Desde hace unos 7 años se ha ido perdiendo la imagen de una ciudad armónica con el paisaje cultural y natural.

 Carente de una política sobre las obras privadas nos aproxima a la imagen de una espontaneidad anárquica fruto de la desidia y el dejar hacer.

La realidad supera los discursos de algunos funcionarios carentes de visión crítica y con un gran desconocimiento del nuevo paisaje que surge por necesidad.

También, el mercantilismo incontrolable que sobrevalora el costo de la tierra.

Hay una oficina específica para el control de tendido de redes, eléctricas, video cables, internet, etc., sin embargo están dedicando recursos y tiempo, a controlar los proyectos de las viviendas (donde hay profesionales responsables), sin ver la avanzada contaminación visual de cada calle y cada esquina.

Hoy en el Código de Edificación, se establece que los proyectos se registran y no se aprueban ni hay que pedir “permiso” solo hay que certificar que lo que vamos a construir esta dentro de los parámetros preexistentes. Sin embargo esto no se cumple de esta manera y generaron un montón de artilugios para seguir controlando que los planos, sean perfectos. También es verificable que en las observaciones hay ignorancia.

“Las obras son como se construyen y no como se proyectan” y tal vez sirva de ejemplo el balcón que colapsó hace unos días donde claramente una ménsula no presenta armaduras, o sea que es probable que estén dibujadas y detalladas pero en la realidad, no están.

Hay entidades profesionales que creadas por ley tienen la capacidad de aportar y colaborar con las autoridades municipales, por Código, y para ello se generó una comisión de trabajo conjunto cuyos documentos serían un importante aporte a la comunidad pero en la ordenanza constitutiva había dos palabras que destruyeron este concepto democratizador, “no vinculante".

399, son los expedientes que ingresaron en el 2020 al municipio y el Colegio de Arquitectos aportó una herramienta muy valiosa para la gestión de los trámites on line que se utiliza muy mal y así genera muchos inconvenientes. El 93% de los expedientes corresponden a viviendas individuales.

¿Pueden los corralones y la mano de obra vivir con esa escala de tramitaciones?...

Con caminar por los barrios nuevos, que se han ido habilitando, va a ver la cantidad de obras espontáneas que por necesidad del usuario se ejecutan sin ningún control ni asesoramiento, no para multar, sino para orientar, asesorar, tener presencia y acompañar, pero lo más probable que aparte de un papel de adjudicación precaria, sin escritura, no puedan acceder a una gestión municipal.

Es la falta de una política que tal vez del grandilocuente título del Instituto de la Vivienda en concordancia con Obras Privadas, puedan coordinar una acción territorial y abarcativa.

También vemos importantes inversiones en el acceso Este de la ciudad con jardinerías, juegos, bicisendas, etc. para dar una imagen de ciudad cuidada y prolija pero ¿será solo eso…? o el marco necesario a todas las nuevas inversiones inmobiliarias del sector que en varios casos, prometen redes de servicios que no hay…o “loteos sociales” para disminuir la superficie propia de cada parcela, evitar algunas redes subterráneas pero con valores de venta superiores al sentido que los originan.

Tal vez sería muy interesante desviar parte de esa inversión en Forestación Urbana en todos los nuevos barrios y espacios verdes. Los páramos en que se convirtieron esas urbanizaciones no se condicen con una ciudad rodeada por un parque nacional.

Va a ser muy difícil revertir esta anarquía urbana y solo con mucho trabajo, dedicación y conocimiento, se podrán ir implementando campañas de concientización siempre en base a una política urbana no de planificación sino de ejecución en el territorio.

Raúl A. Martiniau, arquitecto
Mat. CARN 176/3