RECLAMO POR LA SUSPENSIÓN DE LA ACTIVIDAD EN LOS GIMNASIOS

| 03/05/2021

"Se hacen cosas en la clandestinidad y se generan contagios"

"Se hacen cosas en la clandestinidad y se generan contagios"
Foto: Facundo Pardo.
Foto: Facundo Pardo.

Julieta Widnikiewicz es profesora de Educación Física. Hasta la llegada de las últimas restricciones, daba clases para adultos mayores, es decir un grupo de riesgo en relación a la pandemia.

Extremaba los cuidados.

Los grupos en que dividía a sus alumnos eran de cuatro personas cada uno.

“Y estaban separados, en espacios personales determinados, pero igual podían verse, estar comunicados, y eso, para ellos, es sumamente importante”, cuenta Julieta.

Cuando se refiere a la actitud de sus alumnos, dice que había de todo, pero que en algunos se apreciaba temor. “Porque, encima de todo lo que sucede, les meten miedo por la televisión; les dicen: ‘Quedate en casa porque te vas a morir’”, señala. 

“Las vacunas tardan en llegar, y una forma acertada de mantener el sistema inmunológico activo es con la actividad física, la alimentación y la buena salud mental”, afirma.

Y ejemplifica la opción contraria, que suele estar relacionada con la permanencia en la casa: “Varias señoras me han dicho: ‘Estuve encerrada todo el día, y me vuelvo loca; no puedo visitar a mis hijos ni a mis nietos…’. Se la pasan sentadas, sin hacer nada”.

En ese sentido, reflexiona: “El sedentarismo y la obesidad son los mayores problemas para todas las enfermedades, no solo para el COVID-19”.

“Está científicamente comprobado que el ejercicio libera una hormona que ayuda contra el coronavirus, la problemática más grave de la actualidad. Entonces, ¿cuál es el sentido de hacer los protocolos -que funcionan-, para los gimnasios y los otros profesionales que se dedican a la actividad física, si después no nos dejan trabajar?”, cuestiona.

Así, se refiere a un problema que surge a partir de la prohibición de desarrollar la enseñanza presencial: “Todo cae en la clandestinidad, se hacen cosas en cualquier lado, y ahí se generan los contagios, no en los lugares que se encuentran habilitados”, afirma.

Y suma a la cuestión algo similar que ocurre en torno a la suspensión de las clases en las aulas: “Lo mismo pasa con la educación. Cuando los papás se tienen que ir a trabajar, el chico que no va a la escuela, que es menor de edad, en algún lado se tiene que quedar. Y, de esa forma, se generan lugares clandestinos en alguna casa, donde no existen cuidados”, apunta.

“Todo esto de las prohibiciones no tiene sentido, es una locura, y ya no se aguanta más”, expresa.

Hace unos días, Julieta fue al Centro Cívico a reclamar por las medidas restrictivas. Lo hizo portando un cartel donde se quejaba porque, si bien no permiten realizar la labor con la que se gana la vida, los impuestos y demás cargas monetarias continúan.

Julieta, en el Centro Cívico, estuvo acompañada por Paula Ruiz Gressani, quien aclaró que ella se veía afectada por la suspensión, pero desde otro lado. “Si bien no trabajo en un gimnasio, igual acudo a uno, y necesito llevar a cabo actividad física, porque quedarme en casa mirando Netflix no es salud”, indicó. La muchacha desarrolla tareas en una empresa dedicada al turismo, y, al respecto, observó: “El sector está sumamente comprometido, y esto no se sabe cómo va a seguir. Me da miedo lo que suceda en el invierno. Una tiene la esperanza de que no vuelva a pasar lo del año pasado, pero la verdad es que nunca se sabe… De un día para el otro, te ponen restricciones”. (Foto: Facundo Pardo)

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