INVIERNO DE 2019

| 29/09/2020

Un árbol cayó sobre su casa: Se salvaron de milagro y empezaron a construir con ayuda

Susana Alegría - Fotos: Facundo Pardo
Un árbol cayó sobre su casa: Se salvaron de milagro y empezaron a construir con ayuda

La nevada del 20 de julio de 2019 marcó un antes y un después en la vida de Ángel León y “Vale”, su pareja, cuando un enorme árbol cayó sobre su vivienda y salvaron sus vidas de milagro.

Luego del impacto que sufrieron, en el que murió atrapada Amancay su mascota, comenzó la necesidad de reconstruir y hoy falta menos para volver a habitar el lugar que volvieron a elegir para vivir.

Era un sábado de invierno cuando por la tarde, decidieron descansar un rato. Sentían el crujir de los árboles pero de todas maneras subieron al dormitorio de la planta alta. De golpe se despertaron por un gran estruendo y comenzaron a sentir que entraba mucho frío, Ángel en ese momento dijo que la sensación fue como si un gigante les hubiera pisado la casa.

El milagro se dio al ver cómo quedó todo, el árbol aplastó por completo la planta baja, partiendo en dos la vivienda y dejando en pie solo el dormitorio sin una de las paredes.

De allí en más comenzó la ardua tarea de remover ramas y troncos, cortando con motosierra para poder retirarlos.

El construir su hogar les había llevado casi dos años, con un sistema natural, estructura de madera, ecoladrillos, nylon y un techo vivo, neumáticos, botellas de todo tipo, telgopor de embalaje, frascos, y otras cosas más que, de otra forma, hubiesen terminado en un basurero a cielo abierto o formando parte de un relleno sanitario. Describiendo esto se puede ver que muy poco de todo eso se pudo recuperar y el retirar los escombros les llevó varios meses.

Tenían planificado continuar con la huerta familiar y diseñar un sistema de recolección de agua de lluvia y de reciclado de aguas residuales cuando la naturaleza les aplastó los sueños.

Cada mañana llegaban al predio y no sabían por dónde retomar las tareas ni de dónde tomar energías para seguir adelante. El desánimo y la angustia eran enormes porque cada etapa de esa casa había significado un logro que ahora, veían derrumbado.

Ángel, estudiante de Letras de la Universidad de Río Negro, de manera casi inmediata recibió la solidaridad de sus compañeros quienes organizaron una rifa y consiguieron tentadores premios para reunir fondos. Parte de la comunidad se hizo eco al conocer la noticia y la ayuda comenzó a llegar.

“Se acercó a dar una mano la gente conocida y muchos desconocidos, se armó un engranaje de personas, una red que nos contuvo y no nos dejó caer, sobre todo los primeros dos meses”. Hicieron una varieté de artistas en septiembre de ese año “eso nos permitió pagarle a los que se ocuparon de demoler todo y preparar el terreno para que entre Navidad y Año Nuevo iniciáramos la reconstrucción” recordó Ángel.

Remover emociones

Esa tarea de limpieza del espacio generó además un movimiento interno de energías y emociones muy fuertes. “Psicológicamente fue muy fuerte empezar a escarbar y encontrar las pertenencias, había seguido nevando entonces estaba todo mojado y no pudimos salvar nada”. Perdió más de 250 libros pero lo más doloroso fue encontrar el cadáver de su perrita Amancay, viejita, ciega y sorda, que no logró salvarse.

Cuando el árbol destruyó su vivienda aún estaban pagando un crédito por los materiales utilizados, deuda que debieron asumir casi por un año más. “Con muy pocos ahorros y la ayuda de la gente empezamos la reconstrucción con la misma técnica”.

Grupos solidarios hicieron recolección y acopio de ecoladrillos “en Los Coihues, el centro, en Dina Huapi incluso, en Villa La Angostura juntaron para darnos” comentó. Ese es el relleno que están utilizando para levantar cada una de las paredes.

“Anteriormente como no teníamos tantos ecoladrillos habíamos utilizado botellas de vidrio y quitar todo eso roto fue un trabajo muy minucioso y agotador”. Las tareas les llevaron más de seis meses pero lo lograron “muchas veces estábamos con Vale un par de horas limpiando y nos teníamos que ir porque emocionalmente era demasiado”.

Los primeros meses les prestaron un departamento para vivir, “Vale es licenciada en Física y trabaja en el Centro Atómico, gracias a gestiones de sus jefes y compañeros nos mudamos a una casita de la empresa sobre Bustillo” dijo muy agradecido.

Retomaron el sueño

Con todo el apoyo de parte de la comunidad, la nueva casa la levantaron durante el verano pasado “uno de nuestros apuros en despejar todo era ver que la platea no haya sufrido daños y por suerte se la bancó, entonces emprendimos la tarea de rehacer nuestro hogar”. Es distinta en la organización de los espacios y sumaron otra habitación. “Hacer la misma nos traería muy malos recuerdos, había personas ayudándonos, pero a fines de marzo con el tema de la pandemia tuvimos que cortar”.

Llegaron de diferentes lugares como Francia, España e Italia gracias a que contaron su proyecto de reconstrucción en una página de internet “voluntarios viajeros en ese sitio eligen lugares y proyectos a los cuales sumarse de manera desinteresada”.

A este proyecto de autoconstrucción lo denominaron Ketri Newen y ese es además el nombre de su nueva vivienda en honor a un hermoso arrayán que impone su presencia en el centro del terreno.

Estado actual de la vivienda

Ya finalizaron toda la estructura de las dos plantas, el relleno de las paredes aproximadamente en un 80 por ciento, faltan los revoques, el techo, el piso, colocar las aberturas y terminar la instalación de los servicios. El sueño de la nueva casita fue compartido en una plataforma de financiamiento colectivo de Latinoamérica  https://www.idea.me/proyectos/74502/proyecto-ketri-newen donde solicitan una ayuda económica de quienes deseen colaborar y a cambio reciben una especie de recompensas. Los barilochenses que quieran pueden ingresar allí y sumarse. Además están a través de Facebook: @casitadebarrobariloche y en Instagram: Ketri_Newen.

 

 

 

Susana Alegría - Fotos: Facundo Pardo

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