mi nieto, y tiene que ir a la cárcel”, sentencia la abuela.