14/08/2020

La Vacuna y la Ciencia Nacional, por Silvina García Larraburu

 

Esta semana el Presidente Alberto Fernández anunció que Argentina fabricará, junto a México, la vacuna contra el COVID-19 desarrollada por la Universidad de Oxford y el Laboratorio AstraZeneca. Este importante acuerdo posiciona al país como uno de los epicentros científicos en materia de biotecnología. 

La alianza estratégica entablada con López Obrador permitirá que las dos economías de habla hispana más importantes de la región puedan abastecer al mercado latinoamericano, con excepción de Brasil. De esta manera se garantizará la independencia en el suministro del fármaco, acortando los tiempos de acceso al mismo.  Resulta menester remarcar que estamos ante un proyecto sin fines de lucro, y la producción se venderá a costo. Se estima que rondará entre los 3 y 4 dólares por dosis. 

AstraZeneca eligió al laboratorio nacional mAbxience para la elaboración de la sustancia activa de la vacuna, en tanto su capacidad instalada permite la rápida transferencia tecnológica de la Universidad de Oxford, y el inicio oportuno de la fabricación en serie de la materia prima de la vacuna que estará disponible en el primer semestre de 2021.  

Es importante destacar que mAbxience es una empresa dedicada a la biotecnología especializada en la fabricación de medicamentos, que se pudo constituir en el año 2012 gracias a un proyecto asociativo público-privado. Contó con subsidios del Ministerio de Ciencia y Tecnología, la participación del INTI y la Universidad de Quilmes. En pocos años logró ser pionera en la elaboración de anticuerpos monoclonales para uso farmacológico en Suramérica. Su innovación permanente y el liderazgo en el área, permitió su ampliación con el establecimiento de una segunda planta en el mes de febrero, inaugurada por nuestro Presidente. 

El acuerdo alcanzado evidencia la capacidad de articulación entre los diferentes sectores de la ciencia y técnica nacional en pos del desarrollo de un área clave. El reconocimiento internacional de nuestro sistema científico es producto de la política de Estado emprendida desde el año 2003 en la materia. Debemos tener en consideración que el país pasó de “mandar a lavar los platos”, a repatriar a los científicos exiliados por el modelo neoliberal; y edificar las bases del Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, con una visión integral de las necesidades productivas del país y el involucramiento de todos los actores del área. 

Del 2003 al 2015 el peso de la Ciencia y Técnica duplicó su participación en el PBI nacional. La fuerte inversión en el área permitió la financiación de proyectos productivos y científicos, la incorporación de investigadores al sistema, la construcción de infraestructura, entre tantos otros logros. En este sentido el anuncio realizado por Alberto Fernández, lejos de ser fortuito, responde a la capacidad de innovación y respuesta, generada en el anterior gobierno nacional y popular. 

Desde la Comisión de Ciencia Tecnología del Senado estamos trabajando con el Ministerio y los diferentes actores del sector, con el objeto de seguir robusteciendo el área y dotarla de las herramientas legislativas necesarias. De su desarrollo, depende el bienestar de las futuras generaciones. 

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