TAMBIÉN “SUBIERON” A LUCIANA PIZZORNO Y DAVID ÁVILA

| 02/07/2020

Jorgelina Paravano sumó teatro barilochense a “Cultura argentina en casa”

Adrián Moyano

La video-función reunió asimismo el trabajo de Virginia Salamida en la cámara, más la música de Caradanam: Pablo Ríos, Pedro Zanca y Alejandro Otsubo. Una mini-puesta que trasciende a la coyuntura.

No se corre ningún telón y no hace falta que se apaguen las luces. Tampoco tiene importancia el comportamiento del espectador o espectadora cercana, porque la butaca es una sola. Ni siquiera hace falta que el cronista se esmere en retener detalles en su memoria para después escribir su reseña, porque ahora con poner pausa y retroceder un tanto, alcanza. Además, es media mañana y no hubo que preocuparse por estacionar cerca de la sala. Sin embargo, el teatro vive.

Se tomó su tiempo el Ministerio de Cultura de la Nación para compartir en una de sus páginas webs el aporte de Jorgelina Paravano a la iniciativa “Cultura argentina en casa”, que comenzó a dar resultados prácticos a partir del 24 de junio último. La actriz y directora de Bariloche, sumó una pieza que se extiende por algo más de cuatro minutos y lleva el número 95, entre los más de 300 trabajos que finalmente, constituirán la grilla.

La escenografía, un living hogareño donde aparece un sillón de tres cuerpos con presencia de unas prendas, que denotan cierto desorden. La imagen de la protagonista irrumpe desde otro sillón un tanto vaporosa, efecto que concedamos, sería arduo lograr en una obra convencional. Una vez sobre el sofá, su cuerpo se sienta, se acuesta, se incorpora, se vuelve a tender hasta que su cabeza pende sobre el suelo, debajo del horizontal.

Entonces, las palabras circunscriben la insinuación: “me paso las horas mirando hacia arriba. Soy como esos juguetes importados que trajeron desde lejos y perdieron en alguna parte la caja con las instrucciones”. Menuda manera de explicar la desorientación que nos embarga desde mediados de marzo, seamos actores, periodistas, empleados de comercio o despachantes de Aduana.

La voz de Paravano se abre paso en la trama, mientras su cuerpo sigue sin dar con la posición que otorgue descanso. Precisamente, el texto confiesa que probó, que hizo experimentos pero que éstos, no provocaron más que cansancio y pesadez. “Solamente cuando sueño regreso a la otra vida. A la que fui antes de ser. Ahí vuelvo a flotar”. Las palabras nunca se refieren a la pandemia, a los aislamientos o los distanciamientos, pero el vínculo es evidente. Además, establecer la relación era la consigna que había explicitado Cultura de Nación a la hora de formular su convocatoria.

Punto de inflexión para el video-teatro. La protagonista abandona la dejadez del sillón y enérgica, aparece de pie sobre el mismo ambiente de la vivienda, aunque inicialmente parece otro a raíz de la disposición diferente de la cámara. En el piso irradia una suerte de Sol de cerámicos. La teatrera camina en “cuatro patas” en una dirección, se incorpora y hace otro tanto, en reversa. Después, los desplazamientos se tornan laterales. Posibilidades que no todos tenemos con tanta desenvoltura. Y sí, sin cuerpo el teatro será difícil.

Las líneas posibles

La voz da algunas precisiones sobre la ubicación de la casa en términos de latitud y orientación. Informa que su dueña la atraviesa en todos los sentidos posibles “sin seguir ni regla ni método alguno. Incluso hago zigzags y recorro todas las líneas posibles en geometría si la necesidad así lo exige”. Afuera es de día. Las ventanas abiertas dejan entrar la claridad. La iluminación se resolvió al correr cortinas, en uno u otro sentido.

La mujer une una y otra pared con pequeños saltitos, vuelve caminar con las manos, avanza y retrocede mientras la música, se pone telúrica y acelera el ritmo. Del abandono inicial, no quedan ni rastros. “Mi alma está tan abierta a toda clase de ideas, de gustos y sentimientos, que recibo ávidamente todo lo que se presenta”, proclama, entre signos de exclamación. Abre la puerta y es más la caridad que ingresa, mientras siguen los pequeños saltos.

Ahora, sube una escalera con las manos, la espalda en dirección a los escalones. Vuelve a tenderse el personaje de Paravano, pero sobre una cama.

Sus piernas se apoyan contra la pared en forma vertical y ella toma unos apuntes, lee y proclama: “Y falte que pase lo mejor. Por eso me quedo. Yo puedo esperar”. Entre la desazón del comienzo y la ensoñación del final, sólo median tres minutos. ¡Inmensa capacidad de síntesis! La cámara se acerca al rostro de la actriz, que enumera sus razones para seguir y esperar. “Me quedo acá. Espero”, insiste.

Con poéticas de esta índole, más fácil será transitar la incertidumbre que nos apesadumbra. La pieza de teatro audiovisual que concretó la actriz contó con el inestimable concurso de Virginia Salamida en el aspecto fílmico y con la música de Caradanam: Pablo Ríos, Pedro Zanca y Alejandro Otsubo. Si alguna vez la pesadilla en curso se disipa, la pieza de video-teatro igual tendrá vigencia porque su mensaje, trasciende la coyuntura. Además, emociona.

Hip hop y Kamishibai

Con el número de orden 123, aparece en la avalancha de videos que comparte “Cultura argentina en casa”, Luciana Pizzorno, profesora de Danzas Urbanas que desarrolla su actividad en Bariloche. Sin vueltas, su contribución tiene que ver con el hip hop y avisa la profe que quienes se sumen, tienen que “tener una botella de agua cerca o un vasito con agua” porque “es importante la hidratación”. También sugiere una entrada en calor.

Estamos entonces, frente a una clase casi en regla, aunque en formato virtual. La joven docente indica los movimientos, que involucran piernas, brazos, desplazamientos hacia atrás y hacia adelante. Las indicaciones se suceden por espacio de tres minutos, hasta finalizar la conformación de la coreografía. Una vez concluidas las instrucciones, Pizzorno larga la música y recrea la danza sin interrupciones para que frente a la pantalla, encuentre émulos y émulas.

También está disponible desde las últimas horas la propuesta de David Ávila, activo titiritero de esta ciudad, que sumó un tutorial para introducir al espectador o espectadora en la técnica del Kamishibai o teatro de papel, cuyos pormenores compartiera tiempo atrás con El Cordillerano. Sugiere el artista elegir un cuento o historia para dibujarla en seis láminas diferentes, como las que indica en la imagen.

Además, hacen falta una caja de cartón, cola, cinta de papel, hojas en blanco, tijera y otros implementos que Ávila detalla con precisión frente a la cámara. Hay que dibujar sobre la caja de cartón para luego cortar y “hacer las puertitas de nuestro teatro”. Después de otro corte, queda lista la ranura para colocar las láminas y luego, la caja se forra con hojas blancas para más tarde, pintarlas. Los dibujos se ubican sobre cartulinas que a su vez, se introducen en la ranura hecha previamente. El cuento 

Adrián Moyano

Te puede interesar
Ultimas noticias