09/07/2020

¿QUÉ SERÁ DE…? Rubén Gustavo “Lalo” Montenegro, jugador de trece regionales

Martín Leuful
¿QUÉ SERÁ DE…? Rubén Gustavo “Lalo” Montenegro, jugador de trece regionales
Rubén “Lalo” Montenegro desde muy chico jugó en Primera.
Rubén “Lalo” Montenegro desde muy chico jugó en Primera.

Nació en el barrio Lera, en el seno de una familia extremadamente humilde. Debutó en Primera de la Liga de Fútbol de Bariloche teniendo apenas 15 años con su querido Boca. Pasó por varios equipos y siempre fue convocado para jugar regionales.

Todos los que lo conocen coinciden que fue un gran jugador dentro de la cancha, pero también un buen tipo fuera de ella. Respetuoso y fiel a sus convicciones tuvo la fortuna de jugar los regionales con diferentes equipos en trece ocasiones. Rubén Gustavo Montenegro nació el 21 de agosto de 1971 en el barrio Lera, cursó sus estudios primarios en la escuela “Juan Ramón Giménez” y cursó sus estudios secundarios en la escuela de adultos hasta segundo año. Hijo de Segundo Montenegro y de Hilda Troncoso, quienes además de Lalo, tuvieron a Ana, Mirta, Norma, Mabel, Marta, Patricia, Teresita y Darío.


Junto a su hermano Darío y su madre

Rubén Montenegro con 48 años tiene siete hijos, Alejandro, Gonzalo, Carolina, Tomy, Mailen, Franco y Gustavo, los cuales ya le dieron siete nietos. Integrante de una familia muy numerosa, hoy sobrepasan los 130 integrantes.

Primeros pasos

Lalo Montenegro dice que “recuerdo que comencé en los equipos infantiles que armaba Pedro Muñoz, en el barrio le decíamos el Viejo Piero y era el que comandaba el equipo Balónpie. Cuando estábamos en la quinta, ficho para Círculo Chileno y debuté en Primera con 14 años, fue en el último partido de Liga ante El Bolsón. Cuando terminó ese torneo mi hermano Darío me preguntó si quería ir a Boca, y automáticamente me fui para ese equipo. Ese año todos los que estaban en Primera se fueron a Estudiantes Unidos y subimos los de Reserva a la Primera sin escalas”.

Goles son amores

El exdelantero Montenegro, indica que “ese año mi hermano Darío estaba haciendo el servicio militar y Lucas Mella me llevaba poco a poco, yo tenía 15 años. Yo iba ganando minutos. El primer partido que ingreso fue en cancha de Estudiantes contra Alas Argentina, partido que ganamos, yo entré de tres, y el técnico me felicitó por ese partido, no era mi posición, yo siempre fui delantero. El primer partido que fui de titular fue contra Estudiantes, empatábamos 1 a 1 y de un tiro de esquina le anticipo de cabeza a Alcoba y meto el 2 a 1. Llegábamos a la última fecha, Boca con 20 y Estudiantes con 17. Empatando con Círculo Chileno salíamos campeones, y lo ganamos”.

Con 15 años, al primer regional

Montenegro continúa relatando que “al haber ganado ese campeonato Boca se ganó el derecho del regional y me incluyeron con 15 años. Los técnicos eran Mario Pannunzio y Oscar Espósito. En ese torneo nos fue muy bien, yo era muy pibe y estaba en ese plantel con gente mucho más grande que yo y que me enseñó muchas cosas. Tanto Pannunzio como Espósito me hacían jugar de titular en la Primera local y siempre iba al banco en el regional por una cuestión de edad, pero ese torneo y ese plantel me enseñaron mucho”.

Un pibe de potrero

Rubén “Lalo” Montenegro indica que “yo vivía jugado en la calle, lo mío era todo potrero, jugar en el medio de la calle, todo el día era la pelota de fútbol. Jugábamos mucho en el baldío de la escuelita del barrio Lera, y el barrio era otra cosa, esos torneos eran a todo o nada, jugábamos en la cancha vieja del Lera y a los 13 años yo ya jugaba en la Primera de Balónpie. Recuerdo que esos torneos eran terribles. Se hacían los sorteos del fixture el viernes y el domingo se comenzaba a jugar a las 8 de la mañana y terminaban a las 10 de la noche. Yo a veces subía a mi casa a comer y tomar algo y bajaba a seguir jugando o algún técnico hacía unos choripanes para que comieran los jugadores, pero eran 4 o 5 partidos por domingo y ya se jugaban las finales, yo era feliz porque tenía la suerte de comer algo cuando hacían eso”.

