Apeo de coihues centenarios en lago Gutiérrez

La Asociación Civil Árbol de Pie, alertada por el apeo de grandes árboles nativos que lleva a cabo la Intendencia del Parque Nacional Nahuel Huapi en la zona del lago Gutiérrez, fija posición mediante la presente, frente a lo que considera un parcial incumplimiento de la Ley 22.351 de Parques Nacionales, en los siguientes artículos:

Art. 5°
…en los Parques Nacionales queda prohibido:
k) Toda otra acción u omisión que pudiere originar alguna modificación del paisaje o del equilibrio biológico….
Art. 18°
Además de las atribuciones y deberes conferidos por esta ley y su reglamentación, así como las que implícitamente correspondan con arreglo a los fines de su creación, la Administración de Parques Nacionales tendrá los siguientes:

l) El establecimiento de regímenes sobre acceso, permanencia, tránsito y actividades recreativas en los Parques Nacionales.

m) Dictar normas generales para la planificación de las vías de acceso y de los circuitos camineros de los Parques Nacionales.

Obviamente conocemos el lamentable incidente del camping de San Martín de los Andes, y sabemos que, a partir de ese momento, se desató una especie de campaña de exterminio o caza de brujas contra los gigantes del bosque andino patagónico que estuvieran en las cercanías de las áreas de uso público, priorizando el apeo a las podas preventivas.

Estadísticamente hablando, las probabilidades de morir aplastado por un árbol en un área pública son bajísimas: 1 muerte cada 20 millones de habitantes. Es más probable morir por un rayo (1 caso en 19 millones), y ganar la Lotería (1 caso en 14 millones) (www.ntsq.orq.uk).

Una persona tiene 500 veces más probabilidades de morir por un accidente de tránsito que por un árbol (y no por eso se destruyen las rutas o dejan de circular vehículos por el territorio nacional). Argentina ostenta uno de los índices más altos de mortalidad por siniestros de tránsito: 19 personas mueren por día; hay 6.627 víctimas fatales por año (2019) y unos 120 mil heridos de distinto grado y miles de discapacitados. Es como si un avión de pasajeros cayera todas las semanas muriendo unas 130 personas cada vez. (https://www.luchemos.org.ar/es/accidentes-argentina)

Sin ir más lejos ya ha habido accidentes fatales en la Ruta de Siete Lagos y se ha reclamado más demarcación, reductores de velocidad y cruces peatonales especialmente en los puntos panorámicos. Las mejoras brillan por su ausencia.

En los Parques Nacionales se debe reducir y administrar el riesgo impidiendo el acceso a sectores peligrosos con vallas, cartelería informativa, interpretativa y educativa, puentes, senderos, demarcaciones, como bien indica el Art. 18 de la ley antes citada. Por supuesto, la Intendencia tiene la opción, ignorando la ley que le da entidad al Parque, de eliminar por completo los árboles no solo del sector que nos ocupa, sino de toda la picada que asciende al Refugio Frey, digamos unos veinticinco metros a cada lado de la senda. También, para agregar seguridad física a los caminantes y resguardo legal a los funcionarios, podrían repetir el proceso en todas las picadas de las 710.000 ha que tienen a su cargo preservar.

Ahora bien ¿qué imagen se lleva el visitante al ver esos gigantescos tocones y árboles mutilados y cercenados por doquier? ¿Qué queremos enseñarle al visitante? ¿Qué sentimientos queremos transmitirle? ¿Miedo, temor infundado, incomodidad, peligro, estrés? ¿O respeto y admiración por los gigantes, los árboles abuelos del bosque?

Esta incoherencia entre la razón de ser de los Parque Nacionales y el apeo “por las dudas”, provoca que se pierdan ejemplares únicos e irremplazables, que son la memoria viva del bosque, ejemplos de supervivencia de más de 300 años en la naturaleza. Cada gigante del bosque sostiene a una increíble variedad de seres que forman parte de la biodiversidad del Bosque Andino- Patagónico, única en el mundo. Estos “legados ambientales”, con sus cicatrices, recodos y huecos, son además proveedores de hábitat clave para hongos, líquenes, y una variedad de animales que dependen del refugio y alimento que proveen. Por lo tanto, quitarlos empobrece al ecosistema, también en lo referente a su fauna y otros grupos vivientes.

Por supuesto, también perdemos la posibilidad de enseñar y educar al visitante sobre formas de convivencia con el bosque y especialmente con los grandes árboles. La experiencia de admirar un árbol de varios siglos de edad, toca una fibra íntima a la que no se llega con las explicaciones de un guía, por haber leído un folleto o haber recorrido un centro de visitantes.

Con estas acciones es inevitable que el visitante se cuestione los criterios usados en los Parques Nacionales y descrea de sus principios de conservación y educación ambiental, algo que no se espera de la institución que maneja las áreas protegidas de Argentina. Como consecuencia, esto provoca un profundo deterioro de la imagen del Parque Nahuel Huapi en la sociedad, local, nacional e internacional.

Resulta central revisar los criterios actuales y plantear otras alternativas que respalden la decisión de las autoridades del Parque Nahuel Huapi de no cortar estos ejemplares, salvo informe técnico fehaciente emitido por ingenieros forestales con matrícula nacional. De no existir, se debe informar claramente sobre la asunción de riesgo del visitante, colocar cartelería informativa e interpretativa, vallas o demarcación debajo de los grandes ejemplares, re-ubicar los sectores de colocación de carpas en los camping, en vez de cortar todos los grandes árboles “por las dudas”. Desde luego, la cartelería mencionada no deberá estar nunca clavada en los árboles.

Por supuesto, lo único que pudo justificar el apeo que se ejecutó con estos individuos centenarios, es la existencia de alguna patología que ponga en serio riesgo su equilibrio estático. Por tanto, Árbol de Pie, amparada por la ley de acceso a la información pública, solicitará copia de los informes técnicos que hayan justificado estos actos.

Asociación Civil Árbol de Pie