El 28 de junio de 1966 era derrocado el gobierno constitucional del presidente Dr. Arturo Illia, nuevamente la alternancia de gobiernos militares golpeaba a nuestro país, esta vez de la mano del general Juan Carlos Onganía, se proponía la Revolución Argentina, junto a las corporaciones oligárquicas conservadoras que respaldaron el golpe de la dictadura militar se encontraban las fervientes adhesiones de las representaciones nacionales de conducciones sindicales mayoritariamente de extracción peronista como la CGT, la UOM, Luz y Fuerza, FOECYT entre otras, que respaldaron el intervensionismo estatal y al control oficial de la economía.

En la parte política se tuvo el rechazo enérgico del radicalismo, mientras que la otra fuerza mayoritaria, el peronismo, acataba los consejos de su líder exiliado en España de “desensillar hasta que aclare”.

La política económica a cargo del ministro Adalbert Krieger Vassena, de fuerte tendencia liberal, proponía la concentración del poder económico en detrimento del capital nacional y a favor del monopolio extranjero, en ese contexto su gestión antinacional se centró en medidas como la devaluación del peso argentino que permitió la inversión del capital foráneo y la compra de grandes empresas locales a precios irrisorios; la disminución de los aranceles de importación para posibilitar la caída de la industria nacional y el congelamiento salarial que permitió el traspaso de los ingresos de la clase trabajadora hacia el sector empresario.

Las estadísticas registran que hacia 1969 de las cien mayores empresas del país más del 80 por ciento eran extranjeras, paralelamente esta política traía como consecuencia directa la caída del poder adquisitivo del salario y el aumento de la desocupación. El ataque del estado contra la clase trabajadora se completaba con medidas como la intervención a los sindicatos o suspensión de personerías gremiales, violación de los contratos colectivos de trabajo, posibilitaba los despidos sin indemnización, aumento de la edad para acogerse a los beneficios de la jubilación, la ley de represión de los conflictos sindicales, en síntesis las recetas económicas desembocaron en una agudización de la crisis social y la profundización de los efectos recesivos.

En lo político la estrategia de la dictadura impuso el cercenamiento de los derechos cívicos, disolvió el Congreso Nacional y a los partidos políticos, removió a los integrantes de la Corte Suprema, se intervinieron los medios de comunicación restringiendo la libertad de prensa, se adoptó un pronunciado sesgo corporativista y se fijaban objetivos básicos a cumplir, sin precisar tiempos definiéndose tres etapas : el tiempo económico, el social y por último el tiempo político, la ambición de Onganía soñaba con la perpetuidad en el poder tratando de emular al eterno generalísimo Francisco Franco de España.

Las reacciones contra el régimen comienzan en agosto de 1966 con declaraciones y solicitadas por parte de algunas agrupaciones sindicales pero fundamentalmente con manifestaciones que provienen del ámbito universitario, como consecuencia de ver vulnerados los principios de autonomía y co-gobierno en los claustros universitarios, la protesta del estudiantado se instala a través de planes de lucha en Córdoba, Rosario, Corrientes y en la UBA, en esta última la represión golpeó drásticamente en un episodio conocido como la noche de los bastones largos donde la violencia se descargó no solo contra el estudiantado sino también contra el cuerpo docente, en la docta Córdoba el régimen cobra su primera víctima en septiembre de 1966 cuando el estudiante Santiago Pampillón cae abatido por las balas durante una movilización estudiantil.

La lucha contra la dictadura reúne a los trabajadores y estudiantes, se incrementan las manifestaciones de repudio contra la política antipopular del gobierno provincial y nacional, al clima de total descontento y disconformidad se le suman dos medidas gubernamentales, una fue la constitución del Consejo Asesor Económico y Social que no era otra cosa que un ensayo de integración corporativa de la sociedad en el gobierno; la otra medida que contribuyó a desencadenar el levantamiento cordobés, fue la supresión del “sábado inglés” que representó una merma del 10 por ciento en los salarios.

Estos fueron los puntos desencadenantes de las tensiones acumuladas durante los tres años contra la dictadura militar, un comunicado de la CGT de los Argentinos Delegación Regional Córdoba del 1ro. de mayo de 1969 culminaba sintetizando el pensamiento popular : “Agraviados en nuestra dignidad, heridos en nuestros derechos, despojados de nuestras conquistas, venimos a alzar, en el punto donde otros las dejaron, las viejas banderas de lucha”.

Por moción de Agustín Tosco, del gremio de Luz y Fuerza , la CGT de Córdoba convoca a un paro general para el día 29 de mayo, los obreros y estudiantes se preparan y organizan, no hay improvisación, se multiplican las asambleas de apoyo al paro y la protesta, se distribuyen millares de volantes planteando las reivindicaciones populares, se fijan los lugares de concentración, cómo y por qué avenidas se realizarán las marchas para concluir en el gran acto masivo frente a la CGT de la Avenida Vélez Sarfield 137.

