PENSAMIENTOS EN PANDEMIA

| 30/06/2020

“Cuando esto se termine vamos a ser conscientes del valor de poder elegir, de la libertad"

Daniel Pardo
“Cuando esto se termine vamos  a ser conscientes del valor de poder elegir, de la libertad"
Nicolás Isola. (Foto Instagram)
Nicolás Isola. (Foto Instagram)

El filósofo Nicolás Isola habló desde San Pablo con El Cordillerano sobre los efectos de la pandemia de COVID-19. Se refirió al complejo desafío de vivir sin poder proyectar el futuro en una sociedad acostumbrada a acceder a la información de forma inmediata.

Nicolás Isola es filósofo, doctor en ciencias sociales y coach ejecutivo. Reflexiona en su departamento de San Pablo, en Brasil, sobre el impacto de la pandemia en todo lo que puede ver. Mientras ensaya alguna idea, cuida a sus hijos de 4 años y 10 meses. Su esposa Guillermina camina todos los días por las entrañas de la pandemia. Ella es médica.

Nicolás cuenta que el más pequeño de sus hijos la espera sentada frente a la puerta. Y cuando llega, no puede abrazarlo, aunque se lo demanda de forma desesperada mientras la persigue gateando hasta el baño; ella debe bañarse antes de hacerlo. “Esta experiencia me enseñó partes de la paternidad que no había visitado”, admitió el filósofo en “GPS” de El Cordillerano Radio (93.7)

¿Podemos vivir sin poder proyectar el futuro?, es una de las incógnitas que asoma inevitablemente en este tiempo. “Genera una gran ansiedad no ver el futuro”, reflexiona Nicolás y continúa: “Vivimos en una sociedad tan multitasking -ni siquiera tenemos que ir al videoclub para ver una película- que nos surge el planteo de cómo no vamos a saber cuándo termina esto”.

Podemos acceder en un instante a la temperatura en Bariloche, Nueva York o San Pablo. Según el filósofo nuestro cerebro ya se acostumbró a que la información nos llega en tiempo inmediato. Y nadie nos dice cuando la pandemia termina, por eso la situación es perturbadora. “Nos va generando una sensación de tedio porque nos corren sistemáticamente la zanahoria”, explica y agrega que surge entonces la impresión de que “esto no se termina más”.

Para Nicolás, la clave es pensar qué hacemos en el tiempo que dura nuestra vida amenazada por el virus. Considera que nos tiene que servir para crecer en algo. “No románticamente, sino constitutivamente. No hay nada más importante que comprendernos y entonces no maltratamos a la persona con la que convivimos. Tiene que servir para crecer, no para lastimar”, asegura.

Sobre las transformaciones que puede vivir la sociedad luego de la experiencia de la pandemia, Nicolás opina que los cambios más relevantes dependerán de cada uno y sucederá en el camino. “No hay que esperar al final”, aclara y considera que otra gran enseñanza que aportará este tiempo de COVID-19 es el fruto de haber experimentado la no libertad. “Para todos, la libertad era algo que no se agradecía, estaba dado. Nos dimos cuenta que es algo que te la pueden sacar, o se puede acabar”.

Estas experiencias, para Nicolás, deben servir para darnos cuenta lo lindo, fértil, profundo y esperanzador que es poder hacer cosas, elegirlas.

“Cuando se termine, que seamos conscientes de lo hermosa que es la libertad”, dice mientras se escucha de fondo a los hijos que ya se inquietaron ante la permanencia de su padre en el teléfono. Pensó en el final de la charla que cuando se recuerde esta pandemia, surgirá inevitable la reflexión de que experimentamos lo que es la no libertad. “Eso es muy fuerte en un ser humano”, pensó.

Daniel Pardo

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