CON HORARIOS LIMITADOS Y PRESENCIA REDUCIDA

| 25/09/2020

En Dina Huapi reabrió un jardín maternal bajo una modalidad “cultural”

Christian Masello/ Fotos Facundo Pardo
En Dina Huapi reabrió un jardín maternal bajo una modalidad “cultural”

Con el inicio de la primavera, un jardín maternal en Dina Huapi reabrió sus puertas con una extensión en la habilitación que le permite funcionar como taller “de arte y expresión cultural”, con el cumplimiento de un protocolo que sigue la reglamentación que el Gobierno Provincial dispuso para actividades de ese tipo. 

Claudia Pitarch, propietaria del Jardín de Sam, ubicado en Perú 230, contó que junto a la dueña de otra entidad dedicada al mismo rubro (que todavía no abrió), había mantenido reuniones con la intendenta, Mónica Balseiro, y el jefe de Gabinete, Armando Capó, que derivaron en el permiso para poder llevar adelante la nueva modalidad. “En realidad, lo que hacemos es muy similar a lo de siempre, porque al ser maternal, nuestro esqueleto central es el arte”, explicó Claudia.

En la primera semana de apertura bajo la nueva modalidad, la policía se presentó en el jardín, luego de recibir un llamado telefónico donde alertaban de un movimiento en el lugar que chocaría contra la reglamentación vigente en tiempos de pandemia.

Claudia Pitarch mostró el permiso municipal. “Expliqué que estamos habilitados para funcionar, y no hubo ningún problema”, dijo. Igualmente, pareciera que esa comunicación que recibió la autoridad policial responde a alguien que tiene un encono personal.

Luego, una compañera de un jardín de Bariloche le avisó a Pitarch que había recibido, por Facebook, una consulta acerca de si estaba permitido el funcionamiento, porque en Dina Huapi había uno abierto. “Mi colega le contestó que sí, que podíamos funcionar como taller”, manifestó Claudia. Al revisar el usuario desde donde había llegado la pregunta, constataron que no tenía ningún tipo de información; no figuraban amigos ni fotos. Sabemos que es un perfil trucho”, apuntó Pitarch.

La modalidad cultural

 

 

Claudia Pitarch comentó que desarrollan labores relacionadas con la plástica, el dibujo y la pintura, además de la expresión corporal (donde se incluye la práctica de yoga una vez por semana, baile y teatralización).

“La consigna que nos dieron es que hubiera pocos niños. Vino la bromatóloga y estudiamos los dos espacios que tenemos”, señaló la propietaria. De esa manera, se analizó que podrían ingresar, en cada turno, cuatro pequeños en una sala, y seis en la otra, pero Claudia prefirió permitir cuatro en ambas.

Eso admitiría la presencia de ocho niños por la mañana y otros tantos por la tarde, en turnos de tres horas, de lunes a viernes. “Esta primera semana hicimos una prueba piloto, solo con una sala. A la mañana vinieron cuatro nenes; a la tarde, tres. Entre los dos turnos, hay dos horas en las que limpiamos, desinfectamos y ventilamos. Además, ya no servimos almuerzo, sino que cada uno trae una vianda, que se saca de la mochila, se la utiliza, y se vuelve a guardar”, añadió.

Por la mañana, con los pequeños, está Claudia junto a una docente; por la tarde, otra maestra y una auxiliar. Si bien los jardines maternales reciben niños desde los cuarenta y cinco días a los tres años, bajo esta modalidad, solo se permite que asistan chicos deambuladores.

“Cada lunes, las familias firman una declaración jurada, con una validez justamente de siete días, donde afirman que ni el niño ni los familiares convivientes han tenido síntomas; a los habituales (fiebre, dolor de garganta, tos, pérdida del olfato y/o gusto), agregué vómitos y diarrea”, apuntó Claudia.

“Lo importante es que los chicos puedan venir un ratito por día, a oxigenarse, para ayudarlos en la estabilidad emocional. Algunos, desde principios de la pandemia, han tenido trastornos de sueño, y de conducta ni hablar… Cambiar la rutina, a esa edad, es muy difícil”, sostuvo.

El “roperito”

Claudia Pitarch comentó que, más allá de la situación económica general, hubo padres que continuaron con el abono de las cuotas, lo que ayudó a que el jardín pudiera subsistir.

Además, a principios de agosto comenzaron con un microemprendimiento con la finalidad de conseguir algo de dinero para el mantenimiento del lugar. Claudia armó un “roperito” con ropa para pequeños de la edad correspondiente a quienes asistían al jardín. Así, con turno previo, comenzó a vender calcitas y remeritas (aún lo hace). Pitarch pudo, además, negociar el alquiler, y pasó a pagar la mitad.

 

En marzo también habían sufrido una denuncia

El lunes 16 de marzo, cuando comenzó la suspensión de clases presenciales en el país, pasó una situación similar.

“Ese día ya no vinieron los chicos, pero igualmente nos juntamos con el personal, para programar actividades para brindarles a los padres y organizar un poco el trabajo. Pero llegó la policía, con la misma frase: ‘Llamaron al 911 para decir que acá había movimiento’”, rememoró la dueña del jardín, quien expuso que, en aquella ocasión, tampoco hubo ningún inconveniente.

En la Comisaría 36 de Dina Huapi, confirmaron que, esta semana, solo habían recibido el llamado de una persona por ese tema, lo que propició el acercamiento al lugar. Esto avalaría la sospecha de una animadversión particular.

Christian Masello/ Fotos Facundo Pardo

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