“Nunca sobró el pan en mi casa”

El exdelantero expresa que “mi familia siempre fue muy numerosa y mi papá falleció cuando yo tenía cinco años, no tengo recuerdos de él, pero se ve que era bueno en el barrio, trabajaba en el Matadero y siempre traía achuras para los vecinos y les daba a todos. Cuando él muere, nuestros vecinos nos dieron una mano muy grande, nunca sobró el pan en nuestra casa y eran los vecinos los que nos traían comida, harina, azúcar, creo que mi viejo dejó una linda imagen en el barrio porque los vecinos lo recordaron siempre bien. Cuando salía de la escuela pasaba mucho tiempo en la casa de la familia de Eduardo Lagos y Nélida Calfio, ellos me cuidaron mucho, mis primeros botines, unos Topper con mucha punta me los regaló Nélida, vivía con ese calzado puesto porque no tenía otras zapatillas”.

Marcado a fuego

Montenegro continúa contando su historia y dice, “Pedro Muñoz me ayudó mucho, sobre todo en mi infancia, no era técnico pero era una gran persona. Él siempre me enseñó que con trabajo se llega a cualquier lugar. Otro que me enseñó mucho fue Lucas Mella. Recuerdo que él me enseñó el sacrificio y el respeto por las instituciones y equipos. Yo muchas veces vestí otras camisetas, pero lo hacía pensando que era Bariloche. Yo entraba a una cancha en un regional y tenía puesta la camiseta de mi pueblo, ese era mi premio por el sacrificio”.

“No fui ladrón, porque el fútbol me encaminó”

Siempre agradecido de todo lo que le pasó en la vida, Lalo Montenegro indica que “el deporte me dejó amigos, la verdad es que siempre lo destaco, hoy sigo compartiendo mucho con los chicos con los cuales jugué, con algunos somos como hermanos. El deporte me ayudó mucho, a toda mi familia. El fútbol me encaminó y no nos hizo caer en otras situaciones, éramos muy pobres y no fuimos ladrones o nos descarriamos. Preferíamos ir a pedir cuando nos faltaba el pan, a todos mis hermanos, eso no marcó”.

Un Porky’s inigualable

Montenegro dice que “jugábamos mucho fútbol de salón y hubo una época donde formamos un equipo que se llamaba Porky’s y ganábamos todo, cualquier torneo comercial que se presentaba jugábamos, además de la Liga, el fútbol libre. Ese equipo lo integraba, Guillermo Storti, el Tano Mella, Darío Montenegro, Nana Vera, Diego Rosas, Héctor Fernández, Diego Rosas, el Gringo Garza, además de ser un equipo, éramos muy amigos. El técnico era Ariel Mora y terminábamos de jugar en bomberos y nos íbamos al bar Porky’s. El cerraba y nos quedábamos todos adentro, hasta las 6 de la mañana del día siguiente, otras épocas, muy lindas”.

Los equipos, los títulos

“Con Boca ganamos dos campeonatos, con Martín Güemes otro, un local con Huahuel y la copa de campeones con el equipo de Jacobacci. Pude jugar trece regionales. Pasé además por Estudiantes, Cruz del Sur, El Bolsón, Villa La Angostura, Puerto Moreno, Fasta. En el fútbol libre con Estrella del Sur fuimos a jugar una Copa de Campeones a Viedma y la gente de Jorge Newbery me vio y jugué tres temporadas con ellos, eso fue en 1993, después me llama Huahuel Niyeo y en el medio de eso, fui elegido el mejor jugador de la provincia de Río Negro”, relata.

La familia es lo primero

Montenegro expresa sobre el final que “yo tengo mucha gente a la cual agradecer, pero a mis hermanas todo y a mi vieja. Mi mamá no escuchaba bien, y Ana que en ese momento, cuando muere mi papá, tenía 18 años y se puso la familia al hombro y salió a pelearla. En un primer momento nos quisieron separar. Se comía lo que había, se compartía. Vivimos a pan duro, si había un poco de leche que se conseguía en el hospital se estiraba todo lo que se podía. ¿Cómo no voy a ser agradecido a mis hermanas? Al ser el más chico siempre tenía un pedacito más de pan, eran las que me aconsejaban, las que me cuidaban y me apoyaban siempre. Hoy nos seguimos apoyando. Volvería a hacer todo igual, mi vida deportiva fue muy linda”.

Nadie me enseñó a ser papá

Montenegro es padre de siete hijos, el primero lo tuvo a los 16 años, un año después de haber debutado en Primera. “En su momento viví para el fútbol, por ahí no tuve un referente o alguien que me dijera que podía jugar al fútbol y ser padre al mismo tiempo, yo me levantaba y era todo fútbol, me acostaba a las 10 de la noche, porque al otro día quería jugar a la pelota y entrenar, creo que me faltó un consejero que me dijera que tenía que ocuparme más de mis hijos”.

Martín Leuful

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