EL GUARDAPARQUE ALEJANDRO REY, EN BÚSQUEDA DE ANÉCDOTAS PARA CONTARLES A SUS NIETOS

| 24/11/2020

Un “Pajarito” rumbo a la Antártida

Christian Masello
Un “Pajarito” rumbo a la Antártida

Alejandro “Pajarito” Rey nació en Capital Federal. Apenas terminó la secundaria, decidió venir a la Patagonia. Arribó al sur en 1986. Es guardaparque, y en estos momentos se encuentra a bordo del rompehielos ARA Almirante Irízar, embarcación que está amarrada en el puerto de Buenos Aires, cumpliendo la cuarentena preventiva previa al viaje que emprenderá rumbo a la Antártida (el único continente al que no llegó el COVID-19), para cumplir tareas de apoyo de investigación durante los primeros días de diciembre (se prevé que, de no haber inconvenientes, la fecha de partida será el viernes 4).

Instalado de manera fija en Bariloche desde hace ocho años, está casado con la también guardaparque Aldana Danisa Calamari.

Tiene tres hijos, de los cuales el más grande lo transformó en abuelo. Pensando en las historias que, en el futuro, podrá contarles a sus nietos (por ahora, tiene dos: Martina y Camilo), desde su camarote, “Pajarito” habla con El Cordillerano:

 

El Cordillerano: – ¿Cómo surgió la posibilidad de viajar a la Antártida?

Alejandro Rey: – Existe un convenio entre Parques Nacionales y la División Nacional del Antártico. Todos los años se hace una convocatoria para los guardaparques interesados en invernar en islas Orcadas del Sur; se lleva a cabo una selección y quedan dos, que luego tienen que hacer una serie de cursos y una capacitación.

 

E.C.: – Su interés en viajar, ¿a qué responde?

A.R.: – Se mezclan muchas cosas. Desde mi trabajo en Parques, me encuentro interesado en el tema de la conservación. Además, está el desafío de ir a un lugar al que, de otra manera, sería bastante complicado llegar. Paisajísticamente y técnicamente, desde lo práctico, lo social y humano, invernar en un sitio así implica un reto. Ahora se hace un poco más sencillo, por la tecnología existente; antes, era mucho más complicado. Se debe tener en cuenta que la base está desde 1904: es la más antigua de la Antártida.

 

E.C.: – ¿Con qué se piensa topar?

A.R.: – Me imagino encontrar, dentro de la fauna, que obviamente es mayormente marítima, especies a las que no estoy acostumbrado, porque mi perfil es más de montaña. En lo referido a lo climático y geográfico, lo que más se puede aproximar a la Antártida es el hielo continental, en la zona de Santa Cruz. Cuestiones como el frío y el viento, en cuanto a lo que uno ha vivido en la cordillera durante situaciones de emergencia, buscando personas perdidas y demás, allá se multiplicarán por diez…

 

E.C.: – ¿Cuánto tiempo de viaje tendrán?

A.R.: – Aproximadamente un mes, porque el barco primero va a las bases de la península antártica, para llevar pertrechos y víveres, además de realizar relevo de personal, y después llega a Orcadas; si no, con buen clima, demoraría menos, algo así como ocho o diez días.

 

E.C.: – ¿Y cuánto permanecerán allá?

A.R.: – Catorce meses, pero eso también es aproximado, porque depende de las condiciones climáticas. Puede cerrarse el hielo, cambiar el tiempo…

 

E.C.: – ¿Qué le dijo su familia cuando se enteró que había sido designado para viajar?

A.R.: – Obviamente, sabían que me había presentado. Cuando les conté que quedé, lo primero que me dijeron fue: “Ahora no te vas a arrepentir, ¿no?”. El apoyo fue total y absoluto. Desde el momento en que se es aceptado, hasta partir, es una montaña rusa de sensaciones. Pero va a ser muy gratificante… ya me imagino contándoles anécdotas a mis nietos.

 

E.C.: – En estos momentos, ¿qué desea?

A.R.: – Estar en Orcadas –risas-. Con el tema de la cuarentena, uno acá se siente estancado… Es como un escalón más, otro desafío. Me refiero a lo de permanecer encerrados: nosotros no estamos acostumbrados, siempre vamos a la montaña, recorremos… Y acá damos vueltas en un barco –vuelve a reír–, que encima está amarrado…

                                   

 

Christian Masello

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