DEL CLUB DE REGATAS A ESTADOS UNIDOS

| 09/11/2020

Ayelén Vegas, y la fiel demostración de las oportunidades que da el deporte

Martín Leuful
Ayelén Vegas, y la fiel demostración de las oportunidades que da el deporte
En el Club de Regatas Bariloche, lugar que la vio nacer en el deporte.
En el Club de Regatas Bariloche, lugar que la vio nacer en el deporte.

La remera barilochense nació en el barrio El Mallín el 24 de julio de 1996. De cuna muy humilde, supo aprovechar las oportunidades que el deporte le dio. Viajó a Estados Unidos y retornó con los títulos de Administración de Empresas y un terciario en Administración en el Deporte. Llegó a Bariloche hace pocas semanas y hoy es la flamante capitana del Club de Regatas Bariloche. Da clase de inglés online y busca un trabajo.

La historia de Ayelén Vegas conmovería a la persona más dura de sentimientos. Su infancia y juventud la transitó en el barrio El Mallín, en el seno de un hogar muy humilde. Su madre, empleada doméstica, fue el único sostén del hogar; Herminia Vegas quiso siempre lo mejor para su hija. En su intensa búsqueda de mejorar la calidad de vida de Ayelén, desembarcó en el Club de Regatas Bariloche y dio con Raúl Stuke, quien de inmediato la incorporó a los botes de la prestigiosa entidad. Nadie imaginaba todo lo que iba a conseguir la joven.


Ayelén Vegas recibida junto a su mejor amiga Ariel McAffrey.

Ayelén comenzó a sobresalir de inmediato y pronto llegaron las primeras victorias locales y regionales, hasta que consiguió cinco veces el título argentino de remo en categoría menor y junior. Todo eso hizo que la carrera de Vegas tomara dimensiones inimaginables, algo que la deportista lacustre supo aprovechar.

La entrevista se pactó en el Club de Regatas, la entidad que la vio nacer, cerca de las 15 horas, El Cordillerano se encontró con la Ayelén Vegas que todos conocen. Una joven simple, con una sonrisa a flor de piel y con la sapiencia de alguien que supo pelearla y cumplió las metas que se propuso, sufriendo y dejando muchas cosas de lado.


Con su madre, Herminia, en Estados Unidos.

Vegas cursó la primaria en la escuela 187 y la secundaria en el Colegio Don Bosco. Una joven con los complejos propios de su edad y con sus problemas adolescentes, pero que batalló y superó con creces.

Con tan solo 24 años, Vegas indica: “cuando termino el colegio secundario decido viajar a Buenos Aires para empezar a estudiar, es cuando arranco a remar para el TBC (Tigre Boat Club), allí una vez hablé, creo que era el secretario del club y me dijo que había conocido gente que buscaba chicos que querían ir a estudiar a Estados Unidos y que tenían que saber remar, entonces pensé que estaba buena la idea y comencé a averiguar. Fue justo una época donde se me estaba debatiendo en si dejar o no el remo. En ese momento estaba una chica que remaba en Tigre conmigo, que me ayudó un montón a entender cómo era todo el sistema. Comencé a ver que era un sistema muy diferente. Recuerdo que enviamos e-mails a diferentes universidades buscando una beca donde pudiera estudiar y remar y la encontramos en Nova Southeastern University, una universidad en Florida”.

Encontrar todo nuevo

Vegas indica que “por suerte había estudiado inglés algunos años y tan mal no estaba, fue largo el proceso, hasta que desde la universidad me indicaron que me daban beca completa y en agosto en 2016 viajé. Me pagué el pasaje y llegué a un mundo totalmente diferente. Llegué y me fueron a buscar al aeropuerto, me llevaron a la residencia de la universidad donde iba a vivir. El primer año compartí cuarto con una chica que también remaba, y ese año la transición fue muy agradable porque ella me enseñó mucho. Los primeros tres meses tenía que pedir que me repitieran todo más lento hasta que comencé a pronunciar todo mejor (risas). Llegué a una universidad donde había mucha diversidad. Hay estudiantes de China, Tokio, Francia, y de diferentes lugares de Latinoamérica y entonces en ese sentido te sentís muy bienvenido”.


Integrando el equipo de la universidad.

El contrato de la beca

Vegas cuenta que “cuando yo pido la beca, indico que quiero estudiar allá, que era remera desde hacía seis años y que había conseguido varios títulos. Les cuento mi tiempo de Ergo, y envió toda la información importante con los respectivos videos, ellos dijeron que les interesaba y que podía estar en el ocho o en el cuatro ambos con timonel. Envié un video que filmé en el Tigre haciendo una tirada de 2000 metros”. Las universidades de diferentes lugares del mundo firman como un contrato con los recién llegados donde le dan la posibilidad a los chicos de alojamiento, comida y estudio, a cambio, Ayelén tenía que estar en el equipo de remo de la universidad.