En horas de la mañana comienza la marcha de las columnas hacia la concentración y aparece la represión indiscriminada, allí las balas policiales terminan con la vida de uno de los manifestantes: el obrero Máximo Mena, se exacerba la multitud y el avance resulta incontenible, la policía retrocede y huye y se incrementa la resistencia combativa propiciando el clima para que se produzca el estallido social, la reacción de los obreros y el estudiantado fue total, su marcha rebasa las fuerzas policiales, más de 50.000 manifestantes marchan desde los cuatro puntos cardinales hacia el centro de la ciudad para realizar el gran acto frente a la CGT, crecía la rebelión en contra de la opresión y la injusticia, el ejército se suma a la represión pero tampoco puede contener el avance de las masas, la firme convicción de un pueblo en lucha está en marcha y resulta incontrolable e imparable, durante tres días la ciudad está en poder de los manifestantes, el centro y los principales barrios aledaños son terreno de combate, barricadas, bombas, armas, gases lacrimógenos, francotiradores, rodados incendiados, comercios destruidos son el panorama de la lucha y reacción del pueblo.

El saldo es trágico, según la prensa local el resultado del enfrentamiento dejó 34 muertos, 400 heridos y más de 2000 detenidos. La versión del gobierno acerca de las causas que originaron el estallido expresaba: “ fueron producto de un plan perfectamente organizado y planificado por elementos foráneos pertenecientes a la izquierda política, externos y extraños al movimiento obrero, profesionales de la actividad subversiva, responden al accionar de una fuerza extremista organizada para el estallido de la insurrección urbana”.

El sociólogo Francisco Delich acertadamente definía: “La dimensión del Cordobazo se la dio la gente, es la ciudad entera que de pronto se suma a esta convulsión... es para los cordobeses y para los argentinos como nuestra pequeña revolución francesa”.

Agustín Tosco, principal promotor del paro activo del 29 de mayo, definió al Cordobazo como “la expresión militante del más alto nivel cuantitativo y cualitativo de la toma de conciencia de un pueblo, en relación a que se encuentra oprimido y que quiere liberarse para construir una vida mejor, porque sabe que puede vivirla y se lo impiden quienes especulan y se benefician con su postergación y su frustración de todos los días”.

Fue la reacción por medio de la manifestación popular para expresar el repudio a la política de Onganía. Para Tosco no existió una espontaneidad en el levantamiento, existió una planificación que fue organizada por una parte por un comité de sindicatos (los principales fueron el de Luz y Fuerza y el Sindicato de Mecánicos y Afines de la Industria Automotríz ), por la otra agrupaciones de estudiantes universitarios de distintas ideologías políticas (Reformistas, Franja Morada, Integralistas, Federación Universitaria de Córdoba –FUC-, Liberación, IMAF y Universidad Tecnológica).

A 52 años de este suceso, uno de los más importantes de la vida política nacional de la segunda mitad del siglo XX, debemos rescatar lo espontáneo de la adhesión, participación y solidaridad de todo un pueblo, lo sorprendente fue la magnitud alcanzada por la protesta y la combatividad de la población mediterránea que protagonizó los acontecimientos de esa gesta.

En el análisis es importante rescatar la autonomía del sindicalismo cordobés, su distanciamiento de las organizaciones sindicales de orden nacional, incluso con la propia CGT, por la conducta aliada de estas con el gobierno de la dictadura que las llevó a optar por arriar las banderas de reivindicación por las que luchaba el sector popular.

Al año del estallido caía el gobierno autocrático de Onganía cegado por su tortuoso designio político con ansias absolutistas, era el triunfo de la voluntad soberana, que con dignidad y coraje lograron vencer los mesiánicos sueños dictatoriales insertos en la mal llamada por la jerga castrense, Revolución Argentina.

El Cordobazo marcó el principio del fin de la dictadura y nos dejó un sano legado: con pensamientos claros y espíritu combativo demostró que la legitimidad política surge de la soberanía popular, la rebeldía mediterránea nos enseñó como la hidalguía de una lucha sin claudicaciones, constituye un camino cierto para la recuperación de los auténticos valores como la libertad, la justicia, la solidaridad y la dignidad de un pueblo.

Cr. Enrique Carlos Mogensen (*)

Presidente Comité UCR Bariloche ( 1983 / 85 )

(*)  El autor de la nota,  junto a su hermano Alfredo Mogensen fueron protagonistas de las 3 jornadas de lucha del Cordobazo, como estudiantes pertenecientes a la Agrupación Franja Morada (UCR) de la Universidad Nacional de Córdoba: facultad de Ciencias Económicas y Bioquímica respectivamente.