No se aprueba remando

Con una simpleza única, Ayelen Vegas relata: “no es que uno porque rema puede aprobar, es un todo junto. Si a vos te va mal en los estudios, seguramente habrá consecuencias, por ejemplo, no podrás entrenar con el equipo. Si después de un tiempo tus notas no suben, te pueden sacar del equipo, lo mismo con el rendimiento del remo o del deporte mismo. Si fallás en las tiradas, si no te va bien en general eso puede llevar a una consecuencia para que mejores tus resultados. Allá tenía una motivación extra que era la beca, quiero mis estudios y absolutamente todo me llevaba a un punto, querer recibirme”.

Inimaginable

Vegas continúa contando su experiencia de vida con sus 24 años e indica que “cuando era joven, nunca me imaginé terminar estudiando en Estados Unidos. Yo me preguntaba por Buenos Aires, es más, al principio pensé en quedarme, pero todo fue sucediendo. Cuando comencé a buscar esta beca, me preguntaba si saldría o no, pero sabía que lo quería hacer, sabía que tenía que terminar lo que decidiera. Allá se me puso difícil, que estás estresado, que no descansás y pensé muchas veces en querer volverme, pero me había embarcado y quería terminarlo".

El equipo

Ayelén Vegas expresa que “en el equipo éramos 40 chicas, todas de la universidad y al estar todo el tiempo con las mismas chicas surgen roces, no es que le caes bien al todo el mundo. Yo siempre pensaba que estaba en ese lugar por el remo, en definitiva me gustaba remar, ese deporte me había abierto las puertas a todo un mundo. Por eso conocí Florida, Filadelfia, Oklahoma, Sarasota. Tuve la oportunidad de asistir a un Mundial de remo en Sarasota en Estados Unidos y fue extraordinario y eso me lo dio el remo”.

El que se lo propone, llega

Lejos de haberle cambiado algo de la personalidad, Ayelén está cada vez más simple en sus pensamientos. “Muchas veces, cuando fui a Buenos Aires escuchaba a compañeros decir que no llegaban con el estudio o el remo y que no podían con las dos cosas. Siempre pensé que sí se puede, se tienen que tener las ganas de llegar, eso fue lo que me propuse cuando me salió la beca. Al principio fue muy duro en lo sentimental, por suerte encontré a un grupo de chicas que tenían sus familiares lejos, pero dentro de Estados Unidos y ellas me abrieron las puertas. Nos llamábamos, nos encontrábamos para contarnos nuestras alegrías, pero también nuestras tristezas, llorábamos juntas, allí encontré a mi mejor amiga, Ariel McAffrey”.

Una reclutada

Dentro del remo o cualquier deporte que se quiera practicar se denomina reclutados a aquellos que ya han remado antes de su ingreso y los novatos a quienes ingresan a las instituciones y se interesan por el deporte. Vegas era una reclutada, poseía cinco títulos argentinos y tenía una vasta experiencia en este deporte. La barilochense indica que “me tocó competir con diferentes universidades de Florida y luego, si nos iba bien competíamos con otras universidades de Estados Unidos en los certámenes nacionales. Siempre era en 8 y 4 con timonel. Tuve la suerte de estar siempre en el equipo titular. De las 40 chicas que estábamos en el equipo, los mejores tiempos estaban en el 8, luego iban bajando al 4 con timonel y las peores de tiempo estaban en el dos sin timonel. Tuve la suerte que en los cuatro años nunca me bajé del 8, una vez estuve cerca de quedarme fuera y me pregunté '¿estoy cerca de no estar?' (risas) me tenía que poner más las pilas, pero nunca me bajé del 8”.

El positivismo de Ayelén

Vegas cuenta sobre el final que “yo tenía clases de lunes a viernes, entrenaba de lunes a sábado. Un día normal nos pasaban a buscar a las 5 para remar, luego volvíamos al campus y teníamos clases hasta las 12 y después tenía remoergómetro y gimnasio y los tiempos libres era para el estudio, todos pueden llegar si se lo proponen”.

Vieja, mi querida vieja

Vegas no deja de ser agradecida a todos los que la apoyaron, pero piensa en su mamá. “Mi mamá fue mi sostén. Fue la que me apoyó en todo. En cuatro años que yo estuve allá, ella pudo ir una sola vez. Juntó peso por peso y viajó a verme, fue una alegría enorme”. Hoy Ayelén retornó a su Bariloche natal. Su corazón es tan grande que el Club de Regatas le ofreció pagarle, pero ella dijo que no lo podía aceptar y entonces se hizo cargo de la escuela de iniciación ad honorem. Sus clases de inglés online hacen que subsista, pero no deja de busca un trabajo estable.

 

Martín Leuful